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Yang Shihong, entre caligrafía y modernidad

Publicado el: 11 Agosto 2025

Por: Hervé Lancelin

Categoría: Crítica de arte

Tiempo de lectura: 10 minutos

Yang Shihong, nacido en 1947 en Taiwán, establece desde Nueva York una síntesis notable entre la tradición oriental y la modernidad occidental. Sus series “Flujo de conciencia” revelan un lenguaje pictórico único donde la caligrafía china encuentra el expresionismo abstracto para crear obras meditativas de una rara intensidad poética.

Escuchadme bien, panda de snobs: Yang Shihong no es simplemente un pintor taiwanés más en el panorama artístico contemporáneo. Este hombre nacido en 1947 en la ciudad de Zhongli encarna por sí solo la síntesis perfecta entre Oriente meditativo y Occidente expresionista, entre la tradición milenaria de la tinta y la modernidad neoyorquina. Graduado en 1968 de la Escuela Nacional de Artes de Taiwán, se exilia en 1979 hacia Nueva York. Desde entonces, no cesa de cuestionar, sacudir, reinventar lo que significa pintar en el siglo XXI.

La obra de Yang Shihong se despliega como una catedral temporal donde cada lienzo constituye una nave, cada serie una capilla dedicada a la exploración del ser. Su trayectoria artística, lejos de ser lineal, se asemeja más a una espiral ascendente: partiendo del figurativo de sus primeros años, atraviesa los territorios de la abstracción vegetal en los años noventa para llegar, desde 2007, a sus famosas series “Flujo de conciencia” que marcan el apogeo de su madurez creativa.

Esta evolución no es fortuita. Se ancla en una profunda meditación sobre la naturaleza del tiempo, esa obsesión que atraviesa todo su corpus. Yang Shihong declara él mismo: “El tiempo es un proceso que fluye, el presente es muy corto, el presente desaparece instantáneamente, la mayoría de los estados temporales son el pasado y el futuro” [1]. Esta concepción del tiempo como flujo perpetuo encuentra su traducción plástica en obras que parecen capturar lo inasible, congelar lo efímero manteniendo paradójicamente una dinámica de movimiento perpetuo.

El legado de James Joyce: Cuando la pintura se une a la literatura de la conciencia

La comprensión del arte de Yang Shihong requiere un desvío por los territorios de la literatura modernista, más precisamente por la obra revolucionaria de James Joyce. El artista taiwanés reconoce explícitamente esta filiación: sus creaciones desde 2007 se nutren directamente de la técnica del “flujo de conciencia” desarrollada por el autor de Ulises. Esta referencia no es en absoluto anecdótica; constituye el fundamento teórico sobre el que se basa todo su enfoque pictórico contemporáneo.

James Joyce, en su obra maestra de 1922, trastoca los códigos narrativos tradicionales al abandonar la estructura lineal en favor de un monólogo interior que imita los meandros del pensamiento. El flujo de conciencia, tal como fue teorizado por el psicólogo William James desde 1890, designa esa continuidad de la conciencia donde se mezclan percepciones, recuerdos y anticipaciones sin una solución de continuidad lógica. Joyce traslada esta técnica al ámbito literario, creando un estilo donde las asociaciones libres, los cambios abruptos y las elipsis reconstruyen la verdadera textura de la experiencia humana.

Yang Shihong realiza una transposición similar en el ámbito pictórico. Sus lienzos de la serie “Flujo de conciencia” abandonan toda pretensión de representación figurativa para centrarse en la expresión directa de los movimientos interiores. Así como Joyce deja vagar el pensamiento de Leopold Bloom por Dublín, Yang Shihong deja divagar su pincel sobre el lienzo, guiado por las impulsiones del instante presente. Este enfoque revela una comprensión profunda de lo que Joyce denomina “epifanía”: esos momentos de revelación súbita donde se desvela la esencia oculta de las cosas.

La influencia de Joyce también se manifiesta en la relación con el tiempo que desarrolla el artista. En Ulises, Joyce comprime la eternidad en un solo día, el 16 de junio de 1904, demostrando que la intensidad de la experiencia interior puede dilatar infinitamente el instante. Yang Shihong procede de forma análoga en sus pinturas: cada gesto pictórico se convierte en portador de una temporalidad densa, cada corriente de tinta arrastra siglos de tradición caligráfica. El artista explica que “el arte puede retener el tiempo que pasa instantáneamente, preservar el presente y el momento, guardar las imágenes que desaparecen en un abrir y cerrar de ojos, las formas y los bellos recuerdos” [1].

Esta parentesco con Joyce se revela particularmente impactante en la técnica de asociación libre que desarrolla Yang Shihong. Sus composiciones nacen de la interacción espontánea entre la conciencia creativa y la materialidad de la tinta y el acrílico. Así como los personajes de Joyce dejan fluir sus pensamientos sin censura, el artista deja correr su pintura según las sugerencias del instante. Este método produce obras de una riqueza semántica excepcional, donde cada detalle puede abrir asociaciones infinitas.

El paralelo con la literatura de la conciencia no se detiene en la técnica: también concierne a la finalidad del arte. Joyce busca revelar la verdad psicológica de sus personajes más allá de las apariencias sociales. Yang Shihong persigue un objetivo similar al mostrar, más allá de las formas visibles, las estructuras profundas de la experiencia estética. Sus lienzos funcionan como radiografías del alma, revelando las capas geológicas de la sensibilidad contemporánea.

Este enfoque alcanza su apogeo en obras como “De repente iluminado” (2017) o “Expansión” (2016), donde la gestualidad pictórica imita exactamente los mecanismos de la asociación mental. Los colores se responden según una lógica emocional más que descriptiva, las formas se generan mutuamente en una cadena asociativa que recuerda los procesos de Joyce. Así, el artista logra crear un equivalente plástico de lo que Joyce llama “la escritura automática del inconsciente”. Cada obra se convierte en un fragmento de conciencia cristalizado, una ventana abierta a la infinita complejidad de la experiencia humana.

La arquitectura de lo invisible: Construir el espacio pictórico

El arte de Yang Shihong no se limita a tomar prestado de la literatura; también se nutre de las estructuras fundamentales de la arquitectura para elaborar su poética visual. Esta dimensión arquitectónica de su obra es particularmente interesante porque revela una concepción profundamente espacial de la pintura, heredada tanto de la tradición oriental como de su formación occidental.

La arquitectura, como arte de la organización del espacio, ofrece a Yang Shihong un vocabulario formal para estructurar sus composiciones abstractas. Sus lienzos no se limitan a ser superficies decoradas: se convierten en espacios habitables para la mirada, lugares de meditación y contemplación. Este enfoque arquitectónico se manifiesta primero en la gestión del espacio pictórico. A diferencia de la pintura occidental tradicional, que a menudo privilegia la centralidad y la perspectiva, Yang Shihong adopta una lógica espacial heredada del arte chino clásico, donde el espacio se despliega según varios puntos de vista simultáneos.

Esta concepción arquitectónica del espacio tiene sus raíces en su formación y experiencia en Nueva York. Manhattan, ese bosque de rascacielos donde el artista vive desde 1979, influye profundamente en su percepción de la verticalidad y de la estratificación espacial. Sus composiciones de las series recientes revelan una comprensión íntima de lo que la arquitectura moderna llama “el espacio fluido”: esos volúmenes que se entrelazan sin solución de continuidad, creando zonas de transición y ambigüedad.

La influencia arquitectónica también se revela en la forma en que Yang Shihong concibe la estructura interna de sus obras. Cada lienzo posee su propia lógica constructiva, su estructura invisible que determina la organización de las masas coloreadas y los vacíos. Este enfoque recuerda a los grandes maestros de la arquitectura moderna que privilegian la estructura sobre el ornamento, la esencia sobre la apariencia. El artista desarrolla así lo que podríamos llamar una “arquitectura pictórica” donde cada elemento encuentra su justificación en la economía general de la obra.

Esta dimensión arquitectónica se manifiesta especialmente en el tratamiento de las proporciones y los ritmos. Yang Shihong domina perfectamente el arte de la modulación espacial, creando respiraciones y tensiones que dan a sus lienzos una verdadera profundidad arquitectónica. Sus composiciones más logradas, como “Universo” (2016) o “Tiempo y Tierra” (2017), poseen esa cualidad rara que caracteriza los grandes espacios arquitectónicos: la capacidad de crear una sensación de infinito en un marco finito.

El enfoque arquitectónico de Yang Shihong se revela también en su concepción de la luz. Como los arquitectos modernos que hacen de la luz un material de construcción por derecho propio, el artista trabaja los contrastes y las matices cromáticas para crear efectos de iluminación que estructuran el espacio pictórico. Sus negros profundos funcionan como masas arquitectónicas, creando volúmenes y cavidades que otorgan una dimensión escultórica a sus lienzos.

Esta sensibilidad arquitectónica encuentra su expresión más acabada en la serie de los “Flujos de conciencia”, donde el artista desarrolla una verdadera “caligrafía arquitectónica”. Sus gestos pictóricos, inspirados en la caligrafía china tradicional, construyen espacios gráficos de una complejidad estructural notable. Cada trazo, cada escurrimiento contribuye a la edificación de un espacio mental que el espectador puede recorrer visualmente según múltiples itinerarios.

La arquitectura invisible de Yang Shihong se revela finalmente en su capacidad para crear obras que van más allá de su dimensión bidimensional para convertirse en verdaderos entornos. Sus grandes lienzos, por su formato y su intensidad expresiva, transforman el espacio de exposición en un lugar de recogimiento y meditación. Esta cualidad ambiental de su arte da testimonio de una comprensión profunda de lo que la arquitectura contemporánea llama “el espacio fenomenológico”: esos lugares que actúan directamente sobre la sensibilidad y modifican la percepción del espectador.

La alquimia del presente perpetuo

Yang Shihong realiza en sus obras recientes una alquimia temporal de una rareza y sofisticación inusual. Su serie “Flujo de conciencia” no se limita a capturar lo inmediato; logra crear esta paradoja de un “presente perpetuo” donde lo efímero adquiere una dimensión de eternidad. Esta performance artística merece ser analizada en sus mecanismos más sutiles porque revela la originalidad profunda de su enfoque.

El artista desarrolla una técnica pictórica que imita exactamente los procesos de la memoria involuntaria. Sus gestos espontáneos sobre el lienzo se asemejan a las resurgencias memorísticas descritas por Proust: apariciones súbitas que interrumpen la lógica cronológica para revelar conexiones inesperadas entre experiencias distantes. Esta aproximación permite a Yang Shihong crear obras que funcionan como “máquinas del tiempo”, revelando en el instante presente de la creación los sedimentos de toda una existencia artística.

La destreza técnica del artista se revela en su capacidad para orquestar el azar controlado. Sus composiciones nacen de la interacción entre la premeditación y el accidente, entre la tradición milenaria de la caligrafía china y la improvisación jazz de los expresionistas abstractos estadounidenses. Esta síntesis produce obras de una originalidad asombrosa que escapan a las categorías habituales del arte contemporáneo.

La innovación de Yang Shihong reside también en su capacidad para renovar constantemente su lenguaje plástico sin traicionar jamás su coherencia interna. Cada nueva serie revela potencialidades inexploradas de su vocabulario formal, demostrando una inventiva que nunca se agota. Esta capacidad de renovación permanente testimonia una auténtica necesidad interior que transforma cada lienzo en un evento artístico singular.

Así, el artista logra resolver una de las contradicciones mayores del arte contemporáneo: cómo conciliar la exigencia de novedad con la fidelidad a una visión personal. Su respuesta consiste en hacer de la contradicción misma un principio creador, convirtiendo las tensiones entre tradición y modernidad, Oriente y Occidente, figuración y abstracción, en motores de la invención artística.

Las obras recientes de Yang Shihong revelan una madurez artística excepcional. Lienzos como “Sublime” (2016) o “Rapsodia” (2016) evidencian una libertad creativa total que nunca excluye la rigurosidad formal. En ellos, el artista alcanza esa rara calidad que los chinos denominan “la simplicidad después de la complejidad”, esa evidencia aparente que oculta años de investigación y profundización.

Esta madurez se manifiesta también en la relación que el artista mantiene con su propio pasado creador. Lejos de negar sus períodos anteriores, los integra en una síntesis superior que revela la lógica profunda de su evolución. Sus obras actuales contienen en germen todas sus búsquedas previas, transformadas y sublimadas por la experiencia acumulada.

Yang Shihong encarna esa rara figura del artista que logra conjugar autenticidad personal y alcance universal. Sus obras hablan simultáneamente al aficionado del arte contemporáneo occidental y al conocedor de la pintura tradicional china, revelando conexiones inesperadas entre universos estéticos aparentemente inconciliables. Esta capacidad de reconciliación pone de manifiesto una visión artística de rara amplitud que lo convierte en uno de los creadores más significativos de su generación.

El arte de Yang Shihong nos recuerda que la pintura, lejos de ser un arte obsoleto, conserva intacta su capacidad para revelar las estructuras profundas de la experiencia humana. En un mundo dominado por la imagen digital y la comunicación instantánea, sus lienzos ofrecen ese lujo inestimable de la lentitud contemplativa, ese espacio de resistencia donde la sensibilidad puede desplegarse sin restricciones. Su obra constituye un testimonio insustituible sobre las posibilidades aún inexploradas de la pintura en el siglo XXI, una lección de optimismo creador en un mundo a menudo desencantado.


  1. Yang Shihong, citado en “El Clamor de la Naturaleza – Yang Shihong el Presente Eterno”, Artemperor, 21 de octubre de 2015.
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Referencia(s)

YANG Shihong (1947)
Nombre: Shihong
Apellido: YANG
Otro(s) nombre(s):

  • 楊識宏 (Chino tradicional)
  • 杨识宏 (Chino simplificado)

Género: Masculino
Nacionalidad(es):

  • Taiwán (República de China)

Edad: 78 años (2025)

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