English | Español

Martes 18 Noviembre

ArtCritic favicon

Ma Ke : La experiencia estética y existencial

Publicado el: 20 Marzo 2025

Por: Hervé Lancelin

Categoría: Crítica de arte

Tiempo de lectura: 8 minutos

Ma Ke transforma el lienzo en un campo de batalla existencial donde sus personajes oscilan entre la presencia y la ausencia. A través de una técnica pictórica energética y colores intensos, explora los límites de la representación, creando un espacio de encuentro entre culturas oriental y occidental.

Escuchadme bien, panda de snobs, cesad un instante vuestro parloteo insípido y vuestra contemplación narcisista de los mismos artistas repetidos en vuestras veladas de inauguración. Es hora de mirar hacia otro lado, hacia el Este, hacia esa China que generalmente solo conocéis por los clichés, y a veces ni eso. Hoy os voy a hablar de Ma Ke, ese pintor chino que transforma el lienzo en un campo de batalla existencial, en una escena de metamorfosis perpetuas, ese equilibrista audaz que atraviesa el abismo que separa tradición e innovación con una despreocupación que os haría palidecer de envidia.

Ma Ke nació en 1970 en Zibo, China, pero no os contaré una historia de niño prodigio. Su trayectoria es más bien la de una conciencia en constante despertar, de un hombre que supo transformar su pensamiento en acto pictórico. Formado primero por su padre en las técnicas tradicionales chinas y en el realismo social ruso, luego en la Academia de Bellas Artes de Tianjin y en la Academia Central de Bellas Artes de Pekín, Ma Ke descubrió el arte occidental como una revelación, un soplo nuevo que le permitió imaginar otras posibilidades, otras libertades.

Pero lo que hace su trabajo tan interesante es su manera de navegar entre dos mundos, oscilando entre la potencia expresiva de la abstracción occidental y la profundidad meditativa de la tradición china. En sus lienzos, a menudo poblados por personajes solitarios o en pequeño número, bañados en fondos monocromáticos, Ma Ke crea un espacio de encuentro entre las culturas, un terreno de experimentación donde puede explorar los límites de la representación y la expresión.

Mirad esta obra titulada “Buscar la espada”, donde Ma Ke revisita la parábola clásica china con un toque contemporáneo que nos transporta directamente al universo kafkiano de la metamorfosis. Esta escena no es solo una simple ilustración de un cuento antiguo, es una metáfora visual de nuestra condición moderna, suspendida entre memoria colectiva y desorientación individual. Como escribía Vladimir Nabokov en su análisis de los relatos de Kafka: “La metamorfosis es ese momento preciso en que el alma toma conciencia de su propio encarcelamiento” [1]. Ma Ke capta exactamente ese instante de toma de conciencia, donde el ser humano se da cuenta de su condición trágica mientras busca una escapatoria.

Su técnica pictórica, con esos brochazos enérgicos y expresivos, esos colores intensos que emergen de fondos monocromos, evoca las tormentas interiores del hombre moderno. Estas figuras que a veces parecen disolverse en el fondo, a veces emerger violentamente, recuerdan las reflexiones de Emil Cioran sobre la desaparición del individuo: “Todos estamos en el fondo de un infierno cuyo cada instante es un milagro” [2]. Ma Ke crea precisamente esos instantes milagrosos en los que el ser humano, en toda su fragilidad, logra afirmar su presencia frente a las fuerzas que intentan engullirlo.

Lo que llama la atención inmediatamente en el trabajo de Ma Ke es esa tensión constante entre aparición y desaparición, entre presencia y ausencia. En la serie “Cabalgando el vacío”, inspirada en un poema de Tang Wei Zhuang, Ma Ke ilustra esta búsqueda espiritual con una intensidad sobrecogedora. El jinete, suspendido en el vacío, simboliza la aspiración humana a trascender su condición terrenal. Se podría ver aquí una ilustración casi literal de lo que Peter Sloterdijk llama “la verticalidad tensa”, esa propensión humana a querer elevarse por encima de su condición: “El ser humano es el que debe superarse para ser” [3]. La verticalidad que atraviesa la obra de Ma Ke no es solo formal, es profundamente filosófica.

Los paisajes representados por Ma Ke nunca son lugares idílicos o representaciones naturalistas, sino espacios mentales, territorios del alma. En “Montaña vacía”, el paisaje se convierte en una presencia casi metafísica, un lugar donde el humano se enfrenta a su insignificancia frente a la inmensidad. Este enfoque evoca inevitables reflexiones de Jankélévitch sobre la montaña como metáfora de la búsqueda filosófica: “La montaña no es un fin, sino un medio; no es un objetivo, sino un camino para ver más allá” [4]. Ma Ke transforma así el paisaje tradicional chino en un espacio existencial contemporáneo.

La influencia de Jung y su teoría del inconsciente colectivo también es perceptible en el trabajo de Ma Ke, especialmente en su forma de usar arquetipos universales mientras los reinventa en un lenguaje pictórico personal. El caballo, figura recurrente en su obra, no deja de evocar lo que Jung llamó “las imágenes primordiales”, esas representaciones innatas que habitan nuestro inconsciente colectivo [5]. Pero Ma Ke no se limita a reproducir estos arquetipos, los transforma, deforma, insufla una vida nueva que corresponde a nuestra época convulsa.

Tomemos por ejemplo su serie sobre “La Metamorfosis” inspirada en Kafka. Ma Ke no busca ilustrar literalmente el relato del escritor checo, sino capturar su esencia, esa angustia existencial frente a la transformación. Los cuerpos deformados, fragmentados, que pueblan estos cuadros, no dejan de recordar lo que Deleuze y Guattari teorizaron bajo el concepto de “cuerpo sin órganos”, esa aspiración a escapar de las determinaciones orgánicas para alcanzar un estado de pura intensidad [6]. Ma Ke, a través de su trabajo sobre la figura humana, nos invita a repensar nuestra relación con el cuerpo, la identidad y la transformación.

En sus obras recientes, Ma Ke se ha orientado hacia una exploración más abstracta, utilizando puntos, líneas, planos, esferas y formas geométricas para construir imágenes de animales o figuras humanas. Este enfoque más geométrico, que recuerda a algunas investigaciones cubistas, demuestra su voluntad constante de renovar su lenguaje pictórico, de encontrar nuevas formas de expresar lo humano. Como escribía Paul Klee, “el arte no reproduce lo visible, hace visible” [7]. Ma Ke, a través de estas composiciones abstractas, busca precisamente hacer visible lo invisible, dar forma a esas fuerzas que nos atraviesan y nos constituyen.

La paleta de Ma Ke, a menudo dominada por tonos grises o rosas, crea una atmósfera a la vez íntima y inquietante. Esta restricción cromática no es signo de limitación, sino todo lo contrario, de concentración, de intensificación de la expresión. Como señaló Alberto Giacometti, “cuanto más miro, más veo gris” [8]. Esta grisura que invade algunas de las obras de Ma Ke no es signo de desencanto, sino más bien de lucidez, de voluntad de ver el mundo tal como es, más allá de las ilusiones coloridas.

Lo que distingue a Ma Ke de muchos artistas chinos contemporáneos es su rechazo a jugar la carta del “exotismo” o la identidad cultural como argumento comercial. No busca crear un arte “típicamente chino” que corresponda a las expectativas occidentales, ni imitar las modas artísticas occidentales. Su enfoque es profundamente sincero, arraigado en una reflexión personal sobre la condición humana y sobre las posibilidades expresivas de la pintura. Como acertadamente señaló la crítica de arte Karen Smith, Ma Ke podría ser “el primer pintor modernista auténtico de China” [9].

El trabajo de Ma Ke nos recuerda que el arte verdadero nunca es una simple cuestión de estilo o técnica, sino siempre una cuestión de necesidad interior, de visión personal del mundo. En una época en la que el arte contemporáneo parece a menudo reducirse a estrategias de marketing o posturas intelectuales, el trabajo de Ma Ke nos recuerda qué puede ser la pintura cuando se practica como una verdadera exploración existencial: un espacio de libertad, de cuestionamiento, de transformación.

Lo que me conmueve personalmente en la obra de Ma Ke es esta forma que tiene de crear imágenes que nos persiguen, que siguen viviendo en nosotros mucho después de haber desviado la mirada. Sus cuadros no son objetos decorativos destinados a embellecer nuestros interiores, sino presencias inquietantes que nos interrogan, nos desestabilizan, nos transforman. Como escribía François Cheng respecto a la pintura tradicional china: “Una verdadera pintura es aquella en la que se entra como en un paisaje real, donde se puede permanecer, deambular y regresar” [10]. Los cuadros de Ma Ke son precisamente esos espacios habitables por la imaginación, esos territorios donde el alma puede deambular y perderse.

Escuchadme bien, panda de snobs, si buscáis un arte que os confirme en vuestras certezas, que acaricie vuestro gusto por lo bonito o por lo conceptual de moda, id por otro camino. Pero si estáis dispuestos a enfrentaros a una pintura que os mira tanto como vosotros la miráis, que os interroga sobre vuestra propia condición, que os invita a una verdadera experiencia estética y existencial, entonces la obra de Ma Ke merece toda vuestra atención. Porque lo que nos ofrece no son simplemente cuadros para contemplar, sino un espacio para pensar, para sentir, para estar plenamente vivos.

Ma Ke sigue viviendo y trabajando en Pekín, persiguiendo incansablemente su búsqueda pictórica. Su obra, aún demasiado desconocida en Occidente, merece ser descubierta y meditada ampliamente, no como una curiosidad exótica venida de Oriente, sino como una de las voces más auténticas y profundas de la pintura contemporánea mundial.


  1. Nabokov, Vladimir. Littératures. Fayard, 1985.
  2. Cioran, Emil. El demiurgo malvado. Gallimard, 1969.
  3. Sloterdijk, Peter. La movilización infinita. Christian Bourgois, 2000.
  4. Jankélévitch, Vladimir. El “no sé qué” y el casi nada. Seuil, 1980.
  5. Jung, Carl Gustav. Las raíces de la conciencia. Buchet/Chastel, 1971.
  6. Deleuze, Gilles y Guattari, Félix. Miles plateaux. Éditions de Minuit, 1980.
  7. Klee, Paul. Teoría del arte moderno. Gallimard, 1998.
  8. Giacometti, Alberto. Escritos. Hermann, 1990.
  9. Smith, Karen. Comisaria de la exposición Ma Ke, “Life Most Intense”, en Platform China, Pekín, del 20 de abril al 2 de junio de 2012.
  10. Cheng, François. Vacío y lleno: el lenguaje pictórico chino. Seuil, 1991.
Was this helpful?
0/400

Referencia(s)

MA Ke (1970)
Nombre: Ke
Apellido: MA
Otro(s) nombre(s):

  • 马轲 (Chino simplificado)
  • 馬軻 (Chino tradicional)

Género: Masculino
Nacionalidad(es):

  • China

Edad: 55 años (2025)

Sígueme