Escuchadme bien, panda de snobs. Kang Haitao no es un artista que se exhiba, que juegue al virtuoso ni que busque impresionarte con actuaciones mediáticas. Se esconde en la noche. La acecha. La observa. La pinta, esa noche que tanto nos asusta. Mientras sus contemporáneos chinos se desgastan gritando su modernidad con símbolos y colores estridentes, Kang Haitao se mantiene a distancia, en su estudio entre Chengdu y Mianyang, donde captura lenta, metódica, con una paciencia monástica, la belleza espectral de las escenas nocturnas que nos rodean y que ya no vemos.
Nacido en 1976 en Chongqing, el mismo año de la muerte de Mao, Kang pertenece a esa generación de artistas chinos que solo ha conocido la apertura progresiva del país. Una generación testigo de transformaciones urbanas y sociales sin precedentes. Pero en lugar de sucumbir a la tentación de lo espectacular, lo ostentoso o lo narrativo explícitamente político, Kang eligió un camino más sutil, profundo y duradero: observar el mundo ordinario cuando la luz se retira, cuando los detalles superfluos desaparecen, cuando permanece lo esencial.
La exposición “Tender is the Night: The Art of Kang Haitao” presentada en el Mark Rothko Art Center en Letonia en 2022 fue la ocasión para que el público descubriera esos lienzos silenciosos, esas noches pintadas. Al observar atentamente su obra, se comprende algo esencial: Kang Haitao trabaja según una lógica inversa. Donde normalmente la luz revela, en él es la oscuridad la que desvela.
El crítico de arte Bao Dong lo resumió perfectamente: “Incluso cuando se observan a pocos pasos, los paisajes de Kang Haitao siempre crean una sensación de distancia, como si el mundo dentro de su lienzo estuviera muy lejos” [1]. Esta distancia no es un alejamiento, es una invitación. Una invitación a entrar en un mundo que parece familiar pero que resulta extrañamente enigmático. Árboles solitarios, puertas cerradas, pequeñas casas, temas banales que el artista intensifica con una atención meticulosa a los detalles y su voluntad de pintarlos de noche.
Kang Haitao es heredero de dos tradiciones pictóricas fundamentales, y es en su fusión donde encuentra su lenguaje único. Por un lado, se inspira en la técnica del “Jimo” (acumulación de tinta) de la pintura tradicional china de paisajes. Por otro lado, dialoga con la pintura occidental en su búsqueda formal de abstracción. Esta doble filiación le convierte en un artista singular en el panorama artístico contemporáneo chino.
Analicemos un momento esta técnica del “Jimo” que revisita. Históricamente, esta acumulación progresiva de capas de tinta se utilizaba en la pintura de paisaje china para crear efectos de profundidad y misterio. Kang retoma este principio, pero con acrílico sobre tablero, creando superficies donde la luz parece surgir desde el interior mismo de la obra. Es como si la noche, en su obra, no fuera la ausencia de luz, sino una luz de otra naturaleza, más sutil, más íntima.
La dimensión budista de su trabajo no puede ser ignorada. En la entrevista concedida al sitio Art China, confiesa: “Creo que la condición de la vida es, o mejor dicho debería ser, como caminar en la oscuridad de la noche… El mundo exterior está lleno de tentaciones, de tentaciones materialistas, que nos distraen, análogas a caminar durante el día. Vivir la vida como si camináramos de noche” [2]. Esta postura existencial no deja de recordar la meditación budista, donde la atención se centra en la esencia de las cosas, despojadas de sus aparentes engaños.
Y aquí se establece un primer paralelismo interesante con la poesía romántica inglesa. No es casualidad que su exposición en Londres en 2022 se titulase “Tender is the Night”, una frase tomada del poema “Oda a un ruiseñor” de John Keats. En este poema, Keats evoca una tensión insoportable e insoluble entre la vida cotidiana donde “incluso pensar es estar lleno de dolor” y el canto nocturno del “pájaro inmortal”, el ruiseñor, que señala hacia una vida más allá del sufrimiento y más allá de “la muerte”.
Esta tensión entre lo cotidiano y lo trascendente es precisamente lo que anima la obra de Kang Haitao. Utiliza un vocabulario visual procedente del mundo ordinario, viejas fábricas, viejas escuelas, muros, árboles aislados, para explorar un mundo más allá de lo cotidiano. Es la noche la que permite esta transición, esta transfiguración. El crítico Philip Dodd observa con acierto: “Son pinturas espirituales inspiradas en el budismo, usando el lenguaje de la apariencia para pasar a un mundo más allá de la apariencia” [3].
Pero reducir a Kang Haitao a un pintor místico sería un error. Hay en su trabajo una dimensión profundamente arraigada en la realidad social e histórica de la China contemporánea. Al elegir quedarse cerca de su región natal de Sichuan, lejos de los centros artísticos de Pekín y Shanghái, afirma una postura contraria al movimiento general de urbanización y centralización. Su apego a los paisajes provinciales, a las arquitecturas modestas, a los espacios intermedios habla de una China que resiste a la uniformización.
El cineasta chino Feng Xiaogang dijo de él que “pinta el entorno de su infancia y juventud, callejones, campus o valles bajo el cielo nocturno, y sus pinturas desprenden un sentimiento familiar e íntimo al tiempo que llevan una connotación extraña y fantástica” [4]. Esta coexistencia de lo familiar y lo extraño es la marca de un gran artista.
Hablemos ahora de la dimensión cinematográfica de su obra, porque es patente aunque raramente comentada. Sus cuadros parecen a menudo ser planos fijos extraídos de una película que se desarrolla en cámara lenta. Se piensa en el cine de Tarkovski, en esos largos planos-secuencia donde el tiempo parece estirarse, donde la contemplación se convierte en acción. O también en el cine de Béla Tarr, con sus paisajes desolados filmados en blanco y negro, donde el tiempo atmosférico se convierte en un personaje por derecho propio.
Esta cualidad cinematográfica se ve reforzada por su técnica pictórica. Kang Haitao procede por capas sucesivas, por acumulación lenta. Cuenta en una entrevista: “Mantener estas ‘grandes pinturas’ está más relacionado con la apreciación del peso y la legibilidad obtenidos por un progreso lento” [5]. Este proceso de creación, que puede llevar hasta dos meses para un solo lienzo, infunde a la obra una temporalidad particular, como si el tiempo de creación se depositara literalmente sobre el lienzo.
Consideremos por un momento sus obras abstractas, que forman un contrapunto interesante a sus escenas nocturnas. Estas obras parten de un espacio vacío, la nada. Su proceso es casi meditativo, una especie de respuesta antitética a la intensidad de su trabajo sobre las “escenas nocturnas”. Sin embargo, no considera que estas obras provengan de una experiencia psicológica (consciente o inconsciente). Sus obras abstractas se crean mediante un proceso continuo de afirmación y negación, de intuición y espiritualidad, de ausencia y presencia.
No podemos evitar pensar aquí en la influencia de Mark Rothko, cuyo Centro de Arte en Letonia acogió una importante retrospectiva de Kang en 2022. Como Rothko, Kang Haitao trabaja sobre la tensión entre presencia y ausencia, entre lo que se muestra y lo que está oculto. Pero mientras Rothko explora esta tensión a través de campos de color abstractos, Kang lo hace a través del filtro de la noche aplicado a escenas reconocibles.
En sus obras más recientes, como “Memory of Light” (2016-2017), se observa un cambio sutil. El léxico visual se ha desplazado hacia un juego complejo entre interior y exterior, entre luz y sombra, sustancia y reflejo. La paleta de colores también se ha elevado. Es como si, tras haber explorado plenamente las posibilidades expresivas de la noche, ahora buscara capturar el momento preciso en que la noche empieza a ceder al amanecer, donde la oscuridad se vuelve porosa.
Me impresiona especialmente la manera en que Kang Haitao aborda la cuestión de la soledad. En sus paisajes nocturnos, la ausencia de figuras humanas es impactante. Esta ausencia no es un vacío, sino más bien una presencia ausente, como si el espectador fuera invitado a ocupar ese espacio vacío. Hay algo que recuerda a la tradición de la pintura de paisaje romántico, donde la naturaleza se convierte en el espejo de los estados de ánimo humanos.
En esta era de sobrestimulación visual y producción artística frenética, Kang Haitao nos ofrece un oasis de contemplación. Su trabajo es un recordatorio conmovedor de que el arte aún puede ofrecernos experiencias que trascienden lo cotidiano, que nos reconectan con una dimensión más profunda de la existencia. Como él mismo dice: “La creación es también un proceso de purificación del espíritu. Solo cuando el corazón está muy tranquilo se pueden descubrir imágenes más vívidas” [6].
Kang Haitao ha sabido encontrar un lenguaje visual propio, un lenguaje que habla tanto al público chino como al occidental. No es casualidad que sus obras formen parte de colecciones de instituciones importantes en China (el Museo CAFA en Pekín, el Museo Long, el Museo de Arte Minsheng de Shanghái) pero también en el extranjero (el Museo Ashmolean en Oxford, el Centro de Arte Mark Rothko en Letonia). Encarnan una forma de globalización desde abajo, lejos de los focos de las ferias internacionales y las bienales espectaculares.
En un mundo del arte contemporáneo a menudo dominado por el sensacionalismo y el oportunismo, Kang Haitao nos recuerda que todavía existen artistas que trabajan a largo plazo, con una integridad y una profundidad que imponen respeto. Artistas que, como dice muy bien el crítico Hang Chunxiao, “ponen de relieve la picturalidad al extremo, haciendo que el lenguaje pictórico mismo posea una cierta experiencia espiritual, e incluso una exigencia conceptual metafísica” [7].
En un momento en que tantos artistas contemporáneos parecen obsesionados con la idea de crear la próxima sensación viral en Instagram, Kang Haitao nos invita a desacelerar, a mirar realmente, a comprometernos en una relación duradera con la obra de arte. Nos recuerda que el arte no es solo un objeto para consumir rápidamente, sino una experiencia para vivir plenamente, a lo largo del tiempo.
Si tienen la suerte de ver una exposición de Kang Haitao, tómense su tiempo. Dejen que sus noches los envuelvan. Permitan que su universo visual se infiltre lentamente en ustedes. Y tal vez, solo tal vez, descubrirán que la noche no es solo la ausencia del día, sino un reino por derecho propio, con su propia luz, su propia verdad, su propia belleza.
Porque en el fondo, de eso se trata: aprender a ver de otra manera. Aprender a reconocer la belleza donde no pensábamos encontrarla. Aprender a valorar la lentitud en un mundo que no deja de acelerarse. Y, después de todo, ¿no es esta una de las funciones esenciales del arte?
- Bao Dong, catálogo de la exposición “Tender is the Night: The Art of Kang Haitao”, Mark Rothko Art Center, Daugavpils, Letonia, 2022.
- Entrevista a Kang Haitao por Art China, “Kang Haitao: Mirando al reino místico”, 2014.
- Philip Dodd, prefacio del catálogo de la exposición “Tender is the Night : The Art of Kang Haitao”, Cromwell Place, Londres, 2022.
- Feng Xiaogang, citado en “Tender is the Night : The Art of Kang Haitao”, Mark Rothko Art Center, Daugavpils, Letonia, 2022.
- Kang Haitao, entrevista para Art China, “Kang Haitao : Preservar la lentitud en un mundo de imágenes aceleradas”, 2014.
- Entrevista a Kang Haitao, Art China, “Kang Haitao : Entrevista, Contemplación de los reinos místicos”, 2014.
- Hang Chunxiao, “La liberación de la ‘pintura’, La estructura visual de Kang Haitao”, ARTLINKART, 2012.
















