Escuchadme bien, panda de snobs. Hay, en el mundo actual, una invasión silenciosa que se instala entre nosotros. No es aquella de los algoritmos que nos vigilan en cada clic, sino la de una artista cuyas telas revelan las entrañas de nuestra existencia con una franqueza desarmante. Zhang Zipiao, esta pintora china nacida en 1993 en Pekín, nos presenta la anatomía cruda de nuestra contemporaneidad a través de sus abstracciones carnales.
En un universo artístico a menudo dominado por la carrera hacia la originalidad conceptual, Zhang Zipiao se apodera del medio más tradicional que existe, la pintura al óleo, para crear obras que desafían toda clasificación simplista. Ni completamente abstractas, ni precisamente figurativas, sus lienzos habitan ese espacio intermedio donde la materia pictórica se convierte en carne, donde las pinceladas se vuelven tejidos orgánicos palpitantes.
Al observar un lienzo de Zhang Zipiao por primera vez, uno queda inmediatamente impresionado por la intensidad cromática. Rojos sangrientos, rosas carnosos, púrpuras profundos se entrelazan en una danza visceral que evoca simultáneamente la vida y la muerte. Sus composiciones no buscan complacer, sino provocar una reacción instintiva, casi física. Como ella misma explica: “En mi práctica pictórica, no creo que la inspiración surja de la nada, sino más bien a través de una creación constante, mezclando colores y moviendo los pinceles; la imaginería en constante evolución me aporta un flujo constante de nuevas inspiraciones” [1].
Este enfoque intuitivo de la creación recuerda al expresionismo abstracto estadounidense, pero Zhang Zipiao le infunde una sensibilidad profundamente arraigada en su experiencia personal. Criada en una China en plena transformación, estuvo expuesta desde muy joven a las imágenes médicas que su madre, médica, traía a casa. Estas visiones anatómicas, esas gargantas magnificadas en rosa y rojo intenso, dejaron una huella indeleble en su imaginación artística.
Zhang pertenece a esa generación de artistas chinos que creció entre dos mundos: el de la tradición china y el de la globalización galopante. Formada primero en Maryland Institute College of Art y luego en la School of the Art Institute of Chicago, tuvo la oportunidad de enfrentarse directamente a las obras que nutrirían su visión artística. El descubrimiento del cuadro “Figure with Meat” (1954) de Francis Bacon en el Modern Wing de Chicago fue para ella una revelación, una confirmación del poder expresivo que puede tener la representación de la carne.
Lo que distingue a Zhang Zipiao de muchos otros artistas de su generación es su capacidad para desviar los temas tradicionalmente asociados a la belleza y la delicadeza para revelar la dimensión física, casi brutal. Sus series “Floral Field”, “Peony”, “Lily” o “Calla Lily” no son simples representaciones de flores, sino exploraciones de la textura misma de la vida. “Siempre he querido capturar la textura de un pétalo”, confiesa ella. “Es similar a la piel humana en su grosor, su humedad y sus venas también, como un párpado” [2].
Esta analogía entre lo vegetal y lo humano no es fortuita. Para Zhang, las semillas de granada se parecen a riñones o corazones dentro del cuerpo humano. Las líneas en los pétalos de las flores le recuerdan a las venas en los brazos y las piernas humanas, y los pétalos gruesos y húmedos evocan la carne humana. Esta visión unificada de lo vivo constituye la base de su práctica artística.
La dimensión corporal de su trabajo alcanza su apogeo en su serie “Battlefield” (2021-2022), donde las formas se vuelven casi totalmente abstractas, dejando entrever solo masas de carne moldeadas por curvas fluidas. Estas obras monumentales, algunas de hasta seis metros de ancho, crean un impacto visual impresionante, como si el espectador estuviera ante un campo de batalla orgánico donde se juega una lucha interior.
La cuestión de la mirada femenina sobre el cuerpo es central en la obra de Zhang Zipiao. En un contexto donde el cuerpo femenino ha sido históricamente objetivado por la mirada masculina, sus pinturas ofrecen una perspectiva radicalmente diferente. Sus desnudos femeninos, fuertemente desestructurados y abstractos, conservan sin embargo una intimidad perturbadora. El ángulo de representación, a menudo muy personal y privado, confiere a las obras una fuerte carga emocional mientras reivindica la autonomía del sujeto femenino frente a la mirada externa.
Para comprender plenamente el alcance del trabajo de Zhang Zipiao, es necesario inscribirlo en el contexto más amplio de la estética de la violencia, concepto desarrollado por la filósofa Simone Weil. En su ensayo “La gravedad y la gracia”, Weil explora la relación compleja entre la belleza y la violencia, sugiriendo que la verdadera belleza no reside en la armonía superficial, sino en la confrontación honesta con la brutalidad de lo real. “La belleza cautiva la carne para obtener permiso de pasar hasta el alma”, escribe ella [3]. Las pinturas de Zhang Zipiao encarnan precisamente esta tensión entre belleza y violencia. Sus composiciones, de una belleza extraña y perturbadora, nos obligan a mirar de frente aquello que preferiríamos a menudo ignorar: la fragilidad de nuestra existencia corporal, la porosidad entre vida y muerte, la violencia inherente al proceso mismo de la vida.
La influencia del arte digital y de las culturas visuales de las redes sociales también es perceptible en su trabajo. Sus paletas contrastadas y sus líneas gráficas reflejan distintamente la influencia de las imágenes digitales y las pantallas. Esta dimensión contemporánea ancla su obra en nuestra época a la vez que le permite dialogar con la tradición pictórica.
La pandemia de COVID-19 marcó un punto de inflexión en la práctica de Zhang Zipiao. Durante los tres largos años de aislamiento de China del resto del mundo, la artista desarrolló un nuevo enfoque, más instintivo, abordando el lienzo sin plan preestablecido, con una emoción cruda y una energía pura. Este proceso constituye su respuesta a la incertidumbre vivida durante este período tumultuoso, tanto a nivel personal como colectivo.
En su serie “Mother of Pearl” (2023), presentada durante su exposición “Swallow Whole” en la galería LGDR de Nueva York, Zhang explora la simbología poderosa de las ostras y las perlas. El díptico monumental “Mother of Pearl 08” (2023), que se extiende a lo largo de cuatro metros de ancho, presenta una ostra desestructurada rodeada de remolinos de líneas ondulantes como olas rompientes de color. Esta obra evoca “El nacimiento de Venus” de Botticelli, pero aquí, la diosa del amor está ausente, dejándonos frente a la concha vacía, símbolo ambiguo de fertilidad y vacuidad.
La exposición “Moonquake” en el Long Museum West Bund en 2022 constituyó su primera exposición personal institucional en China continental. El título hace referencia a los terremotos que ocurren bajo la superficie aparentemente tranquila de la luna, metáfora de las condiciones mentales complejas de los contemporáneos, de la riqueza de las emociones femeninas y del vínculo entre el acto de pintar y la profundidad de la conciencia humana.
La dimensión sexual nunca está lejos en el trabajo de Zhang Zipiao, pero se trata con una sutileza que desafía las expectativas. Sus obras evocan a Georgia O’Keeffe y Louise Bourgeois, con sus análisis freudianos inherentes, pero Zhang atribuye su fascinación por las arañas y las ostras a las largas noches pasadas en los abismos de las redes sociales más que a la historia del arte. “En medio de la noche, aparece uno de esos vídeos, mostrando a alguien extrayendo perlas de la carne de los moluscos”, explica ella. “Es casi como Dr. Pimple Popper, la forma en que salen las perlas. Todo es tan esponjoso. No podía dejar de mirar esos vídeos y pensé ‘Voy a pintar eso'” [4].
Esta anécdota revela mucho sobre su proceso creativo. Zhang Zipiao trabaja sin dibujos preparatorios, sin modelos vivos ni fotos de referencia, prefiriendo fiarse de su imaginación y memoria. Comienza garabateando audazmente sobre un lienzo en blanco, dejando que las líneas, formas y contornos la guíen hacia el siguiente paso. Este enfoque recuerda la actitud de los expresionistas abstractos, para quienes la emoción era la fuerza principal que llenaba el lienzo.
La crítica de arte Katie White observó justamente que Zhang “se inspira en un sentimiento de aislamiento, escape y placer voyeurista y perversión que impregnan nuestra vida cotidiana. El orden apenas se sostiene; estamos inundados por sus enredos de pinturas en cinta, que se acumulan, listas para volcarse y dispersarse. La opulencia de todo esto podría ser nuestra perdición”.
Esta opulencia, esta riqueza casi excesiva de materia pictórica y referencias simbólicas, es de hecho característica del trabajo de Zhang Zipiao. Nos recuerda las naturalezas muertas, las vanitas de la tradición occidental, esas representaciones suntuosas de comida que servían como símbolos de depravación moral y recordatorios de la efímera existencia del alma.
El uso del rojo en la obra de Zhang es particularmente interesante. Para ella, los rojos, rosas y púrpuras constituyen una especie de escala de grises en su obra, un registro de los colores básicos de la carne, que modula al alza o a la baja. “El rojo es un color que puede ser tanto muy bueno como muy malo. Puede ser una advertencia, el rojo puede decirte que te detengas. Simboliza la pasión, la vitalidad, pero también la sangre”, dice ella. “Es un color extremo y no diría que me guste personalmente”.
Esta ambivalencia frente a su color dominante refleja perfectamente la tensión que atraviesa toda su obra: entre seducción y repulsión, entre placer y dolor, entre vida y muerte. Zhang Zipiao nos presenta un arte que rechaza la complacencia y exige una confrontación honesta con nuestra condición de seres de carne.
Lo que hace fuerte la obra de Zhang Zipiao es su capacidad para hacernos sentir físicamente lo que vemos. Sus pinturas no son simplemente para mirar, son para experimentar. Nos recuerdan que el arte más poderoso no es el que nos conforta en nuestras certezas, sino el que nos incomoda, nos empuja y, al final, nos transforma.
En un mundo del arte contemporáneo a menudo dominado por lo conceptual y lo digital, Zhang Zipiao reafirma con fuerza la pertinencia y el poder de la pintura como medio capaz de conectarnos con nuestra humanidad más fundamental. A través de sus abstracciones carnales, nos invita a una experiencia auténtica, visceral, que supera las fronteras culturales y nos recuerda nuestra condición común.
- Cita de Zhang Zipiao sobre su práctica pictórica, tomada del sitio oficial de la galería Lévy Gorvy Dayan, 2023.
- Declaraciones recogidas por Katie White durante una entrevista con la artista para Artnet News, junio de 2023.
- Weil, Simone. “La Pesantez y la Gracia”, Plon, 1947.
- Entrevista con Katie White para Artnet News, “La pintora con base en Beijing Zhang Zipiao abstrae la abundancia de la vida, carne, flores, fruta, en sus opulentos bodegones”, junio de 2023.
















