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Grayson Perry: Retrato satírico de Inglaterra

Publicado el: 29 Marzo 2025

Por: Hervé Lancelin

Categoría: Crítica de arte

Tiempo de lectura: 10 minutos

En sus tapices y cerámicas provocativas, Grayson Perry disecciona con ácido humor las contradicciones de la sociedad británica contemporánea, transformando lo ordinario en extraordinario. Sus obras desafían el elitismo del mundo del arte mientras seducen a un público cada vez más amplio.

Escuchadme bien, panda de snobs. Pensáis que lo sabéis todo sobre el arte contemporáneo, con vuestras discusiones pretenciosas sobre la deconstrucción posestructuralista? Pero ¿conocéis realmente a Grayson Perry, ese caballero del Imperio Británico que pasea con un vestido de volantes mientras crea obras que os arrancarán esa sonrisa suficientona?

Perry no es simplemente un artista, es un fenómeno cultural, un seísmo estético que ha sacudido el establishment artístico británico hasta sus cimientos victorianos. Nacido en 1960 en Essex, esa región que la intelectualidad londinense contempla con un desprecio apenas disimulado, logró lo impensable: ganar el prestigioso Turner Prize en 2003 y hacer entrar la cerámica en el sancta sanctorum del arte contemporáneo.

Lo que distingue a Perry es su capacidad casi sobrenatural para tejer una crítica social mordaz en el tejido mismo de sus obras. Sus jarrones de formas clásicas, decorados con imágenes provocativas y textos irreverentes, representan una colisión frontal entre el refinamiento técnico y una visión sin concesiones de la sociedad británica contemporánea. Es precisamente esa tensión la que hace su trabajo tan poderoso.

Tomemos como ejemplo su serie de tapices “The Vanity of Small Differences” (2012). Inspirándose en “The Rake’s Progress” de William Hogarth, Perry nos ofrece una exploración mordaz de la movilidad social en Gran Bretaña. A través de estos seis tapices monumentales, sigue el ascenso y la caída de Tim Rakewell, un personaje ficticio que navega entre las clases sociales con una torpeza trágica. Cada tapiz es un microcosmos saturado de detalles reveladores: los logotipos de marcas, los objetos domésticos, la vestimenta, todos esos marcadores sociales que definen de manera implacable la pertenencia de clase en Gran Bretaña.

Esta obra nos recuerda la posición de Pierre Bourdieu sobre la distinción social. El sociólogo francés demostró cómo nuestros gustos estéticos no son simplemente preferencias personales, sino herramientas de posicionamiento social [1]. En “La Distinción” (1979), Bourdieu expone cómo nuestras elecciones culturales sirven para reforzar las jerarquías sociales existentes. Perry ilustra brillantemente esta teoría, mostrando cómo el capital cultural de Tim Rakewell evoluciona a medida que asciende en la escala social, pasando de las compras en supermercados baratos a cenas gastronómicas.

“El gusto define la clase, y define quien clasifica”, escribió Bourdieu, y Perry nos muestra exactamente cómo funciona este mecanismo en la sociedad británica contemporánea. Los tapices revelan cómo nuestras preferencias en comida, muebles, arte e incluso lenguaje corporal son indicadores de nuestra posición social. Como Perry mismo declaró: “Me interesa cómo señalamos nuestro estatus a través de lo que poseemos y consumimos” [2].

Esta reflexión sociológica no se limita a sus tapices. En “The Tomb of the Unknown Craftsman” (2011), una instalación presentada en el British Museum, Perry creó un homenaje poderoso a los artesanos anónimos cuyo trabajo llena nuestros museos, pero cuyos nombres han sido borrados por la historia. Esta obra es una meditación profunda sobre el valor que damos al arte y la artesanía, y sobre cómo estos valores están moldeados por las estructuras de poder.

Hablando de estructuras de poder, ¿cómo no mencionar el travestismo de Perry? Su alter ego, Claire, no es simplemente una excentricidad, sino un comentario provocador sobre las construcciones sociales del género. Al presentarse como Claire, a quien describe como “una matriarca reformista del siglo XIX, una manifestante del middle-England para No More Art, una fabricante de modelos de aeromodelismo o una luchadora por la libertad de Europa del Este”, Perry rompe nuestras expectativas sobre lo que un artista masculino “debería” ser.

Este juego con las identidades de género nos recuerda las teorías de Judith Butler sobre la performatividad del género. En “Trouble dans le genre” (1990), Butler sostiene que el género no es una esencia innata, sino una actuación social que repetimos constantemente [3]. Perry encarna literalmente esta teoría, demostrando cómo el género puede ser construido, deconstruido y reconstruido. Como Claire, expone la naturaleza arbitraria de las normas de género mientras celebra el placer de la transgresión.

Pero no se dejen engañar, Perry no es simplemente un provocador buscando chocar. Su trabajo está arraigado en un profundo entendimiento de la historia del arte y una impresionante maestría técnica. Sus cerámicas hacen referencia a diversas tradiciones, desde la alfarería griega hasta el arte popular, siendo a la vez decididamente contemporáneas. El modelado por pellizco que usa para crear sus jarrones es milenario, pero las imágenes y textos que las decoran son inequívocamente del siglo XXI.

Esta fusión de lo tradicional y lo contemporáneo es particularmente evidente en “The Walthamstow Tapestry” (2009), una obra monumental de 15 metros de largo. Inspirada en el tapiz de Bayeux y en los “Siete edades del hombre”, traza un recorrido desde el nacimiento hasta la muerte a través de las marcas de consumo. El diseño hace referencia a William Morris (nacido en Walthamstow), pero la ejecución es decididamente moderna, creada digitalmente y luego tejida en un telar controlado por ordenador.

El tapiz evoca las meditaciones de Guy Debord sobre la sociedad del espectáculo. En su obra homónima de 1967, Debord critica cómo el consumo ha reemplazado las relaciones sociales auténticas [4]. Perry actualiza esta crítica mostrando cómo nuestra existencia está marcada por logos y marcas, desde los pañales de bebé hasta los servicios funerarios. Es una visión desencantada pero profundamente perspicaz de la vida moderna, donde incluso nuestros momentos más íntimos están mediados por el comercio.

Lo que hace a Perry tan singular es su capacidad para abordar estas cuestiones profundas con humor y accesibilidad. A diferencia de muchos artistas contemporáneos que parecen decididos a excluir al público profano, Perry busca activamente comunicarse con un público amplio. Sus documentales televisivos, como “All In The Best Possible Taste” (2012) o “Grayson Perry’s Big American Road Trip” (2020), son exploraciones inteligentes pero accesibles de temas complejos como la clase social, el género y la identidad nacional.

Perry encarna lo que el teórico del arte Arthur Danto llamaba “el fin del arte”, no el fin de la producción artística, sino el fin de los grandes relatos que definían lo que el arte “debería” ser [5]. En un mundo poshistórico, donde ningún estilo o medio es privilegiado, Perry es libre de tomar de todas las tradiciones, mezclar la alta y la baja cultura, y difuminar las fronteras entre arte y artesanía.

Esta libertad es especialmente evidente en “A House for Essex” (2015), una colaboración con el estudio de arquitectura FAT. Esta casa, diseñada como un templo dedicado a Julie Cope, una mujer ficticia de Essex, es una audaz mezcla de influencias, desde capillas bizantinas hasta excentricidades arquitectónicas victorianas. Es a la vez una obra de arte, una casa de vacaciones funcional y un comentario sobre las aspiraciones y tragedias de la vida ordinaria.

La casa está decorada con azulejos de cerámica verdes y blancos, carpintería de color rojo vivo y un techo dorado, una explosión de colores que desafía las convenciones del buen gusto arquitectónico. En el interior, tapices cuentan la historia de Julie, “nacida en la isla de Canvey, afectada por una inundación en 1953 y atropellada el año pasado por un repartidor de curry en Colchester”. Es grotesco, conmovedor y profundamente humano, como todas las mejores obras de Perry.

Lo que une todos estos proyectos dispares es el interés de Perry por los relatos personales y colectivos. Como Roland Barthes (a quien Perry evita citar deliberadamente, tal vez porque es demasiado popular en los círculos artísticos), entiende que vivimos a través de mitologías culturales [6]. Pero a diferencia de muchos artistas conceptuales que tratan estas mitologías con un desapego clínico, Perry las aborda con una mordaz empatía.

Tomemos su uso de Alan Measles, su oso de peluche de la infancia. En obras como “Tomb of the Unknown Craftsman”, Measles aparece como una figura divina, un dios personal que Perry creó para navegar en un mundo caótico. Es a la vez conmovedor y divertido, un reconocimiento de que todos creamos nuestras propias mitologías para dar sentido a nuestras vidas.

Esta atención a las historias personales es evidente en “Portrait of the Artist as a Young Girl” (2007), la autobiografía de Perry escrita en colaboración con Wendy Jones. El título hace referencia a la novela de James Joyce, pero el contenido es modesto, relatando la difícil infancia de Perry y su evolución como artista y travesti. Es un relato de supervivencia y transformación que resuena mucho más allá del mundo del arte.

El arte de Perry está profundamente arraigado en su experiencia personal, pero trasciende la autobiografía para abordar preocupaciones universales. Sus cerámicas están cubiertas de referencias a su traumática infancia, sus fantasías sexuales y sus observaciones sociales, pero también hablan de la condición humana en un sentido más amplio. Como él mismo ha dicho: “Quiero hacer arte para las personas que no van a las galerías de arte”.

Esta voluntad de accesibilidad no significa que su trabajo sea simplista. Al contrario, está densamente estratificado, lleno de referencias históricas, literarias y populares. En “The Vanity of Small Differences”, por ejemplo, cada tapiz hace eco a una obra maestra religiosa: “La adoración de los luchadores enjaulados” evoca la adoración de los magos, mientras que “#Lamentation” hace referencia a las innumerables lamentaciones de Cristo en el arte occidental.

Estas referencias no son simples guiños intelectuales, sino medios para elevar lo ordinario al estatus de sagrado. Perry nos muestra que los rituales de la vida contemporánea, los partidos de fútbol, las cenas familiares, las salidas de compras, son nuestros equivalentes modernos de las escenas religiosas que dominaron el arte occidental durante siglos. Hay una dignidad en estos momentos cotidianos, aunque a menudo estén impregnados de consumismo y prejuicios de clase.

Esta capacidad para encontrar belleza y sentido en lo ordinario recuerda los trabajos de Michel de Certeau sobre las prácticas diarias. En “La invención de lo cotidiano” (1980), Certeau explora cómo las personas comunes crean significado a través de sus actividades diarias, a menudo desviando las estructuras impuestas por las élites culturales [7]. Perry hace algo similar, elevando las vidas y los gustos de las personas comunes al estatus de arte.

Pero Perry no idealiza la cultura popular. Es tan crítico con los prejuicios y cegueras de la clase obrera como con la pretensión de la clase media o la arrogancia de la élite. Su trabajo expone las contradicciones y las hipocresías de todas las capas de la sociedad británica, incluido el mundo del arte al que ahora pertenece.

Esta posición ambivalente, a la vez insider y outsider, ofrece a Perry una perspectiva única. Ahora es Sir Grayson, miembro del establishment, pero conserva una mirada crítica sobre los privilegios y presunciones de ese establishment. Como dijo con ingenio: “Me convertí en miembro del establishment hace mucho tiempo y tal vez aquellos que gustan de considerarse controvertidos podrían descubrir que también ahora son miembros del establishment.”

Esta ambivalencia está en el corazón del atractivo de Perry. En un mundo artístico a menudo dividido entre elitismo impenetrable y populismo simplista, él encuentra un equilibrio raro. Su trabajo es intelectualmente estimulante pero emocionalmente accesible, técnicamente logrado pero visualmente inmediato, políticamente comprometido pero nunca didáctico.

Lo que hace a Grayson Perry un artista tan importante es que nos hace ver nuestro mundo con ojos nuevos. Ya sea sobre nuestros prejuicios de clase, nuestras ansiedades de género o nuestros rituales de consumo, Perry nos muestra las estructuras invisibles que moldean nuestras vidas. Y lo hace con una combinación irresistible de humor, empatía y pericia técnica.

Así que la próxima vez que vean a una figura masculina con vestido con volantes en la televisión británica, no cambien de canal. Porque bajo las pelucas y los volantitos se oculta uno de los comentaristas sociales más perspicaces y entretenidos de nuestra época. Un artista que transforma la cerámica en sátira social, los tapices en comentarios de clase y su propia vida en una meditación sobre la identidad y la autenticidad. Un verdadero original en un mundo de imitadores.


  1. Bourdieu, Pierre. “La Distinción: Crítica social del juicio.” Les Éditions de Minuit, 1979.
  2. Perry, Grayson. Entrevista en “The Guardian”, 9 de noviembre de 2021.
  3. Butler, Judith. “Problemas en el género: El feminismo y la subversión de la identidad.” Routledge, 1990.
  4. Debord, Guy. “La Sociedad del Espectáculo.” Buchet/Chastel, 1967.
  5. Danto, Arthur. “Después del fin del arte.” Seuil, 1996.
  6. Barthes, Roland. “Mitologías.” Seuil, 1957.
  7. de Certeau, Michel. “La invención de lo cotidiano, 1.: Artes de hacer.” Gallimard, 1980.
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Referencia(s)

Grayson PERRY (1960)
Nombre: Grayson
Apellido: PERRY
Otro(s) nombre(s):

  • Sir Grayson Perry

Género: Masculino
Nacionalidad(es):

  • Reino Unido

Edad: 65 años (2025)

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