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Christine Ay Tjoe: Abismos interiores

Publicado el: 6 Marzo 2025

Por: Hervé Lancelin

Categoría: Crítica de arte

Tiempo de lectura: 10 minutos

Christine Ay Tjoe transforma sus lienzos en espacios poéticos donde se entrelazan emociones y sensaciones. En sus obras como “Not Too Far” o “The Comrade”, las formas orgánicas parecen emerger de un más allá, de un espacio interior donde la conciencia humana dialoga con la materia viva.

Escuchadme bien, panda de snobs. Si aún no habéis sucumbido a los entrelazados misteriosos y a las profundidades afectivas de las obras de Christine Ay Tjoe, es que vivís en otro planeta artístico, probablemente en el de las antigüedades polvorientas y las certezas obsoletas. En el panorama contemporáneo indonesio, esta mujer reina como una autoridad singular cuyo lenguaje pictórico trasciende fronteras con una virtuosidad que pone celosos a la mitad de los artistas de nuestra época.

Nacida en 1973 en Bandung, Christine Ay Tjoe ha evolucionado desde una práctica inicial de grabado hacia una pintura expresionista abstracta que la convierte en una de las voces más auténticas y buscadas del sudeste asiático. No os hablo de una simple tendencia pasajera, sino de un fenómeno cuyas obras se venden por millones de dólares en Hong Kong. Su obra “Small Flies and Other Wings” fue adjudicada por la modesta suma de 11,7 millones de dólares de Hong Kong en 2017, situándola entre los artistas indonesios vivos mejor valorados [1]. No es casualidad que los coleccionistas se disputen sus lienzos como si fueran hambrientos ante un buffet libre.

Lo que llama la atención de entrada en la obra de Ay Tjoe es ese diálogo permanente que establece entre lo visible y lo invisible. Sus composiciones abstractas, con líneas a veces salvajes, a veces delicadas, se convierten en el teatro de una exploración de los límites de nuestra percepción, donde la fenomenología de Maurice Merleau-Ponty había fracasado.

El filósofo Gaston Bachelard ya nos había advertido que “el espacio captado por la imaginación no puede permanecer como un espacio indiferente entregado a la medida del geómetra” [2]. Ay Tjoe parece haber asimilado plenamente esta lección, transformando sus lienzos en espacios poéticos donde se entrelazan emociones y sensaciones. En sus obras como “Not Too Far” (2018) o “The Comrade” (2018), las formas orgánicas parecen emerger de un más allá, de un espacio interior donde la conciencia humana dialoga con la materia viva.

Bachelard nos recuerda que “la imagen poética no está sometida a una presión. No es el eco de un pasado. Es más bien lo contrario: por el resplandor de una imagen, el pasado lejano resuena en ecos” [3]. Este resonar lo siento plenamente ante las obras de Ay Tjoe, donde cada capa de pintura parece ser una capa temporal, una arqueología del alma humana. La artista no se limita a representar el mundo, sino que revela sus fundamentos ocultos, las verdades enterradas.

La fenomenología bachelardiana nos invita a considerar la imagen no como una reproducción de lo real, sino como una creación en sí misma. Para Ay Tjoe, el lienzo se convierte en ese espacio donde lo imaginario toma forma y sustancia. “Cuando veo un lienzo en blanco, es un detonante y todo lo que está en mi cabeza se proyecta allí”, confiesa ella [4]. Este proceso creativo, casi mediúmnico, hace eco a la concepción bachelardiana de la imaginación como “facultad de deformar las imágenes proporcionadas por la percepción” [5]. Ay Tjoe no reproduce el mundo, lo reinventa.

En su serie “BLACK, KCALB, BLACK, KCALB” (2018), la artista crea un universo donde el negro se convierte en la expresión de un potencial latente, de una energía oscura presente en cada ser humano. Esta exploración de las tinieblas interiores resuena con el pensamiento de Bachelard sobre las tinieblas como espacio de ensueño. “La noche no es un espacio. Es una amenaza de eternidad”, escribía él [6]. Ay Tjoe parece haber captado esta dimensión ontológica de la oscuridad, transformándola en un espacio de exploración existencial.

Bachelard nos recuerda que “la imagen es anterior al pensamiento” [7]. Esta primacía de la imagen, esta inmediatez de la experiencia estética, caracteriza perfectamente la obra de Ay Tjoe. Sus lienzos no se leen, se viven. Requieren una inmersión total, una disponibilidad sensorial que nuestra época hiperconectada tiende a hacer que perdamos.

La otra dimensión interesante del trabajo de Ay Tjoe reside en su exploración de la psique humana, que nos lleva de forma natural hacia los territorios del psicoanálisis junguiano. Carl Gustav Jung, con su concepción de los arquetipos y del inconsciente colectivo, ofrece una clave de lectura particularmente fértil para comprender las creaciones de la artista indonesia.

Jung define los arquetipos como “imágenes primordiales” inscritas en el inconsciente colectivo de la humanidad [8]. Estos motivos universales estructuran nuestra psique y nuestra relación con el mundo. En las obras de Ay Tjoe, especialmente en su serie “Spinning in the Desert” (2021), se percibe esta dimensión arquetípica: las formas abstractas parecen emerger de un fondo común de la humanidad, como reminiscencias de un saber olvidado.

“La psique humana, al igual que el cuerpo, representa un colectivo de actividades y funciones heredadas”, escribía Jung [9]. Esta idea encuentra un eco impactante en el trabajo de Ay Tjoe, que extrae de las profundidades del ser verdades universales. Sus lienzos no cuentan historias individuales, desvelan estructuras fundamentales de la experiencia humana.

La noción junguiana de individuación, ese proceso mediante el cual un individuo se convierte psicológicamente en “individuo”, un ser completo, parece guiar también el recorrido artístico de Ay Tjoe. Sus primeras obras, más figurativas, han ido cediendo paso progresivamente a composiciones más abstractas, como si la propia artista atravesara ese camino hacia una conciencia más profunda e integrada de sí misma.

Jung destacó la importancia de los símbolos en el proceso de individuación: “Un símbolo es siempre el mejor medio posible para expresar algo desconocido” [10]. Las formas que se despliegan en las obras de Ay Tjoe funcionan precisamente como esos símbolos, esos intentos de dar forma a lo indecible. En sus grabados sobre placas de aluminio, las marcas y los trazos parecen ser las huellas de un diálogo con el inconsciente.

Uno de los conceptos más fecundos de Jung es el de la sombra, esa parte reprimida de nuestra personalidad que no queremos reconocer. “Cada uno lleva una sombra, y cuanto menos está encarnada en la vida consciente del individuo, más negra y densa es”, escribió [11]. Esta exploración de la sombra, de esa “oscuridad potencial” que habita en cada ser humano, constituye uno de los hilos conductores de la obra de Ay Tjoe, particularmente visible en su serie “BLACK, KCALB, BLACK, KCALB”.

La propia artista reconoce esta dimensión: “Hablaba del potencial de oscuridad que existe en cada uno de nosotros, que crece progresivamente sin que siquiera nos demos cuenta” [12]. Jung consideraba necesaria esta confrontación con nuestra parte oscura para nuestro desarrollo psíquico. Ay Tjoe parece compartir esta visión, transformando sus lienzos en espacios de reconocimiento e integración de esta dualidad fundamental.

La dualidad, precisamente, es un tema recurrente en la obra de Ay Tjoe. Jung veía en la conciencia humana una estructura fundamentalmente dual y consideraba la integración de los opuestos como uno de los objetivos últimos del proceso de individuación. En obras como “The Workers” (2009), Ay Tjoe yuxtapone el negro y el blanco, creando una tensión visual que evoca esta lucha interior entre las diferentes facetas de nuestro ser.

Jung escribió que “el encuentro con uno mismo es una de las experiencias más desagradables” [13]. Este enfrentamiento con nuestra verdad interior, con nuestras contradicciones y nuestras zonas oscuras, constituye el corazón palpitante de la obra de Ay Tjoe. Sus lienzos no nos ofrecen escapatorias estéticas complacientes, sino que nos enfrentan a la complejidad de nuestra condición.

La artista parece haber integrado también la noción junguiana de anima y animus, esos aspectos femeninos y masculinos presentes en cada individuo. En sus composiciones, las formas oscilan a menudo entre la dulzura y la agresividad, la fluidez y la rigidez, como si encarnaran esa danza perpetua entre los principios masculino y femenino que Jung consideraba esenciales para nuestro equilibrio psíquico.

Lo que distingue verdaderamente a Christine Ay Tjoe en el panorama artístico contemporáneo es su capacidad para trascender las dicotomías simplistas. Ni totalmente abstracta, ni verdaderamente figurativa, su obra se sitúa en ese intermedio fértil donde la imaginación puede desplegarse libremente. Como escribió Jung, “la creatividad es ver lo que todos ven y pensar lo que nadie ha pensado” [14].

La obra de Ay Tjoe posee esa cualidad rara de hablarnos simultáneamente en varios niveles: visceral, emocional, intelectual, espiritual. Sus lienzos capturan esa totalidad de la experiencia humana que Jung buscaba comprender a través de su psicología analítica. No son objetos para contemplar pasivamente, sino invitaciones a un viaje interior.

En su exposición “Lesser Numerator” (2023), Ay Tjoe explora la relación entre el individuo y la colectividad a través del prisma de las fracciones matemáticas. El numerador, esa parte que se encuentra por encima de la línea fraccional, representa al individuo en su interacción con la comunidad más amplia, simbolizada por el denominador. Esta metáfora matemática, que evoca la tensión entre singularidad y pertenencia, resuena profundamente con la concepción junguiana del individuo como microcosmos del colectivo.

Jung escribió que “la personalidad es el acto supremo de coraje frente a la existencia, y la cuestión central del hombre siempre ha sido encontrar la manera de vivir más allá de la simple supervivencia” [15]. Esta búsqueda existencial anima toda la obra de Ay Tjoe, cuyos lienzos pueden verse como intentos de trascender los límites de nuestra condición.

Esta ascensión hacia una conciencia más amplia, esta integración de los diferentes aspectos de nuestro ser, Jung la consideraba como el objetivo último de la existencia humana. “Volverse uno mismo es un viaje que dura toda la vida”, escribió [16]. La obra de Ay Tjoe es testimonio de ese viaje, de esa búsqueda incesante de autenticidad y plenitud.

Lo que hace que el enfoque de Ay Tjoe sea tan poderoso es que no se limita a ilustrar estos conceptos psicoanalíticos, sino que los encarna en la materia misma de sus obras. Sus lienzos no son representaciones del inconsciente, son manifestaciones directas de esa energía psíquica que Jung llamaba libido. La artista trabaja en un estado cercano al trance, como ella misma confiesa: “Trabajo casi en trance” [17].

Para Jung, el arte auténtico extrae directamente de las capas profundas de la psique, donde residen los arquetipos y el inconsciente colectivo. “El artista es el instrumento inconsciente de su tiempo”, escribió [18]. Ay Tjoe, a través de su exploración de los abismos interiores, se convierte en la portavoz de nuestras angustias contemporáneas, de nuestras interrogantes existenciales en un mundo en perpetua mutación.

Las obras de Ay Tjoe nos remiten a nuestra propia complejidad, a nuestras propias contradicciones. Como escribió Jung, “no se ilumina uno imaginando figuras de luz, sino tomando conciencia de la oscuridad” [19]. Este enfrentamiento con nuestra parte oscura, este reconocimiento de nuestra dualidad fundamental, constituye una de las experiencias más inquietantes y necesarias que el arte contemporáneo puede ofrecernos.

Christine Ay Tjoe nos ofrece mucho más que cuadros para colgar en nuestras paredes. Nos propone un descenso a las profundidades del ser, un viaje iniciático a través de las capas sucesivas de nuestra consciencia. Sus obras no son objetos de decoración, sino herramientas para conocerse a uno mismo, espejos que nos devuelven nuestra propia imagen, deformada, fragmentada, pero extrañamente reconocible.

Así que déjense atrapar por estos remolinos de colores y líneas. Déjense desestabilizar por estas formas que oscilan entre lo orgánico y lo etéreo. Porque es precisamente en este desequilibrio, en esta zona de incomodidad, donde reside el verdadero poder del arte de Ay Tjoe. Un arte que no les acaricia sino que les sacude y les obliga a mirar más allá de las apariencias, en las profundidades vertiginosas de su propio ser.


  1. “Small Flies and Other Wings se vendió por HK$1.7 millones en la casa de subastas Phillips en Hong Kong”, Art World Database, “Christine Ay Tjoe”, 2021.
  2. Bachelard, Gaston. “La poética del espacio”, Presses Universitaires de France, 1957.
  3. Bachelard, Gaston. “La poética del espacio”, Presses Universitaires de France, 1957.
  4. Ay Tjoe, Christine. Entrevista con Elephant Art, “Ahora exhibiendo: Christine Ay Tjoe, dentro del cubo blanco”, 15 de julio de 2016.
  5. Bachelard, Gaston. “El aire y los sueños”, José Corti, 1943.
  6. Bachelard, Gaston. “La tierra y las ensoñaciones del reposo”, José Corti, 1948.
  7. Bachelard, Gaston. “La poética de la ensoñación”, Presses Universitaires de France, 1960.
  8. Jung, Carl Gustav. “Las raíces de la conciencia”, Buchet/Chastel, 1971.
  9. Jung, Carl Gustav. “El hombre descubierto en su alma”, Albin Michel, 1987.
  10. Jung, Carl Gustav. “Tipos psicológicos”, Georg éditeur, 1950.
  11. Jung, Carl Gustav. “Psicología y educación”, Buchet/Chastel, 1963.
  12. Ay Tjoe, Christine. Entrevista con Allie Biswas para Studio International, “Christine Ay Tjoe: ‘Siempre trataré cada medio como papel y lápiz'”, 21 de diciembre de 2018.
  13. Jung, Carl Gustav. “Dialéctica del Yo y el inconsciente”, Gallimard, 1964.
  14. Jung, Carl Gustav. “El hombre y sus símbolos”, Robert Laffont, 1964.
  15. Jung, Carl Gustav. “Presente y futuro”, Buchet/Chastel, 1962.
  16. Jung, Carl Gustav. “Mi vida”, Gallimard, 1973.
  17. Ay Tjoe, Christine. Entrevista con Elephant Art, “Ahora exhibiendo: Christine Ay Tjoe, dentro del cubo blanco”, 15 de julio de 2016.
  18. Jung, Carl Gustav. “El alma y la vida”, Buchet/Chastel, 1963.
  19. Jung, Carl Gustav. “Psicología y alquimia”, Buchet/Chastel, 1970.
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Referencia(s)

Christine AY TJOE (1973)
Nombre: Christine
Apellido: AY TJOE
Género: Femenino
Nacionalidad(es):

  • Indonesia

Edad: 52 años (2025)

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