¡Escuchadme bien, panda de snobs! Seguro que habéis oído hablar de Njideka Akunyili Crosby, esa artista nigeriano-estadounidense que tiene el mundo del arte contemporáneo a sus pies, con su MacArthur Genius Grant y sus ventas en subastas alcanzando precios estratosféricos. Pero, ¿cuántos de vosotros habéis realmente mirado su obra? No hablo de echar un vistazo distraído antes de pasar a la próxima sensación de Instagram. No, hablo de detenerse, respirar y sumergirse en sus mundos visuales vertiginosos. Los cuadros de Akunyili Crosby no os saltan a la cara con el tipo de brillo fácil que domina nuestra época de atención fragmentada. Más bien, os invitan a acercaros, a inclinaros, a perderos en sus profundidades meticulosamente construidas.
La obra de Akunyili Crosby opera en un espacio liminal, entre Nigeria y América, entre la memoria y el presente, entre lo íntimo y lo colectivo. Cada pieza es un desafío a nuestra comprensión simplista de la identidad cultural. Tomad “Still You Bloom in This Land of No Gardens” (2021), una obra que captura a la artista con su hijo, rodeados de una vegetación exuberante que oscurece parcialmente sus cuerpos. Esta forma en que las plantas se entrelazan con las figuras recuerda al antropólogo Claude Lévi-Strauss y su concepción del “pensamiento salvaje” [1].
Lévi-Strauss sostuvo que los sistemas culturales son como bricolajes, ensamblajes creativos compuestos por elementos diversos provenientes de distintas fuentes. ¿No es exactamente eso lo que hace Akunyili Crosby? Ella yuxtapone referencias visuales de Nigeria y Estados Unidos, creando una taxonomía personal donde la clasificación rígida cede paso a una inteligencia asociativa más fluida. En sus obras, los objetos cotidianos, un sofá, una tetera, una mesa, se convierten en tótems cargados de significado cultural, a la manera en que Lévi-Strauss veía los objetos “salvajes” como portadores de significados complejos que desafían las categorizaciones occidentales.
Esta artista utiliza objetos banales como vehículos de memoria colectiva, creando lo que Lévi-Strauss llamaría un “sistema de signos” para navegar entre culturas. La tetera esmaltada sobre la mesa en “Tea Time in New Haven, Enugu” no es solo un accesorio decorativo, es un artefacto cultural que habla de la herencia colonial británica en Nigeria, reapropiado y transformado en algo específicamente nigeriano. Es precisamente este tipo de “bricolaje cultural” el que Lévi-Strauss identificó como el corazón de la creación de identidades culturales híbridas.
Pero lo que verdaderamente distingue a Akunyili Crosby es su técnica de transferencia fotográfica. Ella aplica disolventes en el reverso de imágenes tomadas de revistas y libros nigerianos, sellando estas imágenes en la superficie del cuadro. Este método crea alucinaciones visuales meticulosas, superponiendo recuerdos sobre momentos que viven plenamente en el presente. Y es ahí donde vemos la influencia de Gaston Bachelard y su “Poética del espacio” [2].
Bachelard nos enseñó que los espacios íntimos, casas, cajones, rincones, son contenedores de memoria e imaginación. Él escribía: “La casa es nuestro rincón del mundo… es nuestro primer universo, un verdadero cosmos.” Los interiores domésticos de Akunyili Crosby funcionan exactamente como esos espacios bachelardianos. En “The Beautyful Ones” Serie #11, vemos a una niña con un vestido de comunión blanco, de pie en un espacio interior revestido de imágenes transferidas. No es simplemente un retrato, es lo que Bachelard llamaría una “topografía de nuestro ser íntimo.”
La meticulosa atención que Akunyili Crosby presta a los detalles de los interiores domésticos, los motivos del suelo, las telas conmemorativas en las paredes, los objetos sobre las mesas, no es simplemente decorativa. Ella crea lo que Bachelard llamaría una “poética del habitar.” En “Mama, Mummy and Mamma,” tres generaciones de mujeres están representadas en un espacio doméstico cargado de recuerdos, una manifestación visual de lo que Bachelard llama “la casa onírica”, un espacio que trasciende lo físico para convertirse en un depósito de sueños y recuerdos.
Las ventanas, las puertas y los marcos que aparecen tan frecuentemente en la obra de Akunyili Crosby funcionan como los “umbrales” bachelardianos, puntos de paso entre diferentes estados del ser. En “Portals” (2016), la artista crea literalmente lo que Bachelard llamaría una “dialéctica del dentro y el fuera”, usando estructuras arquitectónicas como metáforas de la transición entre mundos. Estos portales no son simplemente elementos arquitectónicos; son pasajes entre Nigeria y América, entre el pasado y el presente.
La ultra-planitud de sus imágenes crea una calma profunda, como si existieran fuera del flujo normal del tiempo. Esta temporalidad única es lo que Bachelard llamaría una “verticalidad” del tiempo, donde pasado, presente y futuro se comprimen en un solo momento. En estas obras, el tiempo no es lineal sino vertical, permitiendo que diferentes épocas y lugares coexistan en un solo espacio pictórico.
La presencia de las plantas en sus obras recientes añade otra capa de contemplación, creando un deslizamiento entre el espacio interior y exterior, el primer plano y el fondo, el yo y el entorno. En estas escenas, realizadas sobre papel y fijadas a la pared con pinzas y clavos, las figuras pintadas y fotografiadas se integran en mundos exuberantes de follaje, difuminando (y a veces rasgando completamente) las distinciones entre humanos y formas bióticas.
Esta fusión de los cuerpos humanos con su entorno recuerda la preocupación de Bachelard por cómo los espacios íntimos moldean nuestro ser. Akunyili Crosby extiende esta idea al sugerir que nuestra identidad está inextricablemente ligada no solo a los espacios que habitamos, sino también a las ecologías naturales y culturales que nos rodean. Las plantas que florecen a través de este conjunto de obras más recientes introducen aún otra capa de reflexión, ocasionando un deslizamiento entre el espacio interior y exterior, el primer plano y el fondo, el yo y el entorno.
La obra de Akunyili Crosby también evoca la noción bachelardiana de “resonancia”, la manera en que los objetos y espacios pueden evocar recuerdos y emociones que resuenan en nosotros. Las imágenes transferidas que aparecen en la ropa, las paredes y los muebles en sus cuadros crean literalmente esta resonancia visual, tejiendo juntos fragmentos de memoria cultural para crear una sinfonía visual compleja.
El trabajo de Akunyili Crosby es profundamente autobiográfico, pero nunca solipsista. Ella usa su propia experiencia como punto de partida para explorar cuestiones más amplias de migración, identidad y memoria cultural. Como ella misma ha dicho: “Pinto Nigeria tal y como existía cuando la dejé a finales de los años 90, que no es la misma que la cultura nigeriana ahora… Es mi vida, mi autobiografía, mi familia, pero estas experiencias culturales, económicas y geográficas hablan de algo que es más grande que yo: son una confluencia de cosas dispares.” [3]
Lo que resulta especialmente impactante en su obra es la manera en que evita las trampas de la nostalgia fácil. Hay una brutalidad escondida en la belleza. “A Sunny Day on Bar Beach” presenta una playa pública en Lagos donde el antiguo gobierno militar ejecutaba a personas. Esta yuxtaposición de lo doméstico y lo político recuerda cómo Lévi-Strauss veía las estructuras culturales como intrínsecamente ligadas a las estructuras de poder. Los dictadores militares que traicionaron la promesa de África aparecen furtivamente en sus transferencias fotográficas, recordando que la memoria cultural siempre está entrelazada con la historia política.
En “Blend in, Stand out”, una mujer abraza a un hombre sentado por detrás, una persona negra y una persona blanca, Akunyili Crosby y su marido. En el centro de la imagen se encuentra una vasija Igbo. Su vestido es verde y está lleno de imágenes de figuras negras con los puños en alto. “Pienso en ese banco de memoria que llevo desde que crecí en Nigeria”, dijo Akunyili Crosby. Mire atentamente y verá ese reservorio de imágenes integrado por todas partes en su arte: en la ropa, en el papel pintado, superficies de pensamiento y sentimiento.
La obra de Akunyili Crosby resiste la simplificación y las categorizaciones fáciles. Nos invita a considerar cómo se forman las identidades en la encrucijada de múltiples influencias culturales, cómo persiste la memoria a través de los objetos y los espacios, y cómo el arte puede crear un “tercer espacio” donde diferentes realidades pueden coexistir. Como nos recordaría Lévi-Strauss, las identidades culturales nunca son puras o estáticas, sino que siempre están en proceso de “bricolaje”, ensambladas a partir de elementos diversos para crear algo nuevo y único.
Las obras de Akunyili Crosby no son simplemente representaciones de espacios, son espacios en sí mismos, lugares donde podemos entrar y habitar momentáneamente, lugares que resuenan con nuestra propia experiencia vivida. En un mundo obsesionado con identidades fijas y fronteras rígidas, Akunyili Crosby nos ofrece una visión más fluida y generosa de lo que significa existir entre los mundos.
La próxima vez que tenga la oportunidad de ver su trabajo, no sea de los que echan un vistazo rápido y siguen su camino. Deténgase. Inclínese. Mire atentamente. Y déjese transportar a esos espacios intermedios donde la memoria, la identidad y la imaginación se encuentran en una danza compleja y magnífica.
- Lévi-Strauss, Claude. El pensamiento salvaje. París: Plon, 1962.
- Bachelard, Gaston. La poética del espacio. París: Presses Universitaires de France, 1957.
- Jansen, Char. “Interiores e interioridad: Njideka Akunyili Crosby.” Contemporary Art Review LA, 3 de abril de 2016.
















