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Martes 18 Noviembre

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La extraordinaria transparencia de Song Kun

Publicado el: 21 Marzo 2025

Por: Hervé Lancelin

Categoría: Crítica de arte

Tiempo de lectura: 10 minutos

En sus creaciones recientes, Song Kun trasciende las fronteras entre cuerpo y mente. Sus figuras translúcidas flotan en un espacio indefinido, suspendidas entre la existencia y la inexistencia, mientras que su técnica pictórica combina la tradición oriental y la sensibilidad contemporánea con una precisión deslumbrante.

Escuchadme bien, panda de snobs. Paseáis por galerías asépticas, sorbiendo vuestro champán tibio, contemplando obras que no entendéis pero que pretendéis adorar porque os han dicho que valen una fortuna. Mientras tanto, Song Kun, esta artista china nacida en la Mongolia Interior, trabaja como una forcenada, creando un universo paralelo donde lo real y lo imaginario se confunden con una gracia que os haría llorar si no tuvierais miedo de estropear vuestro maquillaje.

La obra de Song Kun produce esa extraña sensación que se experimenta cuando se observa un cuerpo a través del cristal esmerilado de una ducha; se distinguen los contornos, se adivinan los movimientos, pero la esencia permanece misteriosamente velada. Es precisamente este juego entre revelación y ocultación lo que caracteriza su trabajo. Sus pinturas al óleo, aparentemente sencillas, son en realidad portales hacia dimensiones psíquicas que Jung habría adorado explorar.

En su serie “It’s My Life” (2006), compuesta por 366 cuadros que representan cada uno un día de su vida, Song Kun nos ofrece un diario íntimo visual de rara autenticidad. El psicoanálisis freudiano nos enseña que el deseo se manifiesta mediante símbolos que escapan a nuestra conciencia [1]. Song Kun, exponiendo diariamente su vulnerabilidad, transforma el acto creativo en una forma de autoanálisis que nos permite acceder a sus angustias y alegrías más íntimas. Si Freud hubiera podido ver esta obra, probablemente habría revisado su teoría de las pulsiones para integrar una dimensión estética que con demasiada frecuencia ha pasado por alto.

Cada cuadro de esta serie es como una sesión en el diván del psicoanalista, donde los recuerdos, los sueños y las fantasías se manifiestan en forma de colores y formas. La tonalidad gris dominante en sus obras no es ajena al concepto freudiano de “neutralidad benevolente”, esa postura que permite al terapeuta acoger los contenidos psíquicos sin juzgarlos. Song Kun adopta esa misma neutralidad hacia su propia vida, transmutando sus experiencias en imágenes que nos interpelan por su sinceridad desarmante.

El trabajo de Song Kun también se inscribe en una profunda reflexión sobre la naturaleza del tiempo, tema central de la filosofía de Bergson. Para el filósofo francés, el tiempo vivido (la duración) no puede dividirse en instantes sucesivos como sugiere la ciencia [2]. Esta duración es un flujo continuo, una melodía donde cada nota contiene en sí todas las que la precedieron. Los 366 cuadros de Song Kun funcionan según este principio bergsoniano: cada imagen, aunque independiente, contiene en sí la memoria de todas las demás, creando así una experiencia temporal unificada que la artista nos invita a compartir.

Bergson distinguía el tiempo medido por los relojes (tiempo espacial) del tiempo vivido en la conciencia (duración pura). Song Kun, al presentar sus obras según una cronología estricta pero inyectando en ellas una dimensión emocional intensa, nos muestra cómo estas dos concepciones del tiempo pueden coexistir. La serie se convierte así en una meditación visual sobre la paradoja bergsoniana del tiempo: a la vez divisible e indivisible, cuantificable y cualificable.

Como escribía Bergson en “La evolución creadora”: “El tiempo es invención o no es nada en absoluto” [3]. Song Kun, al inventar cada día una nueva imagen, haciendo de cada momento una ocasión de creación, encarna perfectamente esta concepción del tiempo como fuerza creadora. Ella nos muestra que vivir auténticamente es transformar constantemente el presente en obra de arte.

La fascinación que ejerce Song Kun proviene de su capacidad para crear un arte que rechaza los artificios pomposos para concentrarse en lo esencial. En 2012, con su instalación “A Thousand Kisses Deep”, nos sumerge en un universo acuático donde los cuerpos flotan, se transforman, se descomponen y se recomponen. Esta obra evoca irresistiblemente la idea bergsoniana del cambio perpetuo: “Nuestra personalidad crece, se desarrolla, madura sin cesar. Cada uno de sus momentos es algo nuevo que se añade a lo que era antes” [4].

La transparencia, tanto en el sentido literal como metafórico, está omnipresente en sus creaciones recientes. En su serie “ASURA SUKHAVATI” (2015), Song Kun se inspira en el budismo para explorar los límites entre el paraíso y el infierno, el deseo y el sufrimiento. Los cuerpos translúcidos que pinta parecen suspendidos entre la existencia y la no existencia, la materialidad y la espiritualidad. Esta búsqueda de transparencia no es ajena a la investigación de Bergson sobre la intuición como modo de conocimiento directo e inmediato, que trasciende los límites del intelecto analítico.

Si las primeras obras de Song Kun se inscribían en una tradición figurativa relativamente convencional, sus obras recientes atestiguan una evolución hacia un enfoque más sinestésico donde la pintura dialoga con la música, el vídeo y la instalación. Como ella misma explica: “La narración en el estilo del flujo de conciencia y las imágenes de intervalo y sinestesia en el subconsciente son los dos conceptos que desempeñan un papel clave en mis obras” [5]. Esta referencia a la literatura modernista no es fortuita.

Virginia Woolf, figura emblemática del movimiento literario del “flujo de conciencia”, buscaba capturar en sus novelas la complejidad y fluidez de la conciencia humana. Su novela “Las olas” (1931), en particular, presenta una estructura narrativa discontinua donde los monólogos interiores de seis personajes se entrelazan para formar un tapiz mental colectivo [6]. Song Kun, con su serie “Visual Stream of Consciousness” (2013), realiza una transposición visual de esta técnica literaria.

En esta serie, Song Kun abandona la cronología lineal para crear imágenes que funcionan como instantáneas de la conciencia, fragmentos de percepciones, emociones y recuerdos que coexisten en un mismo espacio pictórico. Como escribía Woolf: “La vida no es una serie de lámparas dispuestas simétricamente; la vida es un halo luminoso, un envoltorio semitransparente que nos rodea desde el principio hasta el final” [7]. Las pinturas de Song Kun son precisamente esos “halos luminosos” que envuelven la experiencia humana en toda su complejidad.

La técnica literaria del flujo de conciencia busca reproducir el carácter discontinuo y asociativo del pensamiento humano. Song Kun, al transponer esta técnica al ámbito visual, crea obras que resisten una lectura lineal y unívoca. Sus cuadros funcionan como testimonios visuales donde diferentes capas de significado se superponen, entrelazan y a veces se contradicen, reflejando así la naturaleza fundamentalmente ambigua y polisémica de nuestra experiencia del mundo.

Lo que resulta especialmente notable en la obra de Song Kun es su rechazo a cualquier postura didáctica o moralista. A diferencia de tantos artistas contemporáneos que nos abruman con sus previsibles mensajes políticos, ella prefiere explorar las zonas de sombra y ambigüedad de la experiencia humana. Su serie “Xijia, River Lethe” (2008) es particularmente reveladora en este sentido. Inspirándose en el río mitológico del olvido, nos presenta imágenes enigmáticas donde figuras humanas parecen suspendidas entre memoria y olvido, presencia y ausencia.

Esta serie evoca la concepción woolfiana del tiempo como flujo continuo donde pasado, presente y futuro se entrelazan. En “Orlando”, Woolf escribe: “Una hora, una vez alojada en el extraño cuerpo humano, puede estirarse a cincuenta o cien veces su longitud de reloj; por otro lado, una hora puede representarse con precisión por el pequeño círculo de una pequeña aguja que se mueve sobre una esfera” [8]. Las figuras fantasmales de Song Kun parecen habitar precisamente ese espacio-tiempo elástico donde un segundo puede contener la eternidad.

La fuerza de Song Kun reside en su capacidad para crear imágenes que funcionan como evocaciones más que como ilustraciones. Ella no nos cuenta historias, nos sumerge en atmósferas, estados de ánimo, sensaciones. Sus recientes exploraciones del concepto budista de “Sukhavati” (la Tierra Pura) evidencian una búsqueda espiritual que trasciende los dogmas religiosos para alcanzar una dimensión universal.

En su serie “SUKHAVATI。o 0” (2018), Song Kun combina pintura tradicional, instalaciones luminosas y criaturas transparentes que evocan organismos marinos. Esta serie nos invita a reflexionar sobre los límites entre lo natural y lo artificial, lo orgánico y lo tecnológico. Al igual que Virginia Woolf que exploraba en sus novelas las fronteras porosas entre el yo y el mundo, Song Kun nos propone una visión donde el ser humano ya no está en el centro sino que forma parte de una red compleja de interdependencias.

Hay algo profundamente liberador en el arte de Song Kun. Al rechazar dicotomías simplistas (Oriente/Occidente, tradicional/contemporáneo, figurativo/abstracto), ella crea un espacio donde diferentes tradiciones culturales y artísticas pueden dialogar. Formada en la Academia Central de Bellas Artes de Pekín, incorpora en su trabajo tanto referencias a la pintura tradicional china como a la cultura pop globalizada, al budismo y a las subculturas contemporáneas.

A diferencia de muchos artistas chinos que explotan de forma cínica los clichés occidentales sobre China, Song Kun desarrolla un lenguaje visual auténticamente personal que trasciende las etiquetas nacionales o culturales. Como ella explica: “Mi arte no busca imponer símbolos o conceptos rígidos. Más bien propongo una visión personal que explora cómo podemos sentir plenamente las experiencias y emociones que la vida nos ofrece, manteniendo una perspectiva propia de la China contemporánea” [9].

Esta postura me parece corresponder perfectamente a la visión woolfiana del arte como exploración de los “momentos de ser”, esos instantes de conciencia aguda donde percibimos de repente la realidad en toda su complejidad y belleza. Song Kun captura esos momentos fugaces donde el velo de la costumbre se rasga para dejar entrever una realidad más profunda y auténtica.

Al combinar diferentes medios, pintura, video, instalación, música, Song Kun crea experiencias inmersivas que estimulan todos nuestros sentidos. Este enfoque sinestésico nos recuerda que nuestra percepción del mundo nunca es puramente visual, sino que involucra todo nuestro cuerpo. Como escribía Woolf: “No soy una persona, soy varias personas. Ni negro ni blanco, ni hombres ni mujeres. Ni una edad ni un momento preciso en el tiempo. Soy varios tiempos, varias personas” [10].

El enfoque artístico de Song Kun me parece profundamente valiente en un mundo del arte contemporáneo dominado por el cinismo y el conformismo. Al explorar sin concesiones su subjetividad y espiritualidad, nos recuerda que el arte aún puede ser un espacio de transformación y trascendencia. En un panorama artístico chino a menudo polarizado entre la propaganda oficial y la crítica social codificada, ella traza una tercera vía que privilegia la exploración de la interioridad.

No se equivoquen, sin embargo: el arte de Song Kun no es una huida a un espiritualismo desencarnado. Al contrario, sus obras están profundamente ancladas en la experiencia corporal y social. Su reciente serie “IMBODY-Feeling Real · Nude” (2019) explora las representaciones del cuerpo femenino en una sociedad china en plena transformación, donde tradiciones patriarcales e hipersexualización consumista coexisten de manera contradictoria.

Song Kun logra de manera impresionante expresar una visión personal al tiempo que resuena con preocupaciones universales. Su arte nos habla de deseo, pérdida, memoria, espiritualidad, temas que trascienden las fronteras culturales y temporales. Como escribía Woolf: “Estos momentos de visión son de gran profundidad; la memoria los mantiene verdes mucho tiempo después de que todo lo que los rodea haya caído en polvo” [11].

El arte de Song Kun nos ofrece precisamente esos “momentos de visión” que iluminan nuestra conciencia y persisten en nuestra memoria mucho después de que hayamos dejado la exposición. En un mundo saturado de imágenes desechables y sensaciones efímeras, sus obras nos invitan a ralentizar, contemplar, sentir. Nos recuerdan que el arte, en su mejor expresión, puede ser una forma de meditación activa que agudiza nuestra percepción y profundiza nuestra relación con el mundo.

Ante una obra de Song Kun, es conveniente detenerse. Tomarse el tiempo para mirar realmente. Dejarse impregnar por esas atmósferas etéreas, esos cuerpos translúcidos, esos paisajes mentales. Quizá entonces se sienta lo que Bergson llamaba “la intuición”, ese conocimiento inmediato y simpático que permite capturar la esencia de las cosas más allá de los conceptos y categorías. Y con un poco de suerte, incluso podríamos olvidar durante un instante que somos unos snobs.


  1. Freud, Sigmund. La interpretación de los sueños. París: PUF, 1967.
  2. Bergson, Henri. Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia. París: PUF, 2013.
  3. Bergson, Henri. La evolución creadora. París: PUF, 2007.
  4. Bergson, Henri. El pensamiento y lo cambiante. París: PUF, 2009.
  5. Song Kun, citada en el catálogo de la exposición “Visual Stream of Consciousness”, Museo de Arte Contemporáneo Minsheng, Shanghái, 2014.
  6. Woolf, Virginia. Las Olas. París: Stock, 1974.
  7. Woolf, Virginia. The Common Reader. Londres: Hogarth Press, 1925.
  8. Woolf, Virginia. Orlando. París: Stock, 1974.
  9. Song Kun, citada en el catálogo de la exposición “SUKHAVATI。o 0”, Fundación Cc & Centro de Arte, Shanghái, 2018.
  10. Woolf, Virginia. Las Olas. París: Stock, 1974.
  11. Woolf, Virginia. Momentos de Ser. Londres: Hogarth Press, 1985.
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Referencia(s)

SONG Kun (1977)
Nombre: Kun
Apellido: SONG
Otro(s) nombre(s):

  • 宋琨 (Chino simplificado)
  • 宋琨 (Chino tradicional)

Género: Femenino
Nacionalidad(es):

  • China

Edad: 48 años (2025)

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