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Allison Katz : Espejos e identidades frágiles

Publicado el: 11 Octubre 2025

Por: Hervé Lancelin

Categoría: Crítica de arte

Tiempo de lectura: 15 minutos

Allison Katz sacude los códigos de la pintura contemporánea con una inteligencia provocadora que une lo íntimo y lo universal. Esta canadiense establecida en Londres crea obras híbridas donde se mezclan autobiografía y arte histórico, humor y profundidad, revelando una vía alternativa para el arte pictórico actual.

Escuchadme bien, panda de snobs, el arte contemporáneo acaba de encontrar su voz más singular en la persona de Allison Katz. Esta artista de Montreal, establecida en Londres desde sus estudios en Columbia, trastorna hoy los códigos de la pintura con una inteligencia provocadora que convierte cada lienzo en un territorio de exploración donde se encuentran lo íntimo y lo universal, lo trivial y lo sublime.

Frente a la producción pictórica actual, a menudo prisionera de un sentimentalismo reaccionario o de una perfección neurótica, Allison Katz propone una alternativa radical. Su trabajo actúa como un despertar necesario, una bofetada saludable administrada a un entorno artístico a menudo demasiado seguro de sus certezas. La exposición “Artery” en el Camden Art Centre en 2022 constituía a este respecto un manifiesto: treinta obras que transformaban el espacio de la galería en laboratorio del significado, donde cada pintura dialogaba con las demás según una lógica poética que escapaba a las categorías tradicionales.

La firma como territorio cambiante

El enfoque de Katz cuestiona frontalmente la propia noción de “estilo firma” que aún habita el mercado del arte contemporáneo. Donde otros artistas cultivan una coherencia estilística tranquilizadora, ella practica una forma de esquizofrenia controlada, pasando del trompe-l’oeil hiperrealista a las composiciones más caricaturescas. Esta versatilidad no es gratuita: interroga los mismos mecanismos de reconocimiento artístico, esa economía de lo identificable que reduce con demasiada frecuencia el arte a una marca.

En Akgraph (Tobias + Angel) (2021), las letras M, A, S y K componen un rostro caligráfico sobre la representación fantasmal de Tobie et l’Ange de Verrocchio. Ms. Allison Sarah Katz se convierte literalmente en MASK, revelando que la identidad artística procede tanto de la máscara como de la revelación. Esta obra sintetiza perfectamente el enfoque de la artista: lo autobiográfico se mezcla con el arte histórico, la firma se convierte en motivo, lo íntimo se universaliza.

El juego con su propio nombre atraviesa toda su obra como un hilo rojo obsesivo. AK se convierte en AKA (“alias”), Allison se transforma en “All Is On”, revelando esta fascinación primordial por el acto de nombrar que reivindica la artista. Esta práctica del anagrama y del juego de palabras no es anecdótica: revela una comprensión profunda de los mecanismos lingüísticos que gobiernan nuestra relación con el mundo.

El uso recurrente de granos de arroz pegados sobre la superficie pictórica constituye otra firma, paradójica esta vez. Estos elementos texturales rompen la autonomía del cuadro ilusionista, recordando constantemente la materialidad del objeto pintado. En The Other Side (2021), estos granos salpican la representación de un gallo amarillo en movimiento, creando un efecto de espolvoreo que evoca tanto el alimento para aves como las lentejuelas de un espectáculo de cabaret.

Literatura y estrategias narrativas

La influencia de Virginia Woolf impregna profundamente la práctica de Katz, que cita regularmente esta definición woolfiana de la poesía: “una voz que responde a una voz” [1]. Esta concepción dialógica de la creación artística estructura todo su enfoque. Como la escritora modernista, Katz rechaza la pureza del monólogo y concibe cada obra como una conversación comprometida con la historia del arte, la cultura popular y su propia biografía.

Esta dimensión literaria se manifiesta en su manera de “pintar como escribe”, según sus propias palabras, construyendo alrededor de citas visuales. Sus pinturas funcionan como novelas por fragmentos, donde cada motivo recurrente, gallos, repollos, bocas y ascensores, desarrolla un vocabulario personal que se enriquece lienzo tras lienzo. Esta acumulación semántica recuerda las técnicas narrativas de Gertrude Stein o James Joyce, donde la repetición crea gradualmente el sentido.

La exposición “Artery” ilustraba perfectamente este enfoque literario del espacio. Las cinco pinturas de bocas, presentadas en una formación en espiga sobre paredes autoportantes, transformaban la galería en un dispositivo narrativo complejo. Cada “perspectiva epiglótica”, para retomar la expresión sabrosa de Brian Dillon, enmarcaba escenas dispares, un gallo ornamental, un gato con reflejos digitales y la artista misma en un anuncio de Miu Miu, creando un efecto de narración fragmentaria donde el sentido surgía de los intersticios.

Esta estrategia narrativa encuentra su apogeo en el uso sistemático de la autocrítica y el antihumor. The Cockfather (2021) presenta un huevero en forma de gallo, orgullosamente erguido en una cueva oscura, condensando en una imagen el absurdo del ego artístico masculino. El título, que evoca tanto los restaurantes hipsters como a Francis Ford Coppola, revela esta capacidad para transformar lo trivial en épico, característica de la literatura contemporánea más inventiva.

La serie de Cabbage (and Philip) (2013-2020) también ilustra esta dimensión literaria. Cada repollo, pintado con un cuidado maniático, convive con la silueta de Philip, el compañero de la artista. Estas “naturalezas muertas- retratos” desvían los géneros pictóricos tradicionales al mismo tiempo que crean una mitología personal donde lo íntimo se vuelve universal. Lo anecdótico se transforma en arquetípico, revelando esta “imposibilidad de ser digno de pintura” que reivindica Katz y que constituye paradójicamente la fuente de su fuerza expresiva.

La influencia de Clarice Lispector, otra referencia literaria de la artista, se transparenta en este enfoque enigmático de lo cotidiano. Esta cita de la escritora brasileña que Katz aprecia, “No la descifré. Pero ella tampoco me descifró a mí”, podría servir como epígrafe para toda su obra. Como la Esfinge de Lispector, las pinturas de Katz resisten la interpretación unívoca al mismo tiempo que invitan constantemente a la búsqueda del sentido.

La dimensión temporal, primordial en Woolf, encuentra en Katz una traducción plástica original. Sus “pigmentos fugitivos”, referencia a las experimentaciones de Joshua Reynolds con colores inestables, cuestionan la permanencia del arte. Esta fascinación por la degradación controlada revela una concepción del tiempo pictórico que supera la simple representación para tocar la misma ontología de la imagen.

Psicoanálisis y construcción subjetiva

La obra de Katz dialoga de manera impresionante con las teorías de Lacan sobre la etapa del espejo y la construcción subjetiva. Sus múltiples autorretratos, nunca frontales, siempre oblicuos, revelan una comprensión intuitiva de los mecanismos de identificación descritos por Jacques Lacan. El ego, según el psicoanalista francés, se constituye por identificación con una imagen exterior, proceso fundamentalmente alienante que estructura sin embargo el acceso a la subjetividad [2].

Esta alienación constitutiva encuentra en Katz una traducción plástica particularmente elocuente en sus pinturas “bocas”. Estas perspectivas internas, inspiradas en André Derain, transforman el órgano del habla en marco de visión. En M.A.S.K. (2021), la artista se pinta desde el interior de su propia boca, creando un dispositivo donde el sujeto que mira y el sujeto observado se confunden en un juego de espejos vertiginoso. Esta inversión radical de la perspectiva tradicional evoca directamente los análisis de Lacan sobre la constitución del yo a través de la mirada del Otro.

La recurrencia del motivo del ascensor en su trabajo es particularmente interesante desde esta perspectiva psicoanalítica. Elevator III (Camden Art Centre) (2021), este engaño visual asombroso que abre la exposición “Artery”, funciona como una metáfora perfecta del proceso identificatorio. La ilusión perfecta invita al espectador a penetrar en un espacio que sólo existe por la representación, imitando así la experiencia primordial de la etapa del espejo donde el niño se identifica con una imagen que toma por la realidad de su ser.

Esta dimensión psicoanalítica se revela también en el tratamiento de la fragmentación corporal, tema central en Lacan. Las esculturas cerámicas de narices, estos “Nose/Ass” que condensan en un mismo objeto el órgano de la respiración y el de la excreción, evocan directamente el “cuerpo fragmentado” que describe el psicoanálisis. Estas obras materializan esta angustia de fragmentación que precede a la unificación imaginaria del yo, revelando los fundamentos pulsionales de toda construcción identitaria.

La relación con el Otro, concepto central de la teoría de Lacan, estructura también el enfoque curatorial de Katz. Su exposición “In the House of the Trembling Eye” en el Aspen Art Museum en 2024 ilustraba perfectamente esta dimensión. Al mezclar sus propias obras con fragmentos de frescos de Pompeya y piezas provenientes de colecciones privadas locales, creaba un diálogo temporal que revelaba cómo el sujeto contemporáneo se constituye por identificación con imágenes venidas de otros lugares y de otros tiempos.

Esta práctica curatorial prolonga lógicamente su práctica pictórica. Como ella “pinta citando”, expone creando constelaciones de sentido que van más allá de la simple yuxtaposición. La organización del espacio según el plano de la domus romana revelaba una comprensión sofisticada de los mecanismos proyectos e identificatorios que gobiernan nuestra relación con las imágenes. Cada sala, atrio, triclinium y tablinum, funcionaba como un teatro de la subjetividad donde las obras dialogaban según una lógica inconsciente.

El uso recurrente de la firma como elemento visual, desplazada de su ubicación tradicional hacia el centro de la imagen, materializa esta problemática de la identificación. En varias obras, las letras de su nombre componen literalmente un rostro, revelando que la identidad procede tanto de la inscripción simbólica como del reconocimiento especular. Esta práctica evoca directamente los análisis de Lacan sobre la alienación simbólica que precede toda constitución subjetiva.

Hacia una poética de la indeterminación

La originalidad de Katz reside en su capacidad para mantener el enigma mientras crea significado. Sus obras resisten a la interpretación unívoca sin caer jamás en el hermetismo gratuito. Esta tensión productiva recuerda los mejores logros del arte conceptual, pero enriquecidos con una sensualidad pictórica que a menudo falta en las prácticas puramente intelectuales.

Su tratamiento del arte histórico ilustra perfectamente este enfoque. En lugar de citar directamente, procede por alusiones, superposiciones y desvíos sutiles. Posterchild (2021), esta reinterpretación de un cartel del metro londinense de los años 1930, mezcla referencias personales y culturales según una lógica asociativa que evoca tanto a Freud como a Warburg. El cartel original que ensalzaba los encantos de Hampstead se convierte en soporte de una mitología personal donde se entrelazan la infancia en Montreal, el presente londinense y el arte italiano del Quattrocento.

Esta poética de la indeterminación encuentra su mayor expresión en la serie de bocas. Estos encuadres imposibles, que transforman el órgano del habla en ventana al mundo, crean una perturbación perceptual permanente. Vemos a través de la boca, hablamos con los ojos, los sentidos se confunden en una sinestesia controlada que revela la complejidad de nuestras relaciones sensoriales con la realidad.

El uso de materiales “fugitivos”, esos pigmentos inestables que evolucionan con el tiempo, forma parte de esta estética de la indeterminación. Como los colores de Reynolds que terminan por blanquearse, las obras de Katz integran su propio devenir, rechazando la fijeza tranquilizadora del arte tradicional. Esta temporalidad abierta transforma cada pintura en un proceso más que en un objeto acabado.

La recurrencia de ciertos motivos, gallos, coles, narices y ascensores, crea un vocabulario personal que evoluciona constantemente. Cada reaparición enriquece el motivo con nuevos significados, creando un sistema semiótico en constante expansión. El gallo de The Other Side dialoga con el de The Cockfather, las coles de Philip conversan con las de exposiciones anteriores, creando una red de correspondencias que estructura toda la obra.

Este enfoque revela una comprensión profunda de los mecanismos de la memoria cultural. Como los símbolos arquetípicos de Jung, los motivos de Katz acumulan capas de significado manteniendo su capacidad de evocación inmediata. Esta economía simbólica personal dialoga con los grandes sistemas iconográficos del arte occidental sin reducirse jamás a ellos.

El humor, omnipresente, funciona como un disolvente de las certezas. Estos juegos de palabras visuales, estos desvíos iconográficos, estos guiños culturales crean una distancia crítica que impide cualquier sacralización. El arte de Katz es serio sin tomarse en serio a sí mismo, profundo sin gravedad, complejo sin complicación.

La exposición como obra total

La dimensión arquitectónica y escenográfica del trabajo de Katz es también interesante. Sus exposiciones no se limitan a presentar obras: crean entornos significativos donde el espacio mismo se convierte en portador de sentido. Este enfoque revela una concepción ampliada de la pintura que supera el marco tradicional del cuadro para abarcar toda la experiencia estética.

La instalación de “Artery” ilustraba perfectamente esta dimensión. Las paredes autoportantes de la segunda sala, construidas con la anchura exacta de los lienzos, transformaban el espacio en un laberinto óptico donde el espectador descubría alternativamente las pinturas de bocas y las coles de Philip. Esta coreografía espacial revelaba correspondencias insospechadas entre las obras, creando un metadiscurso sobre las relaciones entre lo visible y lo oculto, anverso y reverso, público y privado.

Esta concepción escenográfica encuentra su apogeo en “In the House of the Trembling Eye”. Al transponer la estructura de la domus pompeyana en el espacio museístico contemporáneo, Katz creaba un dispositivo temporal vertiginoso donde antigüedad y contemporaneidad se respondían mutuamente. Esta arqueología del presente revelaba la permanencia de ciertas estructuras simbólicas a través de los milenios, cuestionando nuestros presupuestos sobre la modernidad artística.

El uso recurrente de carteles como elementos de la exposición revela una reflexión sofisticada sobre las temporalidades del arte. Estos anuncios, diseñados para cada exposición, funcionan como obras autónomas que prolongan la experiencia más allá de su duración oficial. Expuestos en el espacio de la galería y luego conservados como objetos de colección, cuestionan los límites entre arte y comunicación, entre obra y documentación.

Esta práctica del cartel también revela una conciencia aguda de los mecanismos de promoción artística. Al crear sus propios soportes de comunicación, Katz retoma el control de una dimensión a menudo descuidada por los artistas. Estos carteles, que despliegan su vocabulario visual según los códigos del diseño gráfico, revelan las interconexiones entre arte e industria cultural.

Una contemporaneidad crítica

En el contexto artístico actual, marcado por un problemático retorno a la figuración tradicional y una creciente estandarización mercantil, el trabajo de Katz propone una vía alternativa. Su rechazo a las facilidades pintorescas como a las provocaciones gratuitas revela una madurez artística rara. Ella demuestra que es posible ser accesible sin ser complaciente, compleja sin ser hermética, contemporánea sin ser oportunista.

Esta postura crítica se manifiesta particularmente en su relación con la industria del arte. Su aparición en una campaña publicitaria de Miu Miu, que luego transforma en material pictórico en M.A.S.K., revela una capacidad para jugar con los códigos del espectáculo conservando a la vez una distancia crítica. Esta estrategia de infiltración, que consiste en aceptar el juego para mejor desviarlo, evoca los mayores éxitos del arte crítico de los años 1960.

Su éxito internacional, participación en la Bienal de Venecia 2022, exposiciones en las instituciones más prestigiosas y representación por galerías internacionales, no la ha apartado de sus cuestionamientos fundamentales. Esta resistencia a las sirenas del mercado revela una integridad artística que impone admiración en un medio a menudo corrompido por las lógicas comerciales.

La evolución reciente de su trabajo, marcada por una complejización de los dispositivos de exposición y una ampliación de su paleta conceptual, revela una artista en la cima de su madurez. Allison Katz ha alcanzado esa zona rara donde virtuosismo técnico y profundidad conceptual se nutren mutuamente para crear un lenguaje artístico verdaderamente personal.

Su capacidad para renovar constantemente su enfoque conservando una coherencia profunda revela una comprensión excepcional de los desafíos contemporáneos de la pintura. En un mundo saturado de imágenes, logra crear objetos visuales que detienen la mirada y nutren la reflexión. Esta capacidad de parada, de suspensión del flujo visual contemporáneo, constituye quizás su mayor logro.

La inteligencia de Katz reside en su capacidad para transformar las limitaciones en oportunidades creativas. Los límites del medio pictórico se convierten en pretextos para la invención, los códigos de la exposición tradicional se desvían para crear nuevas experiencias, las referencias culturales se reciclan para generar un sentido inédito. Esta alquimia transformadora revela un temperamento de artista auténtica, capaz de regenerar perpetuamente su enfoque sin perder nunca su hilo conductor.

La arteria y el corazón

Frente a la obra de Allison Katz, medimos la distancia que separa el arte verdadero de sus múltiples falsificaciones contemporáneas. Donde otros se limitan a ilustrar sus intenciones, ella inventa un lenguaje. Donde otros repiten fórmulas comprobadas, ella se aventura en lo desconocido. Donde otros buscan seducir, ella elige cuestionar.

El título “Artery” resuena hoy como una metáfora perfecta de su enfoque artístico. La arteria irriga, nutre, mantiene viva. Conecta el corazón con las extremidades, asegura la circulación vital, permite el intercambio y la renovación. Esta función circulatoria, Katz la asume plenamente en el panorama artístico contemporáneo. Sus obras hacen circular el sentido entre pasado y presente, íntimo y universal, trivial y sublime.

Esta capacidad de circulación revela una concepción profundamente generosa del arte. Rechazando tanto el elitismo altivo como la demagogia populista, Allison Katz crea obras que hablan simultáneamente al aficionado ilustrado y al neófito curioso. Esta accesibilidad nunca es facilitada: resulta de un dominio técnico y conceptual que permite tratar los temas más complejos con una aparente simplicidad.

Su influencia en la joven generación de artistas ya comienza a sentirse. Este enfoque híbrido, que mezcla virtuosismo pictórico y sofisticación conceptual, autobiografía y reflexión teórica, humor y profundidad, abre nuevas vías para una pintura contemporánea con frecuencia encerrada en alternativas reductoras. Demuestra que es posible estar a la vez arraigada en la tradición y resueltamente contemporánea, personal y universal, accesible y exigente.

La obra de Katz revela también la importancia determinante de la inteligencia en la creación artística contemporánea. Frente a un mercado del arte a menudo dominado por los efectos de moda y las estrategias de marketing, ella recuerda que el arte verdadero nace tanto del pensamiento como de la sensibilidad. Esta dimensión intelectual, lejos de secar la emoción, la nutre y la enriquece, creando obras que resisten el desgaste del tiempo y la saturación visual.

En un mundo donde las imágenes proliferan sin crear sentido, donde la comunicación a menudo reemplaza a la comunión, donde la inmediatez borra la duración, el arte de Allison Katz nos recuerda las virtudes de la lentitud, la reflexión, la profundización progresiva. Sus pinturas requieren tiempo, tiempo para mirar, tiempo para entender y tiempo para dejar que actúen sus sutiles sortilegios. Esta temporalidad específica, irreductible a la inmediatez contemporánea, constituye quizás su contribución más valiosa.

La artista canadiense nos ofrece finalmente mucho más que un corpus de obras notables: nos propone una lección de libertad creativa. Su capacidad para inventar perpetuamente nuevas soluciones plásticas, para renovar constantemente su vocabulario formal, para sorprender conservando su coherencia profunda, revela las infinitas posibilidades que aún se ofrecen a la pintura contemporánea. En un contexto a menudo marcado por el pesimismo y la repetición, esta energía creativa constituye un estimulante valioso.

Porque de energía se trata. La energía de quien rechaza los caminos trillados, la energía de quien transforma las limitaciones en libertades, la energía de quien sigue creyendo en los poderes específicos de la pintura en un mundo saturado de imágenes digitales. Esta energía, Allison Katz la transmite generosamente a quien sabe recibirla, creando en torno a su trabajo esta comunidad de espíritus libres que constituye el verdadero público del arte contemporáneo.

La obra de Allison Katz nos recuerda así que el arte, en su mejor nivel, sigue siendo esa “transacción secreta” de la que hablaba Virginia Woolf, esa “voz que responde a una voz” que atraviesa los siglos y une las consciencias. En el bullicio visual contemporáneo, ella logra hacer oír esa voz singular que transforma a quien sabe escucharla. Esta capacidad de transformación, individual y colectiva, constituye tal vez la mejor promesa de su arte: la de un mundo donde la inteligencia y la sensibilidad, la tradición y la innovación, lo íntimo y lo universal podrían finalmente dialogar armoniosamente.


  1. Virginia Woolf, Orlando, 1928. Esta cita, regularmente retomada por Katz, proviene del pasaje: “Was not writing poetry a secret transaction, a voice answering a voice?”
  2. Jacques Lacan, “La etapa del espejo como formadora de la función del Yo”, Écrits, Seuil, 1966.
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Referencia(s)

Allison KATZ (1980)
Nombre: Allison
Apellido: KATZ
Género: Femenino
Nacionalidad(es):

  • Canadá

Edad: 45 años (2025)

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