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Francesca Mollett: Luminosidad, fluidez y materia

Publicado el: 6 Julio 2025

Por: Hervé Lancelin

Categoría: Crítica de arte

Tiempo de lectura: 9 minutos

Francesca Mollett desarrolla una pintura abstracta de una sofisticación notable, transformando la observación de fenómenos luminosos en composiciones pictóricas complejas. Por un proceso técnico que combina carbón, acrílico y óleo, revela las cualidades iridiscentes de lo cotidiano, creando espacios contemplativos que reinventan nuestra relación con el mundo sensible contemporáneo.

Escuchadme bien, panda de snobs. Aquí tenemos a una artista que logra el milagro de hacernos creer que la pintura todavía puede revelarnos territorios inexplorados, cuando la mayoría pensaba que todo había sido dicho desde Pollock. Francesca Mollett, nacida en 1991 en Bristol y establecida en Londres, desarrolla desde su graduación en el Royal College of Art en 2020 un lenguaje pictórico de una sofisticación temible, que transforma la observación de lo cotidiano en una experiencia casi mística. Sus telas abstractas, nutridas de una observación minuciosa de la luz sobre las superficies, nos confrontan con esta verdad perturbadora: pasamos nuestro tiempo al margen de lo esencial, ciegos a los destellos y las iridiscencias que nos rodean.

La obra de Mollett se inscribe en un enfoque profundamente fenomenológico, en el sentido de que explora la manera en que percibimos y nos relacionamos con el mundo que nos rodea. Pero, a diferencia de los enfoques tradicionales de esta disciplina filosófica, la artista británica no busca teorizar la experiencia: la materializa directamente en el lienzo. Sus composiciones nacen de observaciones precisas, los reflejos en las puertas barnizadas de Ámsterdam, el musgo fosforescente en los espacios oscuros, las formaciones geológicas antiguas, que transforma mediante un proceso pictórico complejo que mezcla intuición y rigor técnico.

Este enfoque encuentra sus raíces en la tradición de la filosofía continental, particularmente en los trabajos de Edmund Husserl sobre la percepción y la intencionalidad de la conciencia. Husserl desarrollaba la idea de que nuestra conciencia es siempre conciencia de algo, que mantiene una relación intencional con los objetos del mundo [1]. En Mollett, esta intencionalidad se convierte en pintura: cada lienzo testifica un encuentro específico entre la conciencia de la artista y un fenómeno luminoso particular. Sus obras como Two Thistles (2021) o Halves (2023) no representan simplemente objetos, encarnan la calidad particular de la atención prestada a esos objetos. La propia artista lo expresa con una precisión asombrosa: “Cada pintura quiere producir su propio tipo de centelleo, pero también proviene de un centelleo en el mundo. El centelleo es tanto un efecto visual visto como un momento intangible, cercano a la revelación” [2].

El método de Mollett revela una comprensión profunda de lo que Husserl llamó la épochè, esa suspensión del juicio natural que permite acceder a la esencia de los fenómenos. Comenzando sus lienzos con dibujos al carboncillo, luego aplicando capas fluidas de acrílico antes de construir la textura final con óleo y espátula, ella realiza una reducción progresiva que aleja la imagen de su fuente para acercarla a su esencia perceptual. Este enfoque transforma el acto de pintar en una verdadera investigación fenomenológica, en la que cada gesto revela una nueva capa de la percepción.

La dimensión temporal ocupa un lugar central en esta exploración. Las pinturas de Mollett capturan instantes fugaces, el brillo de un reflejo, la vibración de la luz sobre una superficie húmeda, para transformarlos en duración pictórica. Esta alquimia del tiempo se une a las preocupaciones de Husserl sobre la conciencia temporal y la retención. Cada lienzo de la artista funciona como una retención ampliada, que mantiene presente un momento pasado mientras se abre a posibilidades futuras. Sus composiciones recientes, especialmente las expuestas en Nueva York en la galería Grimm en 2024, dan testimonio de esta capacidad única para hacer coexistir varias temporalidades en un mismo espacio pictórico.

La influencia de la literatura contemporánea en el trabajo de Mollett abre una segunda dimensión de análisis, particularmente fecunda cuando se confronta con las teorías de la recepción desarrolladas por la Escuela de Constanza y, en particular, Hans-Robert Jauss. La artista cita regularmente a autoras como Elena Ferrante, Jhumpa Lahiri o Fanny Howe, cuyas obras exploran los mecanismos de la memoria afectiva y la fluidez de las identidades. Esta influencia literaria no responde a una simple ilustración: informa directamente su concepción de la pintura como un espacio de diálogo entre la artista y el espectador.

Jauss, en sus Estudios sobre la experiencia estética, desarrollaba la idea de que la obra de arte existe plenamente solo en su encuentro con el público [3]. Esta estética de la recepción encuentra en Mollett una aplicación particularmente estimulante. Sus lienzos funcionan como dispositivos de activación perceptual que no revelan su pleno significado más que a través de la experiencia del espectador. La artista es perfectamente consciente de ello: “Me gustaría que el espectador sintiera una intensidad de conexión y potencialidad en las cosas que le rodean. Cuando salgo de exposiciones, una de las sensaciones más estimulantes es salir y sentir que he interiorizado la percepción de la artista; empezamos a ver las escenas como si fueran pinturas, me encantaría que eso ocurriera” [2].

Esta estética de la recepción activa encuentra su plena expresión en la serie Halves (2023), donde Mollett explora los efectos de reflejo y desdoblamiento. Estas obras, inspiradas por las puertas barnizadas de Ámsterdam que reflejan los canales, crean un espacio pictórico ambivalente donde el espectador debe ajustar constantemente su percepción. El horizonte de expectativas del público, para retomar el vocabulario de Jauss, se encuentra deliberadamente desestabilizado, obligando a una recepción activa y participativa. Los lienzos de Mollett exigen lo que podríamos llamar una lectura lenta, una atención sostenida que revela progresivamente sus sutilezas cromáticas y texturales.

La influencia de la literatura de autoficción contemporánea en Mollett es particularmente interesante. Como las narradoras de Elena Ferrante, quienes exploran la porosidad entre el yo y el otro en la tetralogía napolitana, la artista desarrolla una pintura de la permeabilidad. Sus composiciones recientes, especialmente Spun Step (2022) o Cortex (2024), revelan esta misma fascinación por las zonas de indeterminación donde los límites se desvanecen. La artista declara además: “La autoficción contemporánea y los flujos de conciencia de la literatura forman mi percepción de la realidad cotidiana” [2]. Esta influencia se traduce en un enfoque pictórico que privilegia los pasajes y las transiciones en lugar de las formas definidas.

La recepción crítica de la obra de Mollett da testimonio de esta capacidad para transformar la experiencia del espectador. Tom Morton señala con acierto: “Al contemplar las pinturas de Mollett, tenemos la impresión de un momento suspendido en el que el pensamiento emerge del pigmento en forma de imagen” [2]. Esta observación revela la dimensión cognitiva del trabajo de la artista, que no se limita a representar fenómenos visuales sino que activa procesos de reconocimiento y rememoración en el espectador.

El ascenso meteórico de Mollett en el mercado del arte, sus lienzos pasaron de 15.000 a 20.000 euros en 2023 a 65.000 a 70.000 euros en 2024, no debe ocultar la solidez conceptual de su enfoque. A diferencia de muchos artistas de su generación, arrastrados por la especulación, Mollett mantiene una exigencia constante hacia la calidad de sus obras. Esta intransigencia se refleja en su método de trabajo. Instalándose en dos talleres en el sur de Londres, uno íntimo para la reflexión, el otro más técnico para la ejecución, Mollett desarrolla cada composición durante varios meses. Ella describe su proceso como “una llegada lenta por fragmentos”, donde la acumulación progresiva de capas pictóricas revela posibilidades insospechadas. Esta temporalidad extendida distingue radicalmente su trabajo de la producción acelerada que caracteriza a menudo el arte contemporáneo.

El éxito internacional de Mollett, con exposiciones simultáneas en tres continentes en 2023, testimonia la universalidad de su lenguaje pictórico. Ya sea en San Francisco en Micki Meng, en Shanghai en Pond Society o en Ámsterdam en Grimm Gallery, sus lienzos revelan su capacidad para dialogar con contextos culturales variados. Esta adaptabilidad no es casualidad: deriva directamente de su método fenomenológico, que privilegia la experiencia perceptual universal en lugar de las referencias culturales específicas.

La evolución reciente de su trabajo, especialmente visible en la exposición Annual Honesty en Modern Art London (2025), revela una madurez artística notable. Los lienzos como Terrestrial Stars o Stave muestran un dominio técnico logrado al servicio de una visión cada vez más personal. La artista explora correspondencias entre formas naturales y estructuras musicales, revelando una sensibilidad sinestésica que enriquece aún más su vocabulario pictórico.

Esta evolución va acompañada de una reflexión teórica cada vez más firme. Durante su residencia en el Roberts Institute en Escocia, Mollett desarrolló sus investigaciones sobre el hidro-feminismo, ese feminismo crítico y materialista, y los líquenes, explorando metáforas de la porosidad y la adaptación. Estas investigaciones teóricas alimentan directamente su práctica, como lo demuestran las obras recientes donde los efectos de iridiscencia se vuelven más complejos para crear espacios pictóricos de una profundidad inédita.

El lugar de Mollett en el panorama artístico contemporáneo merece ser contextualizado. En una época en que la abstracción femenina británica experimenta un renacimiento notable con artistas como Jadé Fadojutimi o Pam Evelyn, Mollett se distingue por la sofisticación conceptual de su enfoque. Donde otras privilegian la expresividad gestual o el impacto cromático, ella desarrolla un enfoque más cerebral, alimentado por sus referencias filosóficas y literarias.

Quizás esta diferencia de aproximación explique la rapidez de su reconocimiento institucional. Sus obras ya forman parte de las colecciones del Kröller-Müller Museum, del Kunstmuseum de La Haya o del Institute of Contemporary Art de Miami. Este reconocimiento temprano demuestra la madurez de su trabajo, pero también su capacidad para dialogar con la historia del arte sin disolverse en ella.

El futuro artístico de Mollett parece orientarse hacia una exploración cada vez más profunda de los estados intermedios y de los fenómenos de transición. Sus declaraciones recientes sobre la iridiscencia y la metamorfosis sugieren un profundización de su investigación sobre los umbrales perceptuales. Esta orientación promete desarrollos apasionantes, especialmente si se considera la riqueza conceptual ya alcanzada en solo unos años.

En un mundo saturado de imágenes y estímulos visuales, la obra de Francesca Mollett nos recuerda la necesidad de la mirada lenta y de la atención sostenida. Sus lienzos funcionan como islotes de contemplación que resisten la rápida consumición del arte. Exigen tiempo, disponibilidad, una forma de generosidad perceptual que nuestra época tiende a descuidar. En esto, cumplen una de las misiones esenciales del arte: reconciliarnos con la complejidad y la belleza del mundo sensible.

El impacto de Mollett en su generación de artistas comienza ya a perfilarse. Su método, que combina rigurosidad conceptual y libertad expresiva, propone un modelo alternativo para la producción artística contemporánea. Demuestra que es posible conjugar éxito comercial e integridad artística, siempre que se mantenga una exigencia constante hacia la calidad de la obra y la sinceridad del enfoque.

Nos encontramos ante una artista que reinventa los códigos de la abstracción contemporánea sin caer en las facilidades del mercado. Francesca Mollett ha logrado imponer en pocos años un lenguaje pictórico de una originalidad notable, que transforma la experiencia estética en un verdadero ejercicio de percepción. Sus lienzos logran esta proeza rara de revelar dimensiones insospechadas de nuestra relación con el mundo sensible. En una época saturada de imágenes pero pobre en miradas, su arte propone una forma de resistencia contemplativa, una invitación urgente a redescubrir la riqueza del presente perceptual. Esta capacidad de revelar lo extraordinario en lo ordinario, de hacer brillar las superficies más banales, constituye la contribución más valiosa de su trabajo al arte contemporáneo. Y eso, queridos amigos snobs, es exactamente lo que necesitábamos.


  1. Edmund Husserl, Ideas fundamentales para una fenomenología, Gallimard, 1950.
  2. Francesca Mollett, citada en Artnet Gallery Network, “7 preguntas para la artista británica Francesca Mollett sobre cómo las luciérnagas, los canales y las grutas antiguas inspiran sus lienzos llenos de luz”, Artnet News, 1 de junio de 2023.
  3. Hans-Robert Jauss, Por una estética de la recepción, Gallimard, 1978.
  4. The Art Newspaper, “‘Cualquiera que sea el factor It, ella parece tenerlo’: detrás de la creciente popularidad de las misteriosas pinturas de Francesca Mollett”, 20 de junio de 2024.
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Referencia(s)

Francesca MOLLETT (1991)
Nombre: Francesca
Apellido: MOLLETT
Género: Femenino
Nacionalidad(es):

  • Reino Unido

Edad: 34 años (2025)

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