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Kukwon Woo: Deconstruir los cuentos de hadas

Publicado el: 6 Mayo 2025

Por: Hervé Lancelin

Categoría: Crítica de arte

Tiempo de lectura: 9 minutos

Kukwon Woo transforma los cuentos de hadas en exploraciones visuales inquietantes a través de su técnica característica de empaste. En sus cuadros con capas gruesas, yuxtapone referencias populares y mitológicas, creando un universo singular donde la realidad y la fantasía se entrelazan, cuestionando nuestra relación con los grandes relatos.

Escuchadme bien, panda de snobs. Si pensabais haberlo visto todo en el panorama artístico contemporáneo, es porque nunca os habéis encontrado con las creaciones deliciosamente perturbadoras de Kukwon Woo. Este artista coreano, nacido en 1976 y formado en Japón, ha construido un universo singular donde lo maravilloso de los cuentos se choca contra la aspereza de lo real con una jubilosa actitud iconoclasta que haría sonrojar a los hermanos Grimm mismos.

En su galería de personajes con un espesor casi escultórico, Woo nos invita a una desacralización carnavalesca de los mitos de nuestra infancia. No lo veáis como un simple juego nostálgico; estamos mucho más allá de un ejercicio de estilo. Lo que emprende este artista coreano es más bien un psicoanálisis visual colectivo, una inmersión en nuestro inconsciente cultural común para revelar las angustias ocultas.

Porque aunque los cuentos parezcan inofensivos con su embalaje brillante, Woo nos recuerda que son fundamentalmente relatos iniciáticos donde la muerte, la transformación y la pérdida acechan en cada página. Su obra “Goodbye Peter” (2022) inscribe esta frase reveladora: “All children except one grow up” (“Todos los niños, excepto uno, crecen.”). Esta alteración del inicio original de Peter Pan se convierte bajo su pincel en un constatación existencial implacable: nadie escapa al envejecimiento, ni siquiera el niño eterno. El psicoanálisis junguiano vería en esta obsesión de Woo por los cuentos distorsionados una manifestación del proceso de individuación [1], ese enfrentamiento necesario con nuestras zonas oscuras para alcanzar la madurez psíquica.

Las capas gruesas de pintura que aplica, retira y superpone crean una materialidad particular que refuerza esta impresión de una psique en construcción, un yo que se elabora por estratos sucesivos. La textura misma de sus obras se convierte en metáfora del inconsciente personal tal como Jung lo conceptualiza: un ensamblaje de experiencias, recuerdos y pulsiones que se acumulan sin borrarse por completo alguna vez.

En “Valley of the Shadow of Death” (2024), Woo combina audazmente un salmo bíblico milenario con una iconografía extraída de Star Wars, colocando a Luke Skywalker y Darth Vader en un duelo diminuto sobre un puente, en un paisaje inspirado en las estampas ukiyo-e japonesas. Esta colisión temporal y cultural no es gratuita, ilustra con agudeza cómo los grandes mitos modernos prolongan las estructuras arquetípicas que siempre han organizado nuestra relación con el mundo. Jung habría reconocido en esta yuxtaposición la expresión visual de su concepto de inconsciente colectivo, ese reservorio de imágenes primordiales que trascienden épocas y culturas.

La presencia recurrente de una mujer con rostro azul en sus obras es particularmente llamativa. Los críticos la identifican como el ánima del artista, esa parte femenina que todo hombre debe integrar, según Jung, para alcanzar el equilibrio psíquico. Esta figura de belleza ambigua encarna sucesivamente confianza soberana y vulnerabilidad contemplativa, reflejando las fluctuaciones internas del artista. Su exposición “Carnival” (2022) nos muestra a esta figura como protagonista brillante y luego como espectadora común, ilustrando visualmente el conflicto interior entre la visión apolínea y la liberación dionisíaca que atraviesa el artista.

El enfoque psicoanalítico también nos permite comprender la fascinación de Woo por el motivo del carnaval, ese período de inversión temporal de los valores establecidos. En “Carnival”, retoma el mito del Diluvio para explorar cómo la muerte simbólica y la regeneración se entrecruzan en un mismo movimiento circular. Esta visión se une al concepto junguiano de la psique como sistema dinámico en perpetua evolución, donde destrucción y creación son inseparables.

Más allá de esta cuadrícula de lectura psicoanalítica, la obra de Kukwon Woo se inserta en una historia del arte donde la deconstrucción de los relatos fundacionales se ha convertido en un gesto recurrente. Naturalmente, pensamos en la herencia del Pop Art, cuyos mecanismos Woo reactiva al mismo tiempo que los subvierte. Donde Warhol repetía mecánicamente los íconos de la cultura popular para subrayar su vacío, Woo les reinvierte una profundidad existencial que transforma el juego citacional en una verdadera búsqueda metafísica.

Su tratamiento pictórico, con esos empastes que confieren a sus cuadros una cualidad casi escultórica, evoca también ciertas investigaciones del expresionismo abstracto americano, en particular los cuadros tardíos de Willem de Kooning. Pero donde De Kooning tendía a una abstracción cada vez más depurada, Woo mantiene un anclaje figurativo que da a sus experimentaciones materiales una dimensión narrativa persistente.

La evolución de su manera pictórica es particularmente interesante. Sus primeras obras presentaban pinturas raspadas, testimonio de una búsqueda identitaria aún caótica. Progresivamente, su lenguaje visual se ha estabilizado, desarrollando contornos más afirmados y formas más estructuradas, conservando al mismo tiempo esa riqueza material tan característica. Esta trayectoria artística refleja un recorrido interior, una maduración psíquica que da a la totalidad de su obra una coherencia orgánica rara vez observada en los artistas de su generación.

La historia del arte nos enseña que las épocas de transición cultural producen a menudo artistas capaces de sintetizar las contradicciones de su tiempo en un lenguaje visual innovador. Kukwon Woo pertenece a esta línea. Su obra reconcilia la herencia occidental de las vanguardias con una sensibilidad esteasiática, la cultura popular contemporánea con los relatos mitológicos antiguos, el humor con la gravedad existencial. Esta capacidad para sostener juntos unos polaridades aparentemente inconciliables le convierte en un testigo privilegiado de nuestra época fragmentada [2].

En “Once Upon Her Time” (2023), Woo se centra en personajes femeninos extraídos de obras maestras literarias como “El mago de Oz”, “Hua Mulan”, “Peter Pan”, “La Odisea” y “Pigmalión”. Esta apropiación selectiva de las grandes figuras femeninas se inscribe en una tradición artística de reinterpretación de los cánones literarios, aportando una perspectiva contemporánea que cuestiona las construcciones de género en el corazón de estos relatos. La historia del arte nos muestra que estos momentos de reexamen crítico de los relatos dominantes coinciden a menudo con períodos de profunda transformación social [3].

Su serie “My Universe” (2024) lleva más lejos esta reflexión jugando con la doble significación del término, que designa tanto el cosmos como el nombre de su hija (Wooju significa “universo” en coreano). Esta exposición integra temas explorados desde hace tiempo, como “la exploración de la interioridad humana”, “la reflexión sobre la vida” y “las relaciones intergeneracionales”. Woo rinde homenaje en particular a su padre, Woo Jaekyung, señalando las diferencias, la comprensión y la empatía entre estas dos generaciones. Esta obra sirve de invitación a la contemplación dirigida a la generación siguiente y refleja los esfuerzos del artista por explorar su propio universo. Este diálogo intergeneracional inscribe su trabajo en una continuidad histórica que trasciende el individualismo contemporáneo.

Históricamente, los períodos de cuestionamiento de las grandes narrativas siempre han sido fecundos para el arte. Desde el Renacimiento, que cuestionaba la herencia medieval, hasta las vanguardias del siglo XX que deconstruían las certezas burguesas, la historia del arte avanza gracias a estos momentos de reexamen crítico. Woo se inscribe en esta dinámica, pero con una singularidad notable: lejos de proclamar la muerte de las grandes narrativas como hacían los posmodernos, busca rehacer los lazos entre tradiciones narrativas dispares para restaurar un sentido existencial en la era del fragmento.

La dimensión ritual del carnaval, que Woo explora en varias de sus exposiciones, participa de esta búsqueda. Históricamente, el carnaval siempre ha desempeñado un papel como válvula de escape social, permitiendo un vuelco temporal de las jerarquías establecidas. Al reactivar esta función en el contexto contemporáneo, Woo recuerda que el arte conserva su capacidad de reestructurar nuestra relación con el mundo incluso en una sociedad secularizada. Como escribe el comisario Park Soojeun sobre su exposición “Carnival”: “El arte sigue existiendo como el último recurso para restaurar el sentido existencial y cuestionar el sentido del ser” [4].

Lo que me gusta de Kukwon Woo es esa capacidad de mantener un equilibrio inestable entre ironía y sinceridad, entre deconstrucción lúdica y búsqueda espiritual auténtica. Donde tantos artistas contemporáneos se limitan a un cinismo estéril o a un misticismo ingenuo, él logra sostener esas posturas contradictorias en una obra que solo parece más viva y necesaria.

Sus cuadros son como espejos que reflejan el inconsciente de nuestra época, invitando a cada espectador a sumergirse en sus profundidades íntimas. Esta dimensión especular explica sin duda la creciente popularidad de su trabajo, tanto en Corea del Sur como a nivel internacional. En un mundo saturado de imágenes superficiales, sus obras ofrecen una rara experiencia de profundidad, una invitación a ralentizar y contemplar los misterios de nuestra condición humana.

El crítico que observa la evolución de Kukwon Woo solo puede quedar impresionado por la coherencia orgánica de su enfoque. Desde sus primeras exposiciones hasta sus proyectos más recientes, se percibe un progreso que no es solo estilístico sino existencial. Su arte crece con él, reflejando sus cuestionamientos sucesivos, desde la exploración inicial de un ego aún inestable hasta las meditaciones más serenas sobre la transmisión intergeneracional.

Uno podría casi estar tentado a ver en esta trayectoria un modelo para una vida artística realizada: no la repetición mecánica de una fórmula que haya tenido éxito comercial, sino la evolución constante de un lenguaje visual al servicio de una búsqueda interior auténtica. En un mercado del arte contemporáneo a menudo dominado por lo espectacular y lo instantáneo, Woo nos recuerda el valor del tiempo largo, de la maduración paciente de una visión personal.

Mientras contemplamos su obra reciente, estamos invitados a un doble movimiento: sumergirnos en nuestras propias profundidades psíquicas al mismo tiempo que inscribimos esta experiencia íntima en el flujo más amplio de la historia cultural. Quizás ahí reside la verdadera fuerza de Kukwon Woo: recordarnos que el arte más personal es también aquel que toca lo universal, que nuestros mitos individuales se unen a las grandes narrativas colectivas que han moldeado nuestra humanidad común.

En un mundo artístico a menudo tentado por efectos fáciles o posturas radicales, el camino intermedio que explora Woo, entre tradición e innovación, entre Oriente y Occidente, entre humor y gravedad, constituye quizá la senda más audaz que existe. Su trayectoria nos recuerda que la autenticidad artística no se mide por rupturas espectaculares, sino por la perseverancia de una visión singular que se profundiza con el tiempo.

En un momento en que tantos artistas parecen prisioneros de una obligación de instantaneidad dictada por las redes sociales, Kukwon Woo nos ofrece el lujo de una obra que se despliega en la duración, que respira, que vive. Y, al fin y al cabo, ¿no es eso lo que pedimos al arte? No que nos entretenga un instante, sino que nos acompañe en nuestro propio camino, que nos ofrezca espejos donde reconocer nuestras angustias y esperanzas, nuestras muertes simbólicas y nuestros renacimientos.


  1. Jung, Gustav Jung. El hombre y sus símbolos. Robert Laffont, París, 1964.
  2. Kim, Youngna. Arte moderno y contemporáneo en Corea. Hollym International Corp, Elizabeth, NJ, 2005.
  3. Dai Zhuoqun. Texto curatorial “Woo Kukwon: Walking in Dreams” para la exposición Once Upon Her Time, Tang Contemporary Art, Pekín, 2023.
  4. Park Soojeun. Texto de la exposición Carnival de Woo Kukwon, Tang Contemporary Art, Hong Kong, 2022.
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Referencia(s)

WOO KukWon (1976)
Nombre: KukWon
Apellido: WOO
Otro(s) nombre(s):

  • 우국원 (Coreano)

Género: Masculino
Nacionalidad(es):

  • Corea del Sur

Edad: 49 años (2025)

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