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Las contemplaciones elegantes de Hernan Bas

Publicado el: 28 Febrero 2025

Por: Hervé Lancelin

Categoría: Crítica de arte

Tiempo de lectura: 11 minutos

Hernan Bas captura en sus lienzos poblados de jóvenes andróginos una fragilidad existencial, un estado liminal entre dos mundos. Sus enigmáticos personajes, suspendidos entre la adolescencia y la edad adulta, invitan al espectador a comprometerse activamente en la interpretación de su historia.

Escuchadme bien, panda de snobs, este mundo del arte contemporáneo ha olvidado cómo ver más allá de la evidencia, cómo comprender el valor de una contemplación silenciosa. Nuestras galerías están inundadas de obras que pretenden a la grandeza por su tamaño o su escándalo, pero pocas son las que logran capturar la poesía de un momento transitorio como lo hace Hernan Bas.

Originario de Miami, esta tierra de superficie y artificio, Bas ha desarrollado una sensibilidad que trasciende lo inmediato y superficial. Sus lienzos poblados por jóvenes andróginos nos confrontan con una fragilidad existencial, un estado liminal que el propio artista ha calificado como “fag limbo”. Esta expresión deliberadamente cruda traduce ese sentimiento de estar suspendido entre dos mundos, dos identidades, dos estados de ser. Pero no se equivoquen: detrás de esta aparente simplicidad temática se oculta una riqueza literaria y filosófica asombrosa.

La literatura del decadentismo del siglo XIX se infiltra en cada capa de pintura que Bas aplica a sus lienzos. Su constante referencia a autores como Joris-Karl Huysmans y Oscar Wilde no es una afectación intelectual, sino una integración orgánica de sensibilidades compartidas. Tome “The Aesthete’s Toy” (2004), esta obra que reinterpreta “À rebours” de Huysmans trasladando a su protagonista, Des Esseintes, a un contexto contemporáneo. Bas comprende profundamente la noción desarrollada por Huysmans de que “la naturaleza cumplió su tiempo” [1]. Captura esta fascinante paradoja donde lo artificial puede superar a lo natural en belleza y verdad. En sus cuadros, el mundo construido, ya sea la arquitectura victoriana, los decorados Art déco o los ambientes Memphis Design, se vuelve más auténtico que la propia naturaleza.

Charles Baudelaire, otro pilar de la decadencia literaria, también resuena en la obra de Bas. El poeta francés escribía: “Lo embriagador de lo mal gusto es el placer aristocrático de desagradar” [2]. Bas encarna esta subversión aristocrática. Sus personajes existen en un estado perpetuo de contemplación desdeñosa, un rechazo consciente a participar plenamente en el mundo vulgar que les rodea. Prefieren habitar espacios de ensoñación e introspección. ¿No es precisamente esto lo que Baudelaire celebraba en su poesía? ¿Esta capacidad de transformar lo banal en extraordinario por la simple fuerza de la imaginación y la percepción alterada?

En una reciente exhibición en la Victoria Miro Gallery en Londres (18 de noviembre de 2022, 21 de enero de 2023), Bas presentó su serie “The Conceptualists”, donde sus habituales protagonistas se convierten en artistas conceptuales ficticios, cada uno absorto en una búsqueda creativa absurda. Uno pinta únicamente con agua de las cataratas del Niágara, otro amarra fuegos artificiales a su cuerpo para probar si volará o caerá. Estos cuadros funcionan como críticas mordaces del arte conceptual a la vez que celebran su libertad fundamental. Como escribía Wilde: “Un hombre serio puede ser ridículo, un hombre ridículo nunca puede ser serio” [3]. Los personajes de Bas oscilan deliciosamente entre estos dos polos.

La influencia de la literatura decadente en Bas no es solo estética; estructura su visión del mundo. El crítico Jonathan Griffin observó acertadamente que “las pinturas de Bas son como capítulos individuales de novelas de aprendizaje para homosexuales” [4]. Esta observación resalta su capacidad para crear obras que funcionan como fragmentos narrativos, instantáneas de una historia más amplia que el espectador está invitado a completar. Tal como Huysmans, que en “À rebours” creaba cuadros literarios donde la acción principal era la observación y la sensación más que el movimiento, Bas pinta momentos de pura contemplación.

La filosofía existencialista también encuentra una profunda resonancia en la obra de Bas, aunque esta influencia rara vez sea mencionada por la crítica. Sus personajes encarnan perfectamente lo que Sartre describía como la “náusea” existencial, ese estado de conciencia aguda donde el individuo se siente extrañamente desvinculado del mundo que le rodea. En “Conceptual Artist #1” (2022), el protagonista que mezcla exclusivamente su pintura con agua de las cataratas del Niágara ilustra el absurdo de los rituales que creamos para darle sentido a nuestra existencia. ¿No es exactamente esto lo que Camus exploraba en “El mito de Sísifo”? ¿Este intento desesperado de encontrar un significado en un universo fundamentalmente indiferente?

Los cuadros de Bas pueden interpretarse como meditaciones visuales sobre la autenticidad e inautenticidad heideggerianas. Sus personajes parecen estar perpetuamente conscientes de su propia actuación, de su propia artificialidad. Como expresa Heidegger: “El ser auténtico del Dasein es lo que puede ser y la manera en que es su posibilidad” [5]. Los jóvenes de Bas existen precisamente en ese espacio de posibilidad, ni del todo definidos ni completamente indeterminados.

En “The Hallucinations of Poets” (2010), serie presentada en la galería Victoria Miro, Bas representa figuras solitarias enfrentadas a visiones fantásticas. Estas obras evocan la descripción que hace Sartre de la conciencia como nihiliación, como capacidad para extraerse del mundo inmediato e imaginar lo que no es. Sartre escribía: “La conciencia es lo que no es y no es lo que es” [6]. Esta formulación paradójica encuentra su expresión visual en los personajes de Bas, suspendidos entre realidad y alucinación, presencia y ausencia.

El filósofo Maurice Merleau-Ponty defendía que nuestra percepción del mundo siempre está encarnada, filtrada por nuestra experiencia corporal. Afirmaba: “El cuerpo es nuestro medio general para tener un mundo” [7]. Los cuerpos andróginos que Bas pinta, ni totalmente masculinos ni totalmente femeninos, encarnan esta idea de una percepción ambigua, de una experiencia del mundo que rechaza las categorías binarias. Sus personajes habitan su cuerpo de una manera que parece a la vez consciente y alienada, reflejando la tensión fenomenológica entre ser un cuerpo y tener un cuerpo.

La fuerza de Bas reside en su capacidad para crear obras que funcionan simultáneamente como exploraciones existenciales y como placeres estéticos. Nos ofrece cuadros que son, como diría Kierkegaard, “a la vez serios y juego” [8]. Esta dualidad está en el corazón de su práctica artística, transformando sus pinturas en espacios de contemplación filosófica sin sacrificar nunca su belleza visual.

En su taller en Miami, contrariamente a lo que se podría imaginar de un espacio creativo caótico, Bas mantiene un entorno casi clínicamente organizado. Trabaja solo, sin asistentes, una rareza para un artista de su calibre. “Nunca he tenido a nadie que trabaje en mis pinturas o que toque lo que hago”, declaró en una entrevista. “Después de un tiempo, me di cuenta de que me llevaba más tiempo explicar cómo hacer algo que hacerlo yo mismo” [9].

Este método de trabajo solitario influye profundamente en su proceso creativo. A menudo empieza con una investigación profunda, sumergiéndose en libros y películas antes de tocar el lienzo. A diferencia de muchos artistas contemporáneos que cultivan una imagen de inspiración espontánea, Bas asume plenamente el aspecto intelectual y premeditado de su práctica. Como él dice: “Hago investigación, lo que implica leer y ver muchas películas, lo que me lleva a interesarme obsesivamente por todas las nuevas historias o relatos…” [10].

Es precisamente esta intersección entre literatura y filosofía lo que hace que Bas sea un artista tan singular en el panorama contemporáneo. Crea obras que son intelectualmente estimulantes sin ser pretenciosas, estéticamente atractivas sin ser superficiales. En un mundo artístico dominado por lo espectacular y lo instantáneo, Bas defiende el poder de la lentitud, la ambigüedad y la introspección.

Su reciente serie “The Conceptualists” ilustra perfectamente este enfoque. Al crear retratos de artistas conceptuales ficticios, cada uno absorto en una búsqueda artística absurda, Bas cuestiona no solo los límites del arte conceptual sino también la naturaleza misma de la autenticidad artística. Como observa Linda Yablonsky, estos cuadros no son simplemente satíricos; “son imaginativos, se extienden sobre cada obra” [11]. Al inventar estos personajes y sus proyectos artísticos, Bas se convierte él mismo en una especie de artista conceptual, difuminando la frontera entre ficción y realidad.

Lo que diferencia a Bas de muchos pintores figurativos contemporáneos es que crea imágenes que resisten una interpretación definitiva. Como él mismo explica: “Los mejores cuadros que he realizado son sobrecrecimientos, y tienes que, de alguna manera, recortar para llegar a lo que está pasando” [12]. Esta cualidad enigmática no es un defecto sino una estrategia deliberada, que invita al espectador a comprometerse activamente con la obra en lugar de consumirla pasivamente.

Jean-Paul Sartre escribió: “La existencia precede a la esencia” [13], significando que primero existimos y definimos nuestra esencia a través de nuestras elecciones y acciones. Los personajes de Bas parecen congelados precisamente en ese momento existencial, donde su esencia aún está en formación. Tal vez por eso parecen tan vulnerables e indeterminados, existen en ese espacio liminal donde la identidad es fluida y está en devenir.

Del mismo modo, la noción del absurdo camusiano se expresa en los escenarios extraños que Bas construye. En “Conceptual Artist #10” (2022), un escultor de arena ambientalista esculpe exclusivamente escenas de varamientos masivos, sabiendo perfectamente que sus obras serán borradas por la marea. ¿No es la encarnación perfecta de lo que Camus describía como la aceptación alegre del absurdo de la existencia? Como él escribió: “Hay que imaginar a Sísifo feliz” [14].

El filósofo Emmanuel Levinas sostenía que el encuentro con el rostro del Otro es el fundamento de la ética. En los retratos de Bas, los rostros de sus sujetos a menudo están desviados o parcialmente oscurecidos, creando una tensión entre presencia y ausencia, entre reconocimiento y alienación. Esta ambigüedad refleja la idea levinasiana de que el Otro es a la vez accesible e inaccesible, comprensible y misterioso.

Martin Heidegger hablaba del arte como una “puesta en obra de la verdad” [15]. Las pinturas de Bas cumplen esta función al revelar verdades sobre nuestra condición contemporánea, nuestra alienación, nuestra búsqueda de autenticidad, nuestra fascinación por lo artificial, manteniendo al mismo tiempo una ambigüedad fundamental que resiste el cierre interpretativo.

En un panorama artístico contemporáneo dominado por la urgencia política y la claridad del mensaje, Bas defiende valientemente la importancia de la ambigüedad y la complejidad. Sus cuadros son invitaciones a la contemplación más que declaraciones, preguntas en lugar de respuestas. Es precisamente esta apertura la que hace que su obra sea tan duradera y profundamente satisfactoria.

En una entrevista, cuando se le preguntó qué le atraía de la figura del dandi, su respuesta fue reveladora: “Últimamente, he pensado en los dandis como criaturas, en cierta medida, como aves exóticas” [16]. Esta comparación ilumina su fascinación por estas figuras marginales que convierten su vida en obra de arte, que cultivan una estética personal como forma de resistencia a la banalidad del mundo.

Baudelaire escribía que “el dandi debe aspirar a ser sublime sin interrupción; debe vivir y dormir frente a un espejo” [17]. Los personajes de Bas encarnan esta conciencia de sí mismos ininterrumpida, esta actuación perpetua de una identidad cuidadosamente construida. Pero a diferencia de los dandis históricos, parecen conscientes de la artificialidad de su pose, introduciendo una dimensión irónica que es fundamentalmente contemporánea.

Las obras de Bas son poemas visuales que celebran la indeterminación, espacios donde la identidad es fluida y está en constante negociación. Como él mismo explica: “Me gusta la idea de un personaje que estaría dispuesto, durante el resto de su vida, a buscar algo que no existe” [18]. ¿No es esta búsqueda de un objeto inaccesible, esta persecución de un horizonte que se aleja perpetuamente, la esencia misma de la condición humana?

El verdadero triunfo de Bas es haber creado un universo visual inmediatamente reconocible sin repetirse jamás. Sus cuadros son variaciones sobre un tema, exploraciones sin fin de ese espacio liminal donde la adolescencia se encuentra con la edad adulta, donde la realidad coquetea con la fantasía, donde la identidad está siempre en devenir. En un mundo obsesionado con la definición y la categorización, su rechazo al cierre narrativo no solo es refrescante sino profundamente necesario.

Así que la próxima vez que te encuentres frente a una de sus obras en una galería abarrotada, tómate un momento para entrar verdaderamente en su mundo. Mira más allá de la superficie seductora para explorar las profundidades filosóficas y literarias que animan su trabajo. Porque Hernan Bas no es simplemente un pintor de bonitas imágenes, es un cartógrafo de los territorios ambiguos de la existencia contemporánea, un explorador de las fronteras difusas entre el ser y el devenir.

Y si aún no lo entiendes, bueno, quizás no seas lo suficientemente snob.


  1. Joris-Karl Huysmans, “A contrapelo”, 1884, Charpentier Editor.
  2. Charles Baudelaire, “Mi corazón desnudo”, en “Obras completas”, 1869, Michel Lévy hermanos.
  3. Oscar Wilde, “Frases y filosofías para el uso de los jóvenes”, 1894, The Chameleon.
  4. Jonathan Griffin, en “Hernan Bas”, 2014, Rizzoli.
  5. Martin Heidegger, “Ser y Tiempo”, 1927, trad. francesa por Emmanuel Martineau, Authentica, 1985.
  6. Jean-Paul Sartre, “El Ser y la Nada”, 1943, Gallimard.
  7. Maurice Merleau-Ponty, “Fenomenología de la percepción”, 1945, Gallimard.
  8. Søren Kierkegaard, “O bien… o bien…”, 1843, trad. francesa por F. y O. Prior y M. H. Guignot, Gallimard, 1943.
  9. Hernan Bas, entrevista en Apollo Magazine, 8 de noviembre de 2022.
  10. Hernan Bas, Flash Art. 14 de noviembre de 2016.
  11. Linda Yablonsky, en la publicación de Joe Lloyd para la exposición “Los Conceptualistas”, Galería Victoria Miro, 18 de noviembre de 2022, 21 de enero de 2023.
  12. Hernan Bas, entrevista con Sarah Margolis-Pineo, Art21 Magazine, 27 de diciembre de 2011.
  13. Jean-Paul Sartre, “El existencialismo es un humanismo”, 1946, Nagel.
  14. Albert Camus, “El mito de Sísifo”, 1942, Gallimard.
  15. Martin Heidegger, “El origen de la obra de arte”, en “Caminos que no conducen a ninguna parte”, 1950, trad. francesa por Wolfgang Brokmeier, Gallimard, 1962.
  16. Hernan Bas, “La historia en el intermedio”, entrevista con Katya Tylevich, Elephant Magazine, primavera de 2014.
  17. Charles Baudelaire, “El pintor de la vida moderna”, 1863, en “Obras completas”, Michel Lévy hermanos.
  18. Hernan Bas, “Un cierto gótico sureño”, entrevista con Evan Pricco, Juxtapoz Magazine, abril de 2020.
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Referencia(s)

Hernan BAS (1978)
Nombre: Hernan
Apellido: BAS
Género: Masculino
Nacionalidad(es):

  • Estados Unidos

Edad: 47 años (2025)

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