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Henry Taylor: El arte que trasciende las fronteras

Publicado el: 9 Febrero 2025

Por: Hervé Lancelin

Categoría: Crítica de arte

Tiempo de lectura: 9 minutos

Henry Taylor convierte cada retrato en un acto de resistencia contra el borrado histórico. Su técnica, aparentemente cruda y espontánea, oculta una profunda sofisticación que reinventa el lenguaje pictórico para hablar de las urgencias de nuestro tiempo.

Escuchadme bien, panda de snobs, dejadme hablaros de Henry Taylor, nacido en 1958, este pintor estadounidense que trasciende con una audacia desconcertante las fronteras entre el arte figurativo y el compromiso social. Mientras que nuestro mundo del arte contemporáneo a menudo está preso de sus propias convenciones, Taylor emerge, sacudiendo nuestras certezas con la potencia de un Miles Davis que hubiera cambiado su trompeta por pinceles.

Lo primero que llama la atención en la obra de Taylor es esa manera singular en que aborda la representación de la humanidad en toda su complejidad. Sus retratos no son meras reproducciones de rostros, sino ventanas abiertas al alma de la América contemporánea. Tomemos “The Times They Ain’t A Changing, Fast Enough!” (2017), esta obra monumental que captura el asesinato de Philando Castile por la policía. Taylor no se limita a documentar un suceso trágico, nos sumerge en las entrañas de una sociedad estadounidense que lucha por mirarse a sí misma a la cara. La composición, con su encuadre ajustado en el habitáculo del coche y esa mano blanca que sostiene un arma y surge como un espectro amenazante, evoca irremediablemente a “La Libertad guiando al pueblo” de Delacroix, pero en una versión pesadillesca donde la libertad misma está tomada como rehén.

Esta pintura es un perfecto ejemplo de la primera temática que atraviesa la obra de Taylor: la dialéctica hegeliana entre amo y esclavo, reinterpretada a través del prisma de la experiencia afroamericana contemporánea. La tensión entre opresor y oprimido no sólo se sugiere, está inscrita en la misma carne de la pintura. Las pinceladas enérgicas, casi violentas, los colores que parecen sangrar sobre el lienzo, todo contribuye a crear una obra que trasciende su función documental para convertirse en un verdadero grito de protesta.

Cuando Taylor pinta a sus sujetos, ya sean personas sin hogar de Skid Row o celebridades como los Obama, los trata con la misma dignidad, la misma urgencia pictórica. Su técnica, aparentemente bruta y espontánea, oculta una profunda sofisticación que hace eco a los escritos de Friedrich Nietzsche sobre el eterno retorno. Al igual que el filósofo alemán que veía en la repetición no solo una simple reiteración, sino una oportunidad de transformación, Taylor convierte cada retrato en un acto de resistencia contra el borrado histórico. Este enfoque es particularmente evidente en sus series de retratos de anónimos, donde cada sujeto es tratado con la misma atención meticulosa que un personaje histórico.

Tomemos por ejemplo su tratamiento de los pacientes del hospital psiquiátrico de Camarillo, donde trabajó como enfermero durante diez años. Estos retratos, realizados entre 1984 y 1995, revelan una comprensión profunda de la condición humana que va mucho más allá de la simple observación clínica. Taylor captura no solo la apariencia física de sus sujetos, sino también su esencia psicológica, su humanidad fundamental. Este enfoque recuerda las reflexiones de Michel Foucault sobre la relación entre poder y saber en el contexto institucional, pero Taylor añade una dimensión profundamente empática que trasciende el análisis teórico.

En “Hammons meets a hyena on holiday” (2016), Taylor lleva esta reflexión aún más lejos. Al colocar a David Hammons, figura legendaria del arte contemporáneo afroamericano, delante de la Gran Mezquita de Djenné en Malí, con una hiena risueña a su lado, crea una colisión temporal y espacial vertiginosa. Esta obra no es solo un simple homenaje a Hammons y su famosa performance de venta de bolas de nieve en una acera neoyorquina. Es una meditación profunda sobre la naturaleza misma de la identidad cultural, que hace eco a las teorías del filósofo Paul Ricoeur sobre la identidad narrativa.

Para Ricoeur, nuestra identidad se construye a través de las historias que contamos sobre nosotros mismos y las que otros cuentan sobre nosotros. Taylor parece perfectamente consciente de esta dimensión narrativa de la identidad. Sus retratos nunca son simples representaciones, sino relatos visuales complejos que integran la historia personal y colectiva de sus sujetos. Este enfoque es particularmente evidente en sus retratos de artistas y figuras históricas, donde crea a menudo audaces yuxtaposiciones temporales que cuestionan nuestra comprensión lineal de la historia.

La segunda temática que emerge de la obra de Taylor es su forma única de abordar la temporalidad en la pintura. Sus cuadros funcionan como testimonios visuales donde diferentes capas temporales se superponen y entrelazan. Tomemos “Cicely and Miles Visit the Obamas” (2017), donde imagina un encuentro imposible entre Cicely Tyson, Miles Davis y la pareja Obama en la Casa Blanca. Esta obra hace directamente eco a las reflexiones de Walter Benjamin sobre la historia y su noción de imagen dialéctica. Para Benjamin, ciertas imágenes tienen el poder de hacer estallar la continuidad histórica al crear conexiones inesperadas entre diferentes épocas.

Taylor utiliza este poder de la imagen dialéctica para crear puentes temporales que trascienden la cronología lineal. En esta obra en particular, no se limita a yuxtaponer diferentes periodos históricos, crea un nuevo espacio-tiempo donde el pasado y el presente dialogan de manera dinámica. La presencia simultánea de estas figuras emblemáticas de diferentes generaciones nos obliga a reflexionar sobre la herencia cultural afroamericana y su transmisión a través del tiempo.

Su técnica pictórica en sí misma contribuye a esta ruptura temporal. Los rápidos y aparentemente espontáneos golpes de pincel, los colores vibrantes que parecen palpitar sobre el lienzo, las zonas deliberadamente dejadas inacabadas, todo ello crea una tensión visual que mantiene al espectador en un estado de alerta constante. Es como si Taylor nos dijera que la historia nunca está realmente terminada, que continúa reescribiéndose ante nuestros ojos.

Este enfoque de la temporalidad también se manifiesta en su manera de tratar el espacio pictórico. Sus composiciones nunca son estáticas, sino siempre en movimiento, creando dinámicas espaciales que reflejan las tensiones sociales y políticas de nuestra época. En “Warning Shots Not Required” (2017), por ejemplo, el espacio del lienzo se convierte en un campo de fuerzas donde se enfrentan diferentes tensiones históricas y sociales.

El cuerpo musculoso de Stanley “Tookie” Williams, cofundador de los Crips, ocupa el espacio de manera ambigua, a la vez imponente y vulnerable. Las letras monumentales del título, que parecen flotar como espectros amenazantes, crean una tensión visual que hace eco de la violencia sistémica que denuncian. Este uso del espacio como metáfora social nos remite a las teorías de Henri Lefebvre sobre la producción social del espacio.

Para Lefebvre, el espacio no es un contenedor neutro sino una producción social que refleja e influye en las relaciones de poder. Taylor parece perfectamente consciente de esta dimensión política del espacio, que utiliza como una herramienta para revelar las dinámicas de poder subyacentes de la sociedad estadounidense. Sus composiciones espaciales nunca son arbitrarias, sino siempre cargadas de significados sociales y políticos.

Esta conciencia política también se manifiesta en la forma en que trata la materialidad de la pintura. La textura de sus lienzos, los empastes, las goteaduras, las zonas donde la tela cruda permanece visible, todo contribuye a crear un lenguaje pictórico que rechaza la ilusión de la perfección técnica en favor de una verdad más profunda. Este enfoque recuerda las reflexiones de Theodor Adorno sobre la relación entre forma y contenido en el arte moderno.

Para Adorno, la forma artística no es simplemente un vehículo para el contenido, sino que ella misma es portadora de significado social. En el caso de Taylor, su técnica pictórica aparentemente cruda y directa se convierte en una forma de resistencia contra las convenciones académicas que históricamente han excluido ciertas voces y experiencias del canon artístico.

En sus obras más recientes, Taylor lleva aún más lejos esta exploración formal al integrar elementos escultóricos e instalaciones. Sus “árboles afro”, estas esculturas arborizadas coronadas con cabello sintético negro, crean puentes fascinantes entre naturaleza y cultura, entre historia personal y colectiva. Estas obras hacen eco de las reflexiones de Édouard Glissant sobre la relación y la criollización, sugiriendo que la identidad no es una raíz única sino un rizoma que se despliega en múltiples direcciones.

La manera en que Taylor integra elementos textuales en sus obras es particularmente interesante. Las palabras que aparecen en sus pinturas no son simples leyendas o comentarios, sino elementos visuales en sí mismos que participan en la construcción del sentido. Este uso del texto recuerda las prácticas de los artistas conceptuales de los años 1960 y 1970, pero Taylor añade una dimensión emocional y política que trasciende el enfoque puramente intelectual del conceptualismo.

En “The Times Thay Aint A Changing, Fast Enough!”, el título en sí mismo se convierte en un elemento pictórico que dialoga con la imagen de manera compleja. La ortografía no convencional (“Thay” en lugar de “They”) no es un error, sino una elección deliberada que hace eco del vernáculo afroamericano, transformando así una cita de Bob Dylan en un comentario mordaz sobre la persistencia del racismo sistémico en la sociedad estadounidense.

Lo que hace que la obra de Taylor sea tan poderosa es que mantiene un delicado equilibrio entre el compromiso político y la exploración formal. Nunca sacrifica uno por el otro, creando una síntesis única que lo convierte en uno de los artistas más importantes de su generación. Su pintura no es una simple crónica de nuestra época, sino un intento audaz de reinventar el lenguaje pictórico para hablar de las urgencias de nuestro tiempo.

La influencia de Taylor en la escena artística contemporánea ya es considerable. Su manera de tratar el retrato como un espacio de diálogo entre lo individual y lo colectivo, lo personal y lo político, ha abierto nuevos caminos para una generación más joven de artistas. Su trabajo demuestra que es posible crear un arte políticamente comprometido sin sacrificar la complejidad formal y conceptual.

Al contemplar toda su obra, se hace evidente que Taylor ha creado mucho más que un simple corpus de obras de arte. Ha desarrollado una nueva gramática visual para hablar de la experiencia humana en toda su complejidad. Sus pinturas son actos de resistencia contra la amnesia colectiva, afirmaciones poderosas de la dignidad humana frente a la adversidad, exploraciones profundas de lo que significa ser humano en un mundo cada vez más deshumanizante.

El arte de Henry Taylor nos recuerda que la pintura, lejos de ser un medio obsoleto, sigue siendo una herramienta poderosa para explorar y comprender nuestra realidad contemporánea. En un mundo saturado de imágenes digitales efímeras, sus lienzos nos obligan a detenernos, a mirar de verdad, a confrontarnos con verdades incómodas pero necesarias. Su obra es un testimonio de la capacidad del arte para trascender las barreras sociales y culturales para tocar algo profundamente universal en la experiencia humana.

A través de sus retratos impactantes, sus composiciones audaces y su inquebrantable compromiso social, Taylor nos muestra que el arte puede ser a la vez políticamente comprometido y estéticamente innovador, personalmente íntimo y socialmente relevante. Su trabajo quedará como uno de los testimonios más elocuentes de nuestra época, un recordatorio constante de que el arte todavía tiene el poder de cambiar nuestra forma de ver el mundo y a nosotros mismos.

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Referencia(s)

Henry TAYLOR (1958)
Nombre: Henry
Apellido: TAYLOR
Género: Masculino
Nacionalidad(es):

  • Estados Unidos

Edad: 67 años (2025)

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