English | Español

Martes 18 Noviembre

ArtCritic favicon

Genesis Tramaine y sus santos neoexpresionistas

Publicado el: 13 Agosto 2025

Por: Hervé Lancelin

Categoría: Crítica de arte

Tiempo de lectura: 9 minutos

Genesis Tramaine crea retratos devocionales con un poder espiritual impresionante. Esta artista de Brooklyn mezcla técnicas expresionistas y visión mística para reinventar la iconografía cristiana. Sus santos con múltiples rostros, pintados con “Holy Spirit” como material, desafían las convenciones religiosas tradicionales y ofrecen una estética de la gracia auténticamente contemporánea.

Escuchadme bien, panda de snobs: Genesis Tramaine pinta santos que no tienen nada que ver con vuestros cromolitografías de sacristía. Esta mujer de Brooklyn, nacida en 1983, transforma cada lienzo en un altar portátil, cada pincelada en un acto de fe. Sus retratos devocionales no se parecen a nada de lo que hayan podido ver en sus museos, y es precisamente por eso que importan.

El arte de Tramaine se inscribe en un enfoque que podría calificarse de neoexpresionismo espiritual. Sus rostros negros, deformados por el éxtasis y el sufrimiento, emergen de fondos monocromos que vibran con una energía terrenal. En Joy Comes In The Morning (2020), un rostro ovalado se superpone a sí mismo en una danza de múltiples expresiones, mientras que la palabra “amen” aparece discretamente en una esquina del lienzo. Esta multiplicación de rasgos faciales, ojos, bocas y narices que se multiplican, evoca tanto las visiones místicas como las técnicas cubistas de fragmentación de la realidad.

El legado del art brut estadounidense

Sería tentador acercar la obra de Tramaine a la de Jean-Michel Basquiat, y esta comparación no es fortuita. Al igual que su predecesor, ella se nutre de la estética del graffiti neoyorquino de los años 1980, esa época en la que los muros de Brooklyn se convertían en soportes de una expresión artística urgente y auténtica [1]. Pero donde Basquiat cuestionaba los códigos de la sociedad de consumo y el racismo sistémico, Tramaine los supera para alcanzar una dimensión propiamente mística.

El art brut, tal como lo definió Jean Dubuffet, está totalmente liberado de las convenciones académicas para situarse en una expresión pura, no corrompida por los códigos culturales establecidos. Tramaine encaja perfectamente en esta línea, pero con una especificidad: su “brut” no es el del inconsciente freudiano, sino el de la revelación divina. Sus pinturas nacen de lo que ella llama visiones recibidas en oración, “blueprints of my prayers” que guían su mano hacia formas inesperadas.

Este enfoque recuerda las prácticas de pintores visionarios estadounidenses como Sister Gertrude Morgan, a quien Tramaine cita como una influencia mayor. Morgan, también pintaba bajo inspiración divina, creando obras de una fuerza expresiva impresionante. Pero Tramaine lleva esta tradición más lejos al enriquecerla con un vocabulario plástico contemporáneo. Sus lienzos de gran formato (frecuentemente 180 x 180 cm) imponen una presencia física que transforma la experiencia de contemplación en un verdadero encuentro espiritual.

La técnica de Tramaine mezcla acrílico, gouache, barras de óleo y pastel al óleo, pero añade a esta lista de materiales elementos cuanto menos inesperados: sal de Lawry, agua de lluvia, y sobre todo “Holy Spirit” y “Yahweh” que ella incluye explícitamente en la lista de componentes de sus obras. Este enfoque, lejos de ser anecdótico, revela una concepción del arte como colaboración divina. La artista no crea ex nihilo; se convierte en medium, canal de una energía que la supera.

Teatro y performance: la pintura como liturgia

La obra de Tramaine solo se comprende plenamente en relación con las artes escénicas, y más particularmente con la tradición teatral afroamericana. Sus personajes, congelados en sus marcos, parecen estar animados por un movimiento interior que evoca tanto los estados de trance religiosos como las interpretaciones de góspel [2].

En Bearer of Good News (2020), la figura central ocupa casi todo el espacio del lienzo, como un actor que se plantara frente a su público. Los rasgos nítidos de amarillo, negro y azul que componen este personaje recuerdan a las máscaras expresionistas, pero también a las pinturas corporales rituales. Tramaine explica que esta obra rinde homenaje a la energía de las chicas negras, a menudo reprimida por la sociedad. Pintándolas, les da una voz, transformando su lienzo en un escenario donde pueden expresarse las voces silenciadas.

Esta dimensión performativa se encuentra también en el proceso creativo en sí. Tramaine suele pintar en el suelo, de rodillas, en una postura que evoca tanto la oración como la danza. Escucha música góspel contemporánea mientras trabaja, inscribiendo literalmente el ritmo musical en sus gestos pictóricos. Este enfoque recuerda las prácticas de algunos expresionistas abstractos como Jackson Pollock, pero con una dimensión espiritual explícita que faltaba en estos últimos.

El teatro afroamericano, desde los minstrel shows subvertidos por los artistas negros hasta las creaciones contemporáneas, siempre ha tenido esta capacidad de transformar el escenario en un espacio de resistencia y afirmación identitaria. Los personajes de Tramaine heredan esta tradición: no son simples retratos, sino encarnaciones de santidad negra que reivindican su lugar en un panteón artístico durante mucho tiempo dominado por representaciones eurocéntricas.

La propia artista reivindica esta dimensión subversiva cuando declara querer “desmantelar la mirada patriarcal sobre el arte religioso”. Sus santos con rostros deformados, ojos múltiples, bocas abiertas, rompen con las convenciones iconográficas tradicionales. En Saint Bathsheba (2020), la figura femenina muestra una expresión a la vez dolorosa y extática que evoca tanto a Bacon como a las máscaras rituales africanas.

Una espiritualidad queer e inclusiva

La posición de Tramaine como mujer negra y queer en la Iglesia bautista del Sur añade una dimensión política innegable a su trabajo. Su exposición de 2018 titulada “God Is Trans” no dejaba ninguna duda sobre sus intenciones: reinventar la iconografía cristiana para incluir cuerpos e identidades marginadas.

Este enfoque se inscribe en un movimiento más amplio de reapropiación de los símbolos religiosos por parte de las comunidades LGBTQ+. Pero Tramaine va más allá de la simple reivindicación identitaria. Sus santos trascienden las categorías de género y raza para alcanzar una humanidad universal. En Fighting Demons (2020), la mano levantada en señal de bendición puede interpretarse tanto como un gesto de protección como de resistencia.

La artista asume plenamente su fe cristiana, lo que constituye una posición singular en el mundo del arte contemporáneo, generalmente receloso ante las expresiones religiosas explícitas. Pero esta fe no es ingenua ni doctrinal. Se nutre de una lectura crítica y personal de las Escrituras, enriquecida por la experiencia vivida de una mujer que ha tenido que luchar para hacer valer su lugar en la Iglesia.

Una nueva iconografía para el siglo XXI

La contribución más significativa de Tramaine reside sin duda en su capacidad para crear una iconografía cristiana auténticamente contemporánea. Sus santos no copian los modelos del pasado; inventan nuevas formas de santidad adaptadas a nuestra época.

En David y Goliat (2020), la escena bíblica tradicional se transforma en una meditación sobre la violencia y la redención. El gesto de David alzando la cabeza de Goliat también puede leerse como una mano tendida hacia el enemigo vencido, sugiriendo que la verdadera victoria reside en la compasión más que en la destrucción.

Esta reinterpretación de los relatos bíblicos revela una comprensión sofisticada de los desafíos teológicos contemporáneos. Tramaine no se limita a ilustrar las Escrituras; las actualiza, haciéndolas hablar para una generación que busca sentido en un mundo fragmentado.

Sus colores, ocres terrosos, azules profundos y amarillos brillantes, evocan tanto los paisajes del Cercano Oriente antiguo como las puestas de sol de Brooklyn. Esta síntesis geográfica y temporal convierte sus lienzos en espacios de encuentro entre pasado y presente, entre tradición e innovación.

El arte como ministerio

Tramaine se define como “devotional painter”, pintora devocional, término que merece que se detenga uno a considerarlo. En la tradición cristiana, la devoción designa una práctica espiritual regular, un ejercicio de fe que compromete todo el ser. Al apropiarse de este término, la artista inscribe su práctica pictórica en una lógica de servicio divino.

Esta concepción del arte como ministerio transforma radicalmente el estatus de la obra. Sus pinturas ya no son objetos de contemplación estética, sino instrumentos de transformación espiritual. Invitan al espectador a una experiencia que va más allá del mero placer visual para abordar cuestiones existenciales fundamentales.

En Singer of Psalm (2020), las múltiples bocas abiertas del personaje evocan un coro por sí solas, transformando el retrato individual en una celebración colectiva. Esta multiplicación de elementos faciales, recurrente en la obra de Tramaine, puede interpretarse como una metáfora de la comunidad eclesial: todos somos uno en Cristo, pero cada uno conserva su especificidad.

La inscripción de textos en los bordes de sus lienzos, salmos, afirmaciones espirituales y mensajes personales, refuerza esta dimensión litúrgica. Estas palabras, invisibles de frente, solo se revelan al espectador que se toma el tiempo de rodear la obra, creando una forma de peregrinaje pictórico.

Un lenguaje pictórico inédito

Lo sorprendente en la evolución reciente de la obra de Tramaine es su capacidad para inventar un lenguaje pictórico propio mientras bebe de diversas tradiciones. Sus últimos lienzos, presentados en la exposición “Sweet Jesus!” (2024), marcan una evolución significativa: las bocas de sus personajes se abren, revelando filas de múltiples dientes que evocan tanto la risa como el grito.

Esta transformación formal traduce una maduración espiritual. Donde sus primeros santos parecían cargar con el peso del mundo sobre sus hombros, los nuevos parecen dispuestos a hablar, a testimoniar su fe con una alegría contagiosa. En Saint Sarai (2024), los rasgos expresivos sugieren a una mujer que tiene cosas importantes que decir, que porta en sí la sabiduría de los tiempos.

Esta evolución estilística se acompaña de una reflexión profunda sobre el papel del arte en la sociedad contemporánea. Tramaine no pinta solo para sí misma o para su comunidad de fe; busca crear un “lenguaje futuro” que pueda tocar a las generaciones venideras. Sus lienzos se convierten así en testimonios para el futuro, mensajes de esperanza lanzados a un mundo en busca de sentido.

Hacia una estética de la gracia

La obra de Genesis Tramaine nos enfrenta a una evidencia perturbadora: el arte contemporáneo ha eliminado en gran medida la dimensión espiritual en favor de un intelectualismo a menudo estéril. Al reivindicar su fe sin complejos, haciendo de su práctica artística un acto de devoción, abre caminos inexplorados y devuelve al arte su función primordial: tocar el alma humana en lo más profundo.

Sus santos deformados, sus colores vibrantes, sus composiciones rebosantes de energía nos recuerdan que el arte aún puede transformar, elevar, consolar. En un mundo saturado de imágenes, sus pinturas crean un espacio de silencio y recogimiento que nuestra época extraña profundamente.

Tramaine no revoluciona el arte contemporáneo; lo regenera insuflándole una dimensión espiritual auténtica. Sus lienzos son tantas invitaciones a salir de nuestras certezas estéticas para dejarnos sorprender por la gracia. Y quizás ese sea el regalo más hermoso que un artista pueda hacernos: recordarnos que el arte, más allá de todos los discursos críticos, sigue siendo ante todo una cuestión de fe.


  1. Cooper, Martha. Subway Art. Thames & Hudson, 1984.
  2. Johnson, James Weldon. God’s Trombones: Seven Negro Sermons in Verse. Viking Press, 1927.
Was this helpful?
0/400

Referencia(s)

Genesis TRAMAINE (1983)
Nombre: Genesis
Apellido: TRAMAINE
Género: Femenino
Nacionalidad(es):

  • Estados Unidos

Edad: 42 años (2025)

Sígueme