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Ren Zhe: El alquimista del acero y del espíritu

Publicado el: 28 Diciembre 2024

Por: Hervé Lancelin

Categoría: Crítica de arte

Tiempo de lectura: 5 minutos

Ren Zhe, este escultor prodigio, ha desarrollado un enfoque único que une el acero inoxidable con una sensibilidad profundamente enraizada en la tradición china. Sus guerreros trascienden la mera materialidad para encarnar una nueva visión del heroísmo contemporáneo.

Escuchadme bien, panda de snobs, el arte contemporáneo chino no es solo un asunto de mercado o especulación. Ren Zhe, nacido en 1983 en Pekín, encarna perfectamente a esta nueva generación de artistas que trascienden los clichés orientalistas que algunos coleccionistas occidentales, particularmente aquellos que viven en los barrios exclusivos de París, persisten en mantener con una condescendencia apenas disimulada.

Formado en la Universidad de Tsinghua, este escultor prodigio ha desarrollado un enfoque único que combina el acero inoxidable con una sensibilidad profundamente arraigada en la tradición china. Pero cuidado, no se engañen: sus guerreros no son simples figuras decorativas destinadas a adornar los vestíbulos de los bancos de inversión de Hong Kong o los áticos de Shanghái.

La primera característica de su obra es su reinterpretación radical del cuerpo heroico. A diferencia del enfoque occidental del cuerpo escultórico, heredado de los griegos y glorificado por Miguel Ángel, Ren Zhe propone una corporeidad que desafía la mera materialidad. Sus guerreros, como en su obra emblemática “Lei”, no se definen por su musculatura sino por lo que Walter Benjamin habría llamado su “aura”. Esta aura, Ren Zhe la captura en el acero pulido como un espejo, creando superficies que absorben y reflejan simultáneamente la luz, transformando cada escultura en un diálogo constante entre presencia y ausencia.

Este enfoque recuerda extrañamente la teoría del “cuerpo sin órganos” de Deleuze y Guattari, donde el cuerpo ya no es una simple organización anatómica sino un campo de intensidades. Los guerreros de Ren Zhe, congelados en posturas dinámicas que parecen desafiar la gravedad, no representan tanto cuerpos físicos como manifestaciones de lo que los filósofos taoístas llaman el “qi”, esa fuerza vital que trasciende la mera materialidad.

Cuando Johnny Depp visitó su estudio en 2014, probablemente no comprendió toda la profundidad filosófica de estas obras, pero sin duda sintió su poder magnético. Y es precisamente ahí donde reside la segunda característica del trabajo de Ren Zhe: su capacidad para trascender las fronteras culturales sin dejar de estar profundamente arraigado en la tradición china.

Tomemos su instalación “Genesis” en Shenzhen. En esta obra monumental, Ren Zhe no se limita a fusionar Oriente y Occidente, eso sería demasiado simple, demasiado predecible. No, crea lo que Homi Bhabha llamaría un “tercer espacio”, donde las dicotomías tradicionales entre Oriente y Occidente se disuelven para dar lugar a algo nuevo, algo que no pertenece ni a uno ni al otro, sino que los abarca a ambos.

Su trabajo con el acero inoxidable no es simplemente una elección estética. Es una declaración audaz sobre la modernidad china misma. El acero, material emblemático de la industrialización, se convierte bajo sus manos en un medio para explorar lo que el filósofo François Jullien llama las “transformaciones silenciosas” de la cultura china. Las superficies espejo de sus esculturas no solo reflejan su entorno, sino que crean un diálogo constante entre la tradición y la modernidad, entre el pasado y el presente.

Su serie de los Cuatro Guardianes Celestiales para el Parkview Group de Pekín, Dragón Azur, Tigre Blanco, Pájaro Bermellón y Tortuga Negra, es particularmente reveladora. Estas figuras mitológicas tradicionales son reinventadas en un lenguaje escultórico contemporáneo que hace eco a las preocupaciones de nuestra época. La manera en que trata las superficies pulidas hasta alcanzar una calidad similar a la joyería recuerda lo que Roland Barthes decía de Japón en “El Imperio de los signos”: la superficie se convierte en profundidad en sí misma.

Lo fascinante en el trabajo de Ren Zhe es su capacidad para crear lo que Jacques Rancière llamaría un “compartir lo sensible” único. Sus guerreros no son simplemente representaciones de figuras históricas o mitológicas, son manifestaciones de lo que significa ser humano en un mundo en constante mutación. Cada pliegue en el acero, cada torsión del metal se convierte en una meditación sobre la condición humana.

Su exposición en el Museo del Palacio en 2019, primera exposición personal de escultura a gran escala en la Ciudad Prohibida, no fue solo un triunfo personal. Fue una demostración brillante de cómo el arte contemporáneo puede dialogar con la tradición sin caer en la imitación servil o la reverencia servil. Sus guerreros, erigidos con orgullo en este lugar emblemático de la historia china, creaban un puente temporal vertiginoso entre pasado y presente.

La venta de su obra “Infinite Spirit of Allegiance” por 2,52 millones de dólares de Hong Kong en Sotheby’s en 2021 es solo una validación superficial de su importancia. Lo que realmente importa es la forma en que logra crear un arte que habla simultáneamente a los coleccionistas del Silicon Valley y a los monjes del templo Shuanglin, donde pasó un mes estudiando las esculturas antiguas que influirían profundamente en su obra.

Los críticos que lo comparan con Henry Moore o Lynn Chadwick pierden completamente el asunto. Ren Zhe no es un artista que busca inscribirse en una línea occidental de la escultura moderna. Más bien crea lo que el filósofo François Jullien llamaría un “desplazamiento”, un espacio de pensamiento y creación que permite ver tanto Oriente como Occidente bajo una nueva luz.

Su última serie basada en los personajes del novelista Jin Yong muestra que continúa explorando nuevos territorios mientras permanece fiel a su visión artística fundamental. Estas obras no son simples ilustraciones tridimensionales de personajes literarios, sino meditaciones profundas sobre lo que significa ser un héroe en un mundo que desesperadamente necesita ejemplos morales.

Ren Zhe crea un arte que trasciende las categorías fáciles. Sus esculturas no son ni tradicionales ni contemporáneas, ni orientales ni occidentales, son simplemente necesarias. En un mundo obsesionado por las divisiones y categorías, su trabajo nos recuerda que la verdadera grandeza artística reside en la capacidad de crear puentes y no muros. Y si algunos snobs del arte contemporáneo no entienden esto, es su problema, no el suyo.

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Referencia(s)

REN Zhe (1983)
Nombre: Zhe
Apellido: REN
Género: Masculino
Nacionalidad(es):

  • China

Edad: 42 años (2025)

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