Escuchadme bien, panda de snobs. Si pensáis que el arte abstracto contemporáneo está muerto, es que aún no habéis conocido el universo exuberante y vibrante de Michaela Yearwood-Dan. Esta artista británica de 30 años crea lienzos que son como bofetadas cromáticas para nuestra época moralmente tímida, sinfonías florales que trascienden los límites de la representación para sumergirnos en un espacio donde la identidad nunca es fija, sino siempre en movimiento.
Sus obras evocan lo que Georges Bataille describió como “la experiencia interior”, ese desgarro que nos empuja más allá de los límites de nuestra percepción cotidiana. Bataille escribió: “La experiencia es la puesta en cuestión (a prueba), en la fiebre y la angustia, de lo que un hombre sabe por el hecho de ser” [1]. Las composiciones abstractas de Yearwood-Dan, con sus gruesas capas de pintura al óleo, sus salpicaduras de colores vivos y sus textos semiocultos, hacen exactamente eso, nos ponen a prueba. Desgarran el velo de las convenciones artísticas para preguntarnos: ¿quiénes somos realmente más allá de las etiquetas?
Yearwood-Dan no está interesada en vuestra veneración ciega por la pureza formal ni en vuestra obsesión por la referencia histórica evidente. No necesita estas muletas intelectuales. Sus lienzos son brutalmente honestos, como páginas de un diario íntimo expuestas a plena luz, pero transformadas por un dominio técnico que hace que lo personal sea universalmente conmovedor. Su trabajo es un alegre gesto desafiante hacia las tradiciones que quieren encerrar a las mujeres negras queer en estrechas cajas identitarias.
Tomen sus obras monumentales como “Despite all odds” (2022) o “Love me nots” (2021), esta última vendida por la modesta suma de 730.800 libras esterlinas en Christie’s (aproximadamente 875.000 euros), es decir, más de 14 veces su estimación inicial. Pero no se equivoquen, no es el precio lo que hace la obra. Es más bien la forma en que la artista crea espacios de contemplación donde uno puede perderse durante horas. A menudo utiliza palabras en sus lienzos, extraídas de canciones, poemas o sus propios escritos, que aparecen como confesiones susurradas, invitándonos a acercarnos, a pasar tiempo con la pintura en lugar de simplemente mirarla.
Lo que hace Yearwood-Dan nos recuerda extrañamente el enfoque de la feminista francesa Hélène Cixous y su concepto de escritura femenina. Cixous afirmaba que “la mujer debe escribirse: debe escribir sobre las mujeres y llevar a las mujeres a la escritura” [2]. Las pinturas de Yearwood-Dan son precisamente eso: una forma de escritura corporal, sensual, que rechaza las limitaciones patriarcales de la representación. Las flores y los motivos botánicos que pueblan sus lienzos no son simples decoraciones, sino afirmaciones de vida, abundancia y regeneración.
Como Cixous que animaba a las mujeres a escribir “con su cuerpo”, Yearwood-Dan pinta con plena conciencia de su identidad corporal, mujer, negra, queer, pero se niega a dejar que estas identidades la definan o restrinjan su libertad creativa. Sus obras celebran la multiplicidad y la fluidez en lugar de la fijación identitaria. Son políticas precisamente porque reivindican el derecho a la belleza, al disfrute y a la complejidad emocional para todos.
Yearwood-Dan declaró: “Hago la elección activa de no convertir mi trabajo en algo traumático y pesado” [3]. Esta resistencia a la explotación del trauma negro es en sí un acto político radical. En un mundo del arte que a menudo exige a los artistas negros sangrar en el lienzo para demostrar su autenticidad, elegir representar la alegría se convierte en una forma de resistencia. ¿No dice Cixous que “reír es el primer gesto de la libertad”? Las pinturas de Yearwood-Dan, con sus colores exuberantes y sus composiciones rítmicas, son precisamente eso, una risa liberadora.
Lo que resulta particularmente notable en su trabajo es la forma en que aborda la materialidad. Sus pinturas no son simples imágenes, sino objetos sensuales que exigen una presencia física. La textura es importante para ella: las capas gruesas de pintura, los goteos hábilmente controlados, a veces perlas, purpurina o pan de oro que atrapan la luz. Esta riqueza material recuerda las ideas de Bataille sobre el exceso y el gasto improductivo. Para Bataille, “la verdadera soberanía rechaza la utilidad” [4]. Los cuadros de Yearwood-Dan, en su opulencia visual y táctil, rechazan los valores utilitarios del capitalismo para celebrar la belleza y la sensualidad como fines en sí mismos.
Si Bataille nos invita a superar los límites de nuestra condición para alcanzar el éxtasis, Yearwood-Dan nos propone un camino similar, pero anclado en una práctica cotidiana del asombro. Sus jardines abstractos son espacios donde el espectador puede perderse, encontrarse y perderse de nuevo. Como ella misma dijo: “Le pido al espectador que pase tiempo con la obra, no sólo que la mire, sino que pase tiempo con ella, de la misma manera que invitaría a alguien a mi casa, siéntate, descansa, toma un momento” [5].
Esta invitación a la introspección se manifiesta incluso en su manera de exponer. Para su instalación “Let Me Hold You” (2022) en Queercircle, creó un fresco mural curvo de 3 metros de altura con asientos integrados, transformando la galería en un espacio de descanso y comunidad. De igual modo, para su exposición “The Sweetest Taboo” (2022) en Tiwani Contemporary, colocó bancos y taburetes para permitir que los visitantes se sentaran y pasaran tiempo con sus obras. Este gesto no es insignificante, cuestiona las convenciones elitistas de la galería de arte blanca y aséptica donde se supone que uno debe circular rápidamente sin detenerse realmente.
La práctica de Yearwood-Dan está profundamente arraigada en una conciencia ecológica que resuena con las preocupaciones de Cixous respecto a nuestra relación con el mundo natural. Para Cixous, la escritura femenina es “un canto, el primero, de la nueva historia de amor” que puede “reinvestir a las mujeres de sus bienes, de sus placeres, de sus órganos, de sus inmensos territorios corporales” [6]. De igual manera, los paisajes abstractos de Yearwood-Dan reinvierten el espacio pictórico con una sensibilidad que celebra la conexión en lugar de la dominación, la armonía en lugar de la jerarquía.
Esta artista no se limita a pintar; también crea esculturas de cerámica, instalaciones sonoras y piezas de mobiliario. Durante la pandemia de 2020, confinada en su hogar e incapaz de trabajar a la escala monumental habitual de sus pinturas, se volcó hacia la arcilla, creando jarrones y recipientes que llevan los mismos motivos orgánicos y textos manuscritos que sus lienzos. Esta diversidad de medios refleja su rechazo a ser encasillada en una sola forma de expresión.
Al explorar sus lienzos abstractos, encontramos rastros de la cultura caribeña de sus padres, elementos visuales del carnaval de Notting Hill, referencias a la cultura queer británica e incluso guiños a la cultura pop contemporánea. Ella cita a menudo letras de canciones, desde Adele hasta Kendrick Lamar, transformando estos fragmentos de la cultura popular en meditaciones poéticas sobre el amor, la pérdida y la identidad. Esta fusión de lo “alto” y lo “bajo”, de lo personal y lo político, de lo poético y lo cotidiano, es precisamente lo que da a su trabajo su resonancia contemporánea.
Para Bataille, la experiencia estética verdadera es aquella que nos lleva al límite de nosotros mismos, que provoca en nosotros una sensación de vértigo ante lo desconocido. Él escribe: “Lo que buscamos con ardor es lo que nos quema, es el exceso, es la fiebre que consume, es el gasto sin medida” [7]. Las obras de Yearwood-Dan nos ofrecen precisamente esta experiencia de desborde, de exceso sensorial y emocional que desafía nuestra necesidad de categorización.
Y no creas que esta explosión de colores y formas es solo una cuestión decorativa. Yearwood-Dan es perfectamente consciente de las cuestiones políticas de su trabajo. “Escuchadme bien, panda de snobs”, declaró [8]. Esta resistencia a convertirse en el estandarte de una identidad colectiva está en el corazón de su enfoque artístico.
Lo interesante es la manera en que Yearwood-Dan explota la tradición de la pintura abstracta, durante mucho tiempo dominada por hombres blancos heterosexuales, para expresar experiencias radicalmente diferentes. Ella no rechaza la herencia de la abstracción, sino que la transforma, enriqueciéndola con nuevos significados. Como dijo tan bien: “Pensé, ¿sabes qué? Voy a hacer estos cuadros aún más grandes que antes. Los haré más bonitos, y serán rosas. Serán carnosos y femeninos, y suntuosos, y si alguien quiere decir algo al respecto, ¡puede irse a la mierda!” [9].
Esta feroz afirmación de la belleza como forma de resistencia encuentra un eco en la filosofía de Cixous, para quien la escritura femenina no es solo una forma de expresión, sino un acto de liberación. “La escritura femenina (los poetas lo han sentido) afirma: […] y desborda la estructura, la hace estallar, la transforma por el placer, por la apertura” [10]. Las pinturas de Yearwood-Dan hacen estallar las leyes restrictivas del arte contemporáneo con el mismo placer liberador.
La trayectoria de Yearwood-Dan es aún más notable cuando se considera que es una de las artistas más jóvenes representadas por la galería Hauser & Wirth, un gigante del mercado del arte contemporáneo. Estudió en la Universidad de Brighton, donde se graduó en 2016, y rápidamente atrajo la atención con sus primeras exposiciones en la Fundación Sarabande, creada por el difunto diseñador de moda Alexander McQueen. Desde entonces, ha exhibido en lugares prestigiosos como el Contemporary Arts Center de Cincinnati, el Scottsdale Museum of Contemporary Art y el Museum of Contemporary African Art de Marrakech.
Su trabajo forma ahora parte de las colecciones permanentes del Hirshhorn Museum and Sculpture Garden en Washington D.C., del Institute of Contemporary Art de Miami y del Dallas Museum of Art, entre otros. Este rápido reconocimiento institucional demuestra la potencia y relevancia de su obra.
Pero no te equivoques, a pesar de este éxito comercial, Yearwood-Dan sigue profundamente comprometida con la accesibilidad de su arte. Utiliza activamente las redes sociales para compartir su trabajo con quienes no pueden permitirse comprar sus obras o viajar para ver sus exposiciones. “Me gusta difundir mi arte, porque mucha gente no puede permitirse mi trabajo. Tal vez no puedan ver mi trabajo en persona. Pero pueden permitirse tener una cuenta de Instagram” [11], explica.
Esta democratización del acceso al arte está en línea con la visión de Cixous de una creatividad que trasciende las barreras institucionales y sociales. Para Cixous, la escritura femenina es un “movimiento generoso” que “no retiene, no retiene: hace pasar, sin saber qué pasa” [12]. De igual forma, el arte de Yearwood-Dan circula generosamente, ofreciendo momentos de belleza y reflexión a un público que va mucho más allá de los muros de las galerías de élite.
Mientras que muchos artistas contemporáneos parecen atrapados en un cinismo desencantado o en una conceptualización excesiva, Yearwood-Dan nos ofrece algo raro, una práctica artística que cree firmemente en la posibilidad de la belleza como fuerza de transformación. Como ella dijo citando a Stormzy y Michaela Coel: “Amo mi futuro más que odio partes de mi historia” [13]. Esta orientación hacia el futuro, esta creencia en la posibilidad de un mundo más bello y justo, otorga a su obra una cualidad profética que trasciende las modas artísticas efímeras.
La obra de Michaela Yearwood-Dan nos recuerda por qué necesitamos el arte en primer lugar, no como una inversión financiera o un accesorio de estatus social, sino como un espacio de posibilidad, un lugar donde podemos imaginar formas de ser más libres, más conectados, más plenamente humanos. En un mundo obsesionado con la categorización y la fragmentación, ella nos ofrece una visión de la totalidad, la plenitud, de la vida vivida en toda su complejidad deslumbrante. Y eso es exactamente lo que necesitamos ahora.
- Bataille, Georges. La experiencia interior. París: Gallimard, 1943.
- Cixous, Hélène. “La risa de la medusa.” L’Arc, no. 61, 1975.
- Yearwood-Dan, Michaela, citada en “Las abstracciones exuberantes de Michaela Yearwood-Dan son sorprendentemente íntimas” por Charlotte Jansen, Artsy, 11 de abril de 2022.
- Bataille, Georges. La parte maldita. París: Éditions de Minuit, 1949.
- Yearwood-Dan, Michaela, citada en “Life Drawing: Cómo Michaela Yearwood-Dan está moldeando el futuro del arte abstracto” por Charlotte Jansen, Vogue UK, 16 de marzo de 2025.
- Cixous, Hélène. “La risa de la medusa.” L’Arc, no. 61, 1975.
- Bataille, Georges. El erotismo. París: Éditions de Minuit, 1957.
- Yearwood-Dan, Michaela, citada en “La artista Michaela Yearwood-Dan sobre encontrar alegría a través del arte y reclamar la belleza” por Eloise Hendy, The Glossary Magazine, 9 de marzo de 2023.
- Yearwood-Dan, Michaela, ibíd.
- Cixous, Hélène. “La risa de la medusa.” L’Arc, no. 61, 1975.
- Yearwood-Dan, Michaela, citada en “ENTREVISTA // En conversación con Michaela Yearwood-Dan” por Laura Franchetti y Fred Shan, Immediations, 2021.
- Cixous, Hélène. “La risa de la medusa.” L’Arc, no. 61, 1975.
- Yearwood-Dan, Michaela, citada en “La artista Michaela Yearwood-Dan sobre encontrar alegría a través del arte y reclamar la belleza” por Eloise Hendy, The Glossary Magazine, 9 de marzo de 2023.
















