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Subodh Gupta: El universo de los objetos transfigurados

Publicado el: 2 Agosto 2025

Por: Hervé Lancelin

Categoría: Crítica de arte

Tiempo de lectura: 9 minutos

Subodh Gupta transforma los utensilios de cocina indios en esculturas monumentales que cuestionan nuestras percepciones culturales. Este artista, nacido en Bihar en 1964, trabaja el acero inoxidable, el aluminio y el bronce para crear instalaciones donde la vida cotidiana doméstica se convierte en un cosmos espiritual y político.

Escuchadme bien, panda de snobs: si nunca habéis sentido el extraño escalofrío que recorre la columna vertebral cuando una simple cazuela de acero inoxidable os atraviesa el alma, entonces nunca habéis entendido realmente qué significa contemplar el arte de Subodh Gupta. Este hombre, nacido en 1964 en las tierras pobres de Bihar, transforma los utensilios de cocina más comunes en catedrales metálicas que desafían nuestras concepciones más establecidas sobre la belleza, el valor y la pertenencia cultural. No se trata simplemente de un desvío de objetos manufacturados, sino de una verdadera alquimia contemporánea que metamorfosea lo trivial en algo que nos trasciende.

Cuando contemplamos obras como Chanda Mama door ke (2015), esa cascada monumental de utensilios de aluminio suspendidos que forman colectivamente una olla gigantesca, entendemos inmediatamente que Gupta no se limita a reproducir los gestos de Marcel Duchamp del ready-made. Supera ampliamente esa referencia occidental para crear algo profundamente anclado en la experiencia india, mientras habla un lenguaje universal. Cada cazuela, cada colador, cada cucharón lleva en sí las huellas de una vida vivida, las marcas de uso que cuentan historias de familias, de comidas compartidas, de supervivencia diaria.

El enfoque de Gupta se arraiga en una comprensión visceral de la sociología urbana contemporánea. Pierre Bourdieu había analizado brillantemente en sus estudios cómo los objetos cotidianos participan en la construcción de las identidades sociales y las distinciones de clase. En Gupta, esta dimensión sociológica se convierte en el motor mismo de la creación artística. Sus tiffins de acero inoxidable, esas cajas de comida compartimentadas que utilizan millones de indios, se convierten en testigos silenciosos de las migraciones masivas que caracterizan la India contemporánea. Cuando los trabajadores abandonan sus pueblos natales hacia las megaciudades llevando estos objetos como únicos vínculos con su origen, transportan consigo toda una cultura material que Gupta va a sublimar.

La instalación Very Hungry God (2006), ese cráneo monumental de más de cuatro metros de altura constituido por tres mil utensilios de cocina, ilustra perfectamente esta tensión entre lo individual y lo colectivo que Bourdieu había identificado como central en la reproducción social [1]. Aquí, la muerte individual se ve superada por la acumulación de objetos que han servido para alimentar a generaciones enteras. El cráneo, memento mori universal, se convierte paradójicamente en un himno a la vida colectiva, a esa cadena infinita de gestos cotidianos que aseguran la continuidad de la existencia humana. Gupta no se limita a crear una vanidad contemporánea; revela cómo los objetos más prosaicos llevan en sí la memoria colectiva de una civilización.

Esta dimensión sociológica de la obra de Gupta encuentra su plena expresión en su comprensión de las transformaciones de la India posterior a la liberalización. Desde la década de 1990, el país ha experimentado una profunda mutación económica que ha trastornado las estructuras sociales tradicionales. Los utensilios de acero inoxidable, adoptados masivamente por las clases medias urbanas, simbolizan esta aspiración a la modernidad. Pero Gupta revela la ambigüedad de esta transformación: estos objetos, ahora producidos en masa, pierden su dimensión artesanal y su arraigo local para convertirse en símbolos de una uniformización globalizada.

En All in the Same Boat (2012-2013), esta embarcación tradicional de Kerala suspendida del techo y llena de utensilios de cocina, el artista materializa literalmente esta condición del hombre contemporáneo, zarandeado entre tradición y modernidad, supervivencia y naufragio. La instalación funciona como una metáfora impactante de la condición migratoria: todos estos objetos cotidianos, amontonados en un mismo barco precario, cuentan los desplazamientos forzados, los exilios económicos, esa errancia permanente que caracteriza nuestra época.

La potencia de la obra de Gupta reside también en su capacidad para tejer vínculos profundos con la filosofía hindú, y particularmente con la poesía mística de Kabir, ese tejedor del siglo XV convertido en poeta santo. Kabir desarrolló una visión panteísta en la que lo divino se manifiesta en los objetos más humildes del día a día. Su verso célebre “Dans ce vase sont les bosquets et les jardins, et en lui est le créateur / Dans ce vase sont les sept océans et les innombrables étoiles” encuentra un eco impresionante en el arte de Gupta [2].

Esta influencia de Kabir impregna profundamente la serie Within this vessel are the seven oceans and unnumbered stars (2024), donde Gupta corta ollas tradicionales de barro para reensamblarlas en configuraciones inesperadas. Aquí, la filosofía mística de Kabir se encuentra con la estética contemporánea para crear objetos-cosmos que efectivamente contienen el infinito en lo finito. Cada olla se convierte en un universo en miniatura, cada utensilio en una galaxia potencial. Esta visión de Kabir permite a Gupta superar la estéril oposición entre sagrado y profano para revelar la dimensión espiritual inherente a los objetos más cotidianos.

La filosofía de Kabir encuentra también consonancia en el uso que hace Gupta de materiales encontrados y usados. Donde sus primeras obras empleaban utensilios nuevos y brillantes, el artista ahora prefiere objetos abollados, rayados, marcados por el uso. Esta evolución estética se arraiga en una comprensión mística de la impermanencia: cada marca de desgaste cuenta una historia, cada deformación testimonia una vida vivida. Como Kabir, que veía en la humildad del tejedor un camino hacia la iluminación, Gupta encuentra en estos objetos abandonados una belleza particular, la pátina del tiempo y de la experiencia.

Esta dimensión filosófica alcanza su apogeo en obras como Touch, Trace, Taste, Truth (2015), esa esfera dorada gigante que evoca simultáneamente la Tierra, la Luna y una marmita tradicional. La instalación materializa perfectamente la visión kábiriana de un cosmos donde el macrocosmos y el microcosmos se reflejan mutuamente. Pero Gupta añade una dimensión crítica ausente en el místico medieval: hilos de alambre de púas dentro de la esfera recuerdan que esta belleza cósmica siempre va acompañada de violencia y exclusión.

La obra de Gupta revela así su profunda coherencia filosófica. Inspirándose en la mística de Kabir, desarrolla una estética de la transformación que rechaza las jerarquías establecidas entre noble y vulgar, precioso y trivial. Cada utensilio se convierte potencialmente en un objeto de contemplación mística, cada instalación en una invitación a percibir lo extraordinario en lo ordinario. Este enfoque le permite crear un arte auténticamente contemporáneo sin dejar de ser fiel a las raíces espirituales más profundas de la cultura india.

La dimensión crítica de esta obra no debe subestimarse. Cuando Gupta transforma tiffins usados en esculturas monumentales, realiza una verdadera subversión de los valores mercantiles. Estos objetos, destinados a ser desechados, adquieren de repente un valor artístico considerable. Esta alquimia cuestiona directamente nuestros criterios de valor y revela la arbitrariedad de las jerarquías culturales. El artista cuestiona así de forma directa los mecanismos de distinción social analizados por Bourdieu: ¿quién decide que un objeto vale más que otro? ¿Según qué criterios se establece la frontera entre arte y artesanía, entre cultura legítima y cultura popular?

Esta interrogante encuentra una resonancia particular en el contexto del arte contemporáneo indio. Durante décadas, la escena artística del subcontinente estuvo dominada por estéticas importadas de Occidente, relegando las tradiciones locales al rango de folclore. Gupta se inscribe en una generación de artistas que han emprendido la reinvención de esta relación. Al usar objetos específicamente indios pero con modalidades estéticas contemporáneas, crea un lenguaje artístico verdaderamente híbrido que rechaza la alternativa estéril entre tradición y modernidad.

La instalación Specimen No. 108 (2015), ese árbol de acero inoxidable cuyas ramas llevan utensilios de cocina como frutos metálicos, encarna perfectamente esta hibridación exitosa. El árbol banyan, símbolo tradicional de longevidad e inmortalidad en la cultura india, se reinterpreta según una estética industrial contemporánea. Pero lejos de traicionar la simbología original, esta transformación la revela bajo una nueva luz: los utensilios-frutos evocan la perpetua regeneración de la vida cotidiana, esa capacidad infinita de lo banal para renovarse y nutrir la existencia.

Las últimas creaciones de Gupta, especialmente la serie Inner Garden (2024), evidencian una madurez artística notable. Estas pinturas y esculturas exploran las dimensiones psicológicas e íntimas de su relación con los objetos. El artista ya no se limita a monumentalizar lo cotidiano; explora sus resonancias emocionales y memorísticas. Cada utensilio se convierte en soporte para una meditación sobre el tiempo, la memoria, la pertenencia. Esta evolución revela un artista capaz de renovar constantemente su enfoque sin perder la coherencia de su discurso.

La fuerza de Gupta reside en su capacidad para crear un arte auténticamente global sin renunciar a sus especificidades culturales. Sus instalaciones hablan simultáneamente a los espectadores indios, que reconocen inmediatamente los objetos familiares de su día a día, y a los públicos internacionales, que descubren una estética inédita. Esta universalidad no es el resultado de un nivelamiento cultural, sino al contrario el resultado de un profundizamiento de lo local que se une a lo universal.

La exposición Sangam en el Bon Marché de París en 2023 ilustraba perfectamente esta capacidad de diálogo intercultural. Al instalar sus creaciones en este templo del consumo parisino, Gupta creaba un diálogo impactante entre dos mundos económicos y culturales. Los utensilios indios convivían con objetos de lujo franceses, revelando las proximidades inesperadas entre universos aparentemente opuestos. Este enfrentamiento mostraba la dimensión universal de la relación humana con los objetos, más allá de las diferencias de estatus económico y origen cultural.

A lo largo de su trayectoria, Subodh Gupta ha logrado lo que pocos artistas consiguen: crear un lenguaje artístico inmediatamente reconocible a la vez que mantiene una capacidad permanente de renovación. Sus últimas obras, como The Proust Effect (2023), esa choza circular formada por utensilios de cocina, son testimonio de esta evolución constante. La instalación funciona como un dispositivo memorial que invita a la contemplación y al recuerdo. Cada visitante puede proyectar en ella sus propios recuerdos culinarios y familiares, transformando el espacio artístico en un laboratorio de la memoria colectiva.

Esta dimensión proustiana de la obra reciente revela una nueva profundidad psicológica. Gupta ya no se limita a transformar los objetos; explora su capacidad para desencadenar resurreciones memorísticas. Esta evolución es reflejo de una comprensión afinada de los mecanismos de la recepción artística. El artista ya no crea solo objetos para contemplar; concibe dispositivos de experiencia que activan la subjetividad del espectador.

La obra de Subodh Gupta revela así su dimensión profundamente contemporánea. En un momento en que las identidades culturales se ven sacudidas por la globalización, en que las migraciones redibujan los mapas geográficos y simbólicos, en que la distinción entre lo local y lo global se vuelve cada vez más porosa, este artista propone un camino original. No se trata ni de un repliegue identitario ni de una asimilación acrítica, sino de la creación de hibridaciones fecundas que enriquecen simultáneamente las tradiciones locales y el patrimonio artístico mundial.

Este éxito no es fruto del azar. Proviene de una comprensión aguda de los desafíos estéticos y políticos de nuestra época, alimentada por una cultura a la vez arraigada y abierta. Gupta bebe de los recursos de la filosofía hindú y de la sociología crítica para crear un arte que cuestiona tanto como seduce. Sus instalaciones funcionan como reveladores de nuestros presupuestos estéticos y culturales, obligándonos a repensar nuestras jerarquías de valores.

El futuro nos dirá si esta obra habrá sabido anticipar las transformaciones del arte contemporáneo. Pero ya ha demostrado que es posible crear un arte auténticamente contemporáneo sin renunciar a las especificidades culturales, un arte globalizado sin ser uniformizado. Al transformar los utensilios de cocina en objetos de contemplación estética, Subodh Gupta nos recuerda que el verdadero arte no consiste en crear belleza ex nihilo, sino en revelar la belleza latente del mundo que nos rodea. Y quizás esa sea su lección más bella: obligarnos a redescubrir la dimensión poética de nuestros gestos más cotidianos y la riqueza simbólica de nuestros objetos más familiares.


  1. Pierre Bourdieu, La Distinción. Crítica social del juicio, París, Éditions de Minuit, 1979.
  2. Kabir, citado en Charles Malamoud, Cooking the World: Ritual and Thought in Ancient India, Oxford, Oxford University Press, 1996.
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Referencia(s)

Subodh GUPTA (1964)
Nombre: Subodh
Apellido: GUPTA
Género: Masculino
Nacionalidad(es):

  • India

Edad: 61 años (2025)

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